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Gobernabilidad, sólo con coaliciones obligatorias

Impunidad, problema serio que no se debe perder de vista

La segunda vuelta electoral directa, última puerta para evitar una crisis; a lo único que nos lleva es a disminuir nuestra pluralidad y participación. Nos llevaría casi a suscribir un compromiso con el bipartidismo o cuando mucho un tripartidismo

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Lo que veo en México es una gobernabilidad disminuida, asegura Manlio Fabio BeltronesFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Lunes 24 de octubre de 2016, p. 10

Manlio Fabio Beltrones mide cada palabra para explicar la propuesta que hace unos días puso en el tablero político: si en 2018 ningún candidato obtiene al menos 42 por ciento de los votos, ni mayoría en las cámaras del Congreso, el ganador estaría obligado a formar un gobierno de coalición con otras fuerzas políticas.

El menú se completa así: el ganador tendría que registrar ante el Congreso un programa común de gobierno y una agenda legislativa. Además, el gabinete tendría que ser aprobado por el Legislativo, con excepción de los titulares de la Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública.

Beltrones ha presentado su propuesta en un escenario en que otros también plantean mecanismos para dar legitimidad al presidente que resulte electo en 2018, particularmente el PAN, que busca una segunda vuelta en los comicios. Una puerta falsa, dice el político sonorense.

Hombre del sistema si los hay, Beltrones habla de un sistema político mexicano agotado, porque seguimos con un modelo que funcionaba para el partido hegemónico y que no ha cambiado, pese a las sucesivas reformas electorales con las que la clase política ha respondido a las crisis, una tras otra.

Cuida sus palabras. Habla de una disminución evidente de la gobernabilidad. Es una manera elegante de decirlo. Los nombres y apellidos aparecen a cuentagotas. Beltrones casi no dirá Enrique Peña Nieto porque, afirma, las razones de la ingobernabilidad no se encuentran solamente en los personajes que pueden estar al frente de las instituciones. No, el problema, dice, es que seguimos con un modelo político “del siglo pasado.

El problema es la gobernabilidad perdida, producto de la fragmentación y de los porcentajes que tienen los partidos en un sistema que se apoya en ellos. Esa tendencia que se ha acentuado con los años plantea el escenario de que en 2018 llegue un gobierno con apoyo de menos del 30 por ciento, lo que nos obliga a plantear fórmulas para la nueva gobernabilidad que le dé legitimidad al sistema.

Enseguida, extractos de la entrevista, que se puede leer completa en nuestra edición en Internet:

Presidencialismo con un ingrediente parlamentario

–Desde hace unos años usted planteaba esta idea como una herramienta más para el presidencialismo mexicano.

–No se trata de migrar de un sistema presidencial a uno parlamentario o semiparlamentario.

–¿Pero sí de caminar hacia allá?

–Es ratificar un régimen presidencial con un ingrediente parlamentario, que es la formación de los gobiernos de coalición, pero al final de cuentas, presidencial. El presidente seguiría teniendo la facultad de nombrar, con ratificación del Congreso, pero también de remover libremente.

Beltrones propone mirar el caso de Estados Unidos, donde más de 400 altos cargos del gobierno son ratificados por el Senado, lo que, dice, ha mejorado en mucho la administración de un país tan poderoso, porque no permite que se vuelva una administración de aprendices.

Gobernabilidad disminuida

–Su propuesta lleva implícita la idea de que vivimos en la ingobernabilidad. ¿Cuáles son sus rasgos?

–Lo que veo es una gobernabilidad disminuida, por las distintas fuerzas que no se sienten incluidas y que juntas se saben mayoría, en un presidencialismo planteado desde el siglo XX, con partido hegemónico.

Dado que la mayoría de las encuestas plantean el escenario de un ganador con menos de 30 por ciento de los votos en 2018, dice, es preciso pensar cuál sería la fórmula para evitar una crisis en caso de falta de toma de posesión de un presidente.

La propuesta de Beltrones aparece en un escenario en el que también se discute la segunda vuelta electoral, propuesta formalizada por el PAN.

El político sonorense se opone a la segunda vuelta electoral directa (los dos candidatos más votados se miden nuevamente en las urnas). La considera la última puerta para evitar una crisis política y gobiernos estables. Su propuesta es que, llegado el caso, haya segunda vuelta, pero con coaliciones electorales, de modo que en la boleta aparezcan los dos punteros y debajo de la fotografía de cada uno los partidos que los apoyen.

Coalición, colusión, colisión

–Se acaba de integrar el tribunal electoral, nuevamente con las criticadas cuotas de partido. Eso lleva a una pregunta que le hicieron en 2011. ¿Gobiernos de coalición o de colusión?

–Bueno, lo que ahorita aparece es una eventual colisión, ante la posible falta de legitimidad de un candidato que no tenga 50 por ciento de los votos, que consiga sólo 30 y quede 70 por ciento, no quiero decir en contra, pero que por lo menos no habían pensado darle la confianza para gobernar. El punto es cómo logramos que ese 70 por ciento se sienta incluido en la instalación de un gobierno que discursivamente es para todos.

–Dice que la segunda vuelta es la última puerta. Para el PAN parece la primera.

–Es una puerta falsa. Una segunda vuelta electoral directa a lo único que nos lleva es a disminuir nuestra pluralidad y participación. Nos llevaría casi a suscribir un compromiso con el bipartidismo o cuando mucho con un tripartidismo.

Propuesta sin dedicatoria

–¿Cómo van a evitar que esta propuesta se vea con dedicatoria, una suerte de desafuero bis, un paremos a López Obrador a como dé lugar?

–Una propuesta que supone la obligación de crear un gobierno de coalición a quien no obtenga al menos 42 por ciento no puede parecer sospechosa ni con dedicatoria, como algo distinto a la gobernabilidad, que se ha desgastado y tenemos que reconstruir, no mediante una sola persona, sino del conjunto de los actores políticos.

“Cualquiera que la quiera malinterpretar tendría que explicar las razones por las cuales se puede tomar posesión de la Presidencia de este país con menos de 30 por ciento de los votos, si no es por un sistema político caduco. Lo cual nos sentencia, durante seis años, a que 70 por ciento esté intentando obstruir al que tomó posesión.

Resultaría realmente dramático y enfermizo que alguien pensase que en esta fórmula que busca gobernabilidad y estabilidad se encuentra una dedicatoria.

–La dedicatoria también se podría ver en la segunda vuelta.

–Con coaliciones electorales no sería una segunda vuelta tradicional, sino la puerta de salida y única para establecer un gobierno que en su momento no quiso hacer coalición.

La alternancia, una dosis de cortisona

–Decía usted en el sexenio de Calderón: Aunque sean buenas las propuestas del Presidente, como no las pacta y no hay un sistema que permita pactarlas, hay quienes, de manera mezquina, no las dejan transitar cuando son buenas. Tuvimos pacto y usted sigue hablando de ingobernabilidad.

–El Pacto por México fue una fórmula que surgió del talento político de quienes ahí participaron y del pragmatismo, que no debe de ser la regla que sustituya a los sistemas institucionales. Se trata de pasar de los pactos voluntariosos a los acuerdos institucionales, dos cosas muy distintas, aunque a algunos les parezca lo mismo.

–Menciono dos males mayores que persisten en México: desigualdad y corrupción. ¿Otra reforma electoral, en lugar de una reforma integral del Estado?

–Lo que hemos tenido en México es alternancia, pero nos ha faltado la transición de un sistema político agotado a un sistema político que garantice gobernabilidad para resolver a mayor velocidad los problemas más serios que tenemos, de un crecimiento desigual, de corrupción y de un elemento que no podemos perder de vista: la impunidad.

Para resolver esos problemas necesitamos más gobernabilidad y más acuerdos. No se trata de modificar el sistema electoral mexicano; se trata de darnos un nuevo modelo político para la gobernabilidad.

–¿Se niega a llamar a su propuesta una reforma electoral?

–Es que no lo es. México no necesita reformas electorales. Lo que necesita es un modelo político funcional, para la gobernabilidad, la estabilidad, que dé legitimidad y que nos haga posible resolver los problemas. Todo lo demás será estar dando paliativos.

La versión extensa de esta entrevista se puede leer en La Jornada en línea.