Opinión
Ver día anteriorMiércoles 2 de noviembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Efervescencia electoral
C

on dos años de anticipo, la república de las élites vive una efervescencia electiva provocada en mucho por el descrédito y la consecuente debilidad del gobierno federal, aunque, al mismo tiempo, ayuda a su comprensión. Muchos otros factores se suman para complicar el batidillo que se forma en el escenario público actual. La prevista contienda por la gubernatura del estado de México pone parte sustantiva para alentar el nerviosismo. Las encuestas sobre preferencias respecto de los posibles candidatos presidenciales son acicate innegable para el desatado futurismo. Dichos estudios introducen sensaciones nada halagüeñas para los hoy detentadores de los cargos y cuotas de poder. El rejuego interno de aspirantes en los distintos partidos políticos repercute, con la inherente incertidumbre que acarrea la competencia, en calentar el ambiente hasta niveles de insospechada rudeza. Los actores principales, acicateados por sus ambiciones, se obligan a voltear a su derredor, con insistencia y desconfianza, en busca de calmantes que apacigüen sus temores e inquietudes. Acelerados partidarios revolotean en busca de señales, guiños y apoyos para identificar rivales a los cuales combatir hasta con saña. La misma disputa entre Hillary Clinton y Donald Trump, que a menos de ocho días de las definitorias votaciones no acaba de revelar sus consecuencias para el caso mexicano, se suma y tensa las precarias seguridades aquí vigentes.

Pero sin duda hay un factor que incide de manera determinante en las alebrestadas inquietudes de las élites: la emergente y amenazadora presencia de Morena y AMLO. Es este personaje, ya bien conocido por su tenacidad, el rival con mejores posibilidades de triunfo el día de hoy. Las premoniciones (auténticos miedos, se puede decir) sobre López Obrador se magnifican con los puntos de ventaja apuntados por varias encuestas. Los intentos de ningunearlo se emparejan y aumentan con el continuo deterioro que aqueja la vida colectiva, donde la desigualdad se enseñorea con violencia. La insistencia de López Obrador de hacer política directa con la gente y la respuesta que recibe en cada lugar donde detiene su interminable periplo amasa ingredientes de claro tinte disruptivo a los modos, gustos, privilegios y controles tradicionales. Consejeros y analistas, enredados y apoyadores del sistema, elucubran con pasión inusitada sobre la búsqueda de antídotos contra la amenaza entrevista en AMLO. Proponen la doble vuelta o alianzas entre los contendientes mejor situados. La idea es formar mayorías, según alegan, para una mejor gobernabilidad. En el fondo no dejan de apuntar hacia cómo detener al necio tabasqueño.

Los militantes de Morena, al tomar distancia de las decisiones cupulares y de los constantes y viciados arreglos entre partidos, suman incógnitas y desprecios en rivales, pero entre sus aguerridos y factibles simpatizantes crecen en ascendiente ético. Sabedores de la fatiga ciudadana por el constante tráfico de influencias, latrocinios y demás usos y costumbres deformados y corruptos reinantes, los de Morena toman enérgica distancia y, en buena medida, lo consiguen.

La evaluación de partidos (PAN y PRI) y del gobierno federal deja mucho que desear para serenar los ánimos de los principales suspirantes, que pululan en sus filas. El halito de generalizado descontento popular, lejos de disminuir, sigue una ruta ascendente en rijosidad. Los errores y los descalabros del aparato completo de gobierno son cotidianos y de trascendencia. A veces lo que parece una simple frase como el despertarse para joder a México se torna lumbre en pradera seca. Otras veces designaciones de calado institucional, reflejado en el cuotismo partidista para designar magistrados o procurador general, provoca una acendrada crítica por senderos de franco y airado rechazo. Peor aún: lanzan señales de conspiraciones en las alturas, ya sea para curarse en salud ante posibles chanchullos electivos o para formar cinturones de protección que perdonen francos delitos.Y de esta singular manera se sigue en la ruta de las intranquilidades ya bien sembradas y en la búsqueda de antídotos milagrosos apaciguadores de cúspides recelosas.