19 de noviembre de 2016     Número 110

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Quintana Roo

Manejo Forestal Comunitario
en la Selva Maya, ejemplo de sostenibilidad con futuro incierto

Silvia E. Purata V. y Elsa A. Torres Z.


FOTO: Ejido Caoba

Uno de los retos más importantes que en materia ambiental tenemos en México es el de detener la deforestación, especialmente en los ecosistemas más diversos como las selvas o bosques tropicales. A pesar de los esfuerzos en pro de la conservación, en nuestro país cada año se pierde alrededor de medio millón de hectáreas de bosques y selvas, fundamentalmente por cambio de uso de suelo. Las selvas húmedas y semi-húmedas, los ecosistemas terrestres más diversos y complejos, cubrían originalmente cerca del diez por ciento de la superficie del país. En menos de un siglo se ha destruido el 95 por ciento de esa superficie, para transformarla en terrenos agrícolas o ganaderos. ¿Por qué se convierten los bosques y selvas en pastizales o cañaverales? La respuesta en palabras de un campesino veracruzano es:

Porque el monte no vale”.

Más de 60 por ciento de los terrenos forestales de México son de propiedad social, es decir, pertenecen a ejidos y comunidades que dependen directamente de estos bosques para su subsistencia y, por tanto, si no obtienen beneficios económicos de ellos, los convierten en plantaciones o pastizales. Los bosques tienen un alto valor de uso (biológico, ecológico, social) por los productos y servicios que proveen, pero en la lógica económica, si esto no se traduce en valor monetario directo para sus dueños, los bosques tienen pocas posibilidades de ser conservados, por muy complejos y diversos que sean. Mientras los dueños de los bosques obtengan mayores beneficios económicos con otras actividades, las selvas y bosques seguirán siendo destruidos y transformados.

El reto sería por tanto, encontrar formas de manejar los recursos de la selva de manera sostenible ecológica y económicamente, para convertir ese alto valor de uso en valor monetario. Un ejemplo de esto lo encontramos en la Selva Maya de México y Centroamérica.

Manejo forestal comunitario. Hace unos 30 años se inició en el sur del estado de Quintana Roo una experiencia de manejo sostenible de las selvas llamado Plan Piloto Forestal. La premisa básica de esta iniciativa era que la protección a largo plazo de los recursos forestales, se lograría involucrando a las comunidades locales en el manejo de sus bosques. De esta forma, aplicando un enfoque participativo, los dueños de los bosques apreciarían que la extracción controlada de madera y otros productos forestales es una mejor opción económica que convertir las selvas en pastizales.

La premisa resultó correcta. Después de unos pocos años las comunidades locales, compuestas por población indígena maya y repobladores de otros estados de la República, se transformaron de ser empleados mal pagados, a empresarios forestales. A partir de esta iniciativa, muchos ejidos de la región decidieron manejar sus bosques para la extracción de madera de forma regulada, decretando Áreas Forestales Permanentes sujetas a manejo forestal, y detuvieron así la expansión de la frontera agropecuaria, los incendios forestales y la tala clandestina. Los ingresos locales se incrementaron notablemente en un corto periodo y se hicieron nuevas inversiones que beneficiaron a las comunidades. Ofrecieron así un ejemplo de cómo la gente y los bosques pueden coexistir en el trópico.

Sin embargo, este ejemplo exitoso de una forma ecológicamente responsable, económicamente viable y socialmente justa de manejo forestal, se encuentra hoydía en una situación crítica que pone en riesgo los medios de vida de las familias que viven en la región, así como la conservación de medio millón de hectáreas bajo aprovechamiento forestal, que representan cerca del diez por ciento de la superficie apta para realizar actividades silvícolas en la región.

Los problemas que enfrentan las comunidades forestales en el manejo de sus bosques son de varios tipos. Aquí mencionaremos los que consideramos más importantes, que son las limitaciones técnicas, económicas y legales.

Limitaciones técnicas. Durante las primeras fases del Plan Piloto Forestal, se contó con la asesoría técnica de varias instituciones, en particular de la Agencia de Cooperación Alemana (GTZ o actualmente GIZ) y la entonces denominada Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Para iniciar las operaciones de manejo, a falta de datos locales precisos sobre las especies comerciales, se usó información de otras zonas tropicales, ninguna con las condiciones ambientales y de suelo tan particulares de la Península de Yucatán. Se pretendía que una vez que se llevaran a cabo investigaciones sobre la ecología de las especies y los bosques, estos datos iniciales se reemplazarían con los datos generados localmente.

Actualmente, varios de los ejidos que empezaron a manejar el bosque bajo este esquema han finalizado el primer ciclo de corta de 25 años y ya están regresando a los sitios que fueron intervenidos, es decir donde ya hubo un primer aprovechamiento. A los ejidos certificados por su buen manejo por el Consejo Mundial Forestal (FSC, por sus siglas en inglés) se les ha requerido hacer el monitoreo del efecto del manejo sobre las masas forestales. Sin embargo, con algunas excepciones, en la mayoría de las operaciones de manejo se siguen utilizando los datos iniciales, ya que prácticamente no ha habido asistencia técnica especializada para analizar las respuestas de las selvas al manejo. Hay por tanto un gran vacío de información cuantitativa necesaria para tomar decisiones informadas con respecto al manejo forestal en el futuro.

Entre las preguntas básicas por resolver para guiar el manejo sostenible, están las siguientes:

  • ¿Cuál es la tasa de crecimiento de las especies en las diferentes regiones de la Península, para calcular cuánto se puede extraer de cada una sin poner en riesgo su sobrevivencia y la productividad a largo plazo?

  • ¿Qué efectos o impactos ha tenido la cosecha sobre las especies manejadas y sobre el ecosistema en general?

  • ¿Qué tratamientos silvícolas se requieren para mejorar la productividad y a la vez conservar la biodiversidad?

La falta de información sobre la dinámica forestal no es sólo característica de las selvas. Con excepción de algunas especies, poco se sabe sobre los impactos del manejo forestal en México. Es fundamental llenar estos vacíos de información y es necesario que las instituciones de investigación y fomento lleven a cabo estos estudios en coordinación y estrecha colaboración con los dueños de los bosques y sus equipos técnicos, para que este sistema de manejo forestal, que hasta ahora ha dado excelentes resultados, pueda ver totalmente realizado su potencial.

Limitaciones económicas y legales. En este rubro quizá los más grandes problemas ocurren en torno a los mercados. En las selvas de la Península de Yucatán se extraen alrededor de 20 especies con potencial comercial, sin embargo, la demanda recae en menos de una decena de ellas; es decir, hay escasez de nichos de mercado para especies poco conocidas. A esto se suma la falta de equipamiento para agregar valor a los productos primarios.

Los productores comunitarios tienen altos costos de producción debido a las condiciones biofísicas de la región, la falta de una adecuada red de caminos y la carencia de maquinaria de extracción por parte de algunos ejidos. Además se carece de un sistema financiero que respalde las operaciones forestales, principalmente capital de trabajo que garantice la disponibilidad de productos –madera en rollo o aserrada– durante el ciclo productivo. Éstas, entre otras, son condiciones que colocan en desventaja a los productores forestales, pues se les complica acceder a mercados en donde se paguen precios justos por sus productos.

Aunado al tema de los mercados se encuentra el de la competencia con los productos ilegales, que tienen muy bajos costos de producción en comparación con los de operaciones forestales que tienen que pagar servicios técnicos, permisos e impuestos. El comercio ilegal de madera se da en prácticamente todas las regiones del país y no se ve que las autoridades tomen medidas efectivas para evitarlo.

A este escenario se suma la sobrerregulación de la actividad forestal, pues para obtener las autorizaciones es necesario llevar a cabo una gran cantidad de trámites, lo que implica que la gente de las comunidades se desplace a las capitales de los estados para darles seguimiento, o para solventar observaciones técnicas. Dichas observaciones generalmente están sujetas a la libre interpretación de los servidores públicos, sin ningún procedimiento estandarizado. Otro problema es la duplicidad en las atribuciones de las autoridades para la aplicación de la normatividad en materia de transporte de productos forestales, lo que propicia actos de corrupción que afectan directamente a los ejidos forestales.

Una consecuencia de todo lo anterior es el debilitamiento de las empresas comunitarias, situación que aprovechan los intermediarios madereros, quienes frecuentemente se apropian de todo el proceso de manejo, extracción, transporte y comercialización, generando esquemas de rentismo y resultando en algunos casos en el abandono de la actividad forestal por parte de los dueños de las selvas. Y en este escenario de abandono forestal algunos ejidatarios prefieren vender sus derechos ejidales o rentar sus tierras para actividades agropecuarias.

Podemos afirmar que el manejo forestal cuando es sostenible, es además de una alternativa económica, una estrategia eficiente de conservación de la biodiversidad, pues al generarse ingresos a nivel local, se conserva el bosque prácticamente intacto, incluyendo los bienes y servicios que provee a nivel local y global.

El manejo forestal comunitario se encuentra en un momento crítico y es necesario coadyuvar a resolver los problemas que enfrentan las comunidades, pues, por lo que podemos observar,parece que hay menos restricciones para la conversión de terrenos forestales a agrícolas o ganaderos, que para su conservación por medio del fomento de una actividad sostenible, con múltiples beneficios para los dueños de los bosques y para la humanidad entera.

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