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Fidel: nadie pudo con él

De Eisenhower a Obama

Cuba y sus dos terremotos

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urió Fidel, y nadie pudo con él. Ni siquiera el brutal cuan ilegal bloqueo impuesto por Estados Unidos, que si bien en no pocas ocasiones dobló la economía isleña y significó un creciente costo para sus habitantes, nunca logró desmantelarla. Casi seis décadas, 11 rabiosos presidentes estadunidenses y cientos de actos terroristas después, Cuba se mantiene indoblegable.

Luchador incansable, el líder cubano siempre dio la batalla, y también en la última de ellas parecía que de nueva cuenta saldría vencedor. Pero su fortaleza física ya no le alcanzó, tras diez años de lucha permanente por su propia salud. Queda su legado, el de una de las mentes más brillantes del siglo XX.

Seis presidentes republicanos (desde Eisenhower) y cinco demócratas (hasta Obama) financiaron, promovieron y llevaron a cabo todo tipo de actos terroristas en contra de la isla, de sus habitantes y de su máximo dirigente. Todo, para que –más de cinco décadas después del primero de ellos– el gobierno estadunidense se viera en la penosa necesidad de reconocer que fracasó. En diciembre de 2014 llegó el deshielo, más de forma que de fondo, pero el brutal bloqueo se mantiene.

El costo económico para Cuba y los cubanos fue creciente por esta guerra político-económica impuesta por Estados Unidos, y las cifras más actuales del gobierno isleño (por medio del Ministerio de Relaciones Exteriores) documentan que en más de cinco décadas de bloqueo los daños acumulados, a precios corrientes, pueden cuantificarse en 125 mil 873 millones de dólares, de forma conservadora. Es decir, el costo para la nación caribeña equivale a dos veces su actual producto interno bruto. Y, como dijo Fidel, cese la filosofía del despojo y cesará la guerra. Y Estados Unidos se negó.

Pero las cosas también cambiaron en América Latina, y de aquella profunda unidad hemisférica que cacareaba John F. Kennedy por la expulsión cubana de la OEA, la región transitó, paulatina pero sostenidamente, a la condena del gobierno estadunidense por el ilegal bloqueo contra la isla. Y esta posición permeó a la comunidad de naciones, con el consecuente rechazo generalizado.

Veinticuatro años atrás, en 1992, por primera vez se incluyó el tema del bloqueo en la agenda de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, con todo y la feroz campaña diplomática de palo o zanahoria desatada por el gobierno estadunidense, con papá Bush en la Casa Blanca. En esa ocasión, 59 países votaron a favor del fin del bloqueo contra Cuba, tres en contra, 71 abstenciones y 46 ausencias.

El 26 de octubre de 2016 la unidad hemisférica y mundial fue nítida a favor de la isla y tajante el pronunciamiento de la asamblea general de la Organización de Naciones Unidas: de 193 naciones representadas, 191 votaron por el fin inmediato del bloqueo, nadie en contra y sólo dos se abstuvieron (Estados Unidos e Israel, siempre a favor de mantenerlo). El triunfo diplomático del gobierno cubano fue contundente… pero Estados Unidos no levanta el bloqueo ni la ONU hace nada al respecto, y el costo se mantiene al alza.

Pero no sólo el ilegal bloqueo estadunidense afectó y dobló a la economía de la isla, que le impidió un sano crecimiento y la pérdida constante de miles de millones de dólares, a pesar de lo cual Cuba encabeza los indicadores sociales de toda América Latina.

También, y de qué forma, la impactó la caída de la Unión Soviética. Como en este espacio comentamos a raíz del anuncio, en diciembre de 2014, del citado deshielo, en poco más de cinco décadas Cuba recorrió el camino de ida y vuelta en dos ocasiones: la primera, con el triunfo de la Revolución, perdió todo su comercio exterior porque Estados Unidos no sólo le cerró las puertas –de las que provenía prácticamente todo, desde el pan recién horneado hasta las navajas para afeitar–, sino que le impuso un bloqueo igual de ilegal que de brutal y perverso. La segunda, con la caída de la URSS y el desmoronamiento del bloque socialista, cuando el intercambio comercial isleño se desplomó en más de 80 por ciento. Y en ambos casos el colapso se dio de la noche a la mañana. Y aun así se mantiene en pie.

El par de golpes fue brutal y en ambos casos la apuesta estadunidense fue la muerte por inanición. Y sí, la isla se dobló pero no se desmanteló, con todo y periodo especial, de tal suerte que el esfuerzo y el sacrificio de la reconstrucción y la sobrevivencia son obra del heroico pueblo y el gobierno cubanos, que remontaron la desgracia, sin perder el rumbo, hasta retomar el crecimiento económico en la primera década del nuevo siglo.

De acuerdo con el Banco Central de Cuba (BCC) el desmoronamiento del bloque socialista y la caída de la URSS se reflejó en prácticamente todos los indicadores macroeconómicos de la isla: de 1989 a 1993 el producto interno bruto se desplomó 35 por ciento (una proporción que daría cuenta de la crisis mexicana de 2009 multiplicada seis veces). Durante ese periodo las importaciones cayeron 78 por ciento, mientras el déficit fiscal llegó a 33.5 por ciento del PIB. En el transcurso de esta etapa, el país se vio obligado a disminuir el consumo de combustible a menos de la mitad del empleado en 1989.

A comienzos de los años 90 Cuba enfrentó un complejo y adverso escenario en sus relaciones económicas externas, que implicó extraordinarias dificultades a su desarrollo. El modelo económico sufrió la pérdida abrupta y sin compensaciones de sus relaciones comerciales y financieras establecidas con la URSS y los países del bloque socialista. A ello se sumó el recrudecimiento de la guerra económica por Estados Unidos contra la isla y la aprobación de nuevas leyes por el Congreso estadunidense tendientes a fortalecer el bloqueo (la Torricelli, en 1992, y la Helms-Burton, en 1996).

Con el comienzo de la última década del siglo XX, detalla la citada institución financiera, la abrupta disolución de los singulares nexos de asociación con los antiguos países socialistas forzó a Cuba, por segunda vez en pocos años, a enfrentar un proceso de reconversión tecnológica e industrial y de reorientación de sus vínculos comerciales con el exterior y la casi absoluta marginación de los mercados financieros internacionales. Así, la economía cubana recorrió un intenso camino de transformaciones, pero sin destruir lo alcanzado y siempre en defensa de sus conquistas sociales y políticas.

Y ningún país hubiera sobrevivido ese par de terremotos sin un liderazgo sólido, congruente y brillante como el de Fidel.

Las rebanadas del pastel

Por eso, y mucho más, hasta siempre, comandante.

Twitter:@cafevega