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Publica su novela Meridiana con el sello El Tapiz del Unicornio

Beatriz Meyer impugna el poder arrebatado a las mujeres

En la sexualidad estamos bien acomodadas, como destructoras, señala

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Una mujer, en casos muy extremos, puede hacer algo si reconoce que tiene el poder de salvarse ella misma, expresa Beatriz Meyer en entrevista con La JornadaFoto cortesía de la autora
 
Periódico La Jornada
Miércoles 30 de noviembre de 2016, p. 6

El poder es una categoría en la que las mujeres entramos siempre por la puerta de atrás, expresa la escritora mexicana Beatriz Meyer, autora de la novela Meridiana, un juego de mixturas sensuales, violentas, de poder, donde lo sobrenatural, ¿lo diabólico?, cruza la línea de lo cotidiano y viceversa.

Esa obra, publicada por El Tapiz del Unicornio, es una propuesta que cuestiona el poder que nos arrebataron a las mujeres; nos segregaron, nos marginaron de la divinidad y eso se puede ver en la literatura en general. Por ejemplo: tenemos un Fausto que tiene una relación muy importante con el lado oscuro de esa divinidad y hace su pacto. Cuando lo hemos visto en otro lugar, en otras historias, las mujeres siempre son relegadas al papel de brujas sometidas a la voluntad de entidades oscuras; no son mujeres poderosas, autónomas, que puedan imponer su voluntad o que puedan manipular a excepción, por supuesto, del lado de la sexualidad: ahí sí estamos bien acomodadas como destructoras, como entes que atropellan y se llevan lo mejor del alma masculina, dice en entrevista con La Jornada.

Nada de refocilarse en la violencia

La protagonista en Meridiana intenta salir de una situación límite de violencia de género y se encuentra con sus recuerdos olvidados, con la historia oculta de su abuela, con un trasvase que debería ser imposible en un mundo racional y que sin embargo, en culturas como la mexicana y latinoamericana, es perfectamente probable. Eso es lo que el lector irá descubriendo al mismo tiempo que ese personaje.

Meyer retoma la figura del súcubo, demonio que se disfraza de mujer para copular con hombres. Las relaciones sexuales como símbolo de destrucción. Eligió al súcubo como ente arquetípico, ya que se le reconoce en diferentes culturas y países.

Es universal en la medida en que está dentro del imaginario colectivo; se conocen las características generales de una figura diabólica porque está dentro del ámbito religioso católico, aunque los súcubos son derivaciones muy singulares que marcaron yo creo que la vida sobre todo de las personas religiosas del siglo XVII en Europa y, sobre todo, en países conquistados, como el nuestro.

Esta parte sobrenatural convive con la situación de la violencia contra la mujer, pero la víctima (Mercedes) halla su salida o salidas. “Hace tiempo tuve un encuentro con Alicia Pérez Duarte, quien estaba encargada de una comisión sobre las asesinadas en Ciudad Juárez. Me dijo que la literatura en general trata a las mujeres como las víctimas, porque en la victimización hay mucho de sexualidad y de atractivo para los lectores masculinos, y que ya era hora de que las mujeres dejaran de ser víctimas a las que siempre salva un caballero.

“Planteaba que las mujeres tienen que manifestar también su poder, o su proceso de acceso al poder, que no hemos visto reflejado en la literatura o no lo reconocemos porque sí está. Esa idea de Pérez Duarte me llegó muy profundo y dije ‘bueno, sí, una mujer en casos muy extremos puede hacer algo si reconoce que tiene el poder de salvarse ella misma’.”

No es una novela que se refocile en la violencia, añade, “eso resulta muy atractivo para un escritor. Desde el punto de vista del creador y del lector hay una especie de gusto adquirido por encontrarse estos temas. Es como si el lector y el autor no pudieran ya estremecerse con los temas de la literatura como se nos ha presentado hasta ahora; como que necesitan muchísimo estímulo para que se enganchen con la historia.

Por eso encuentras con más frecuencia, sobre todo en la literatura que hacen los jóvenes, esta postura de mostrar la violencia más descarnada. Creo que responde a la exposición tan intensa a los medios que dan esos contenidos a las generaciones actuales, que han crecido con estos temas; así se formaron y eso es lo que buscan. A eso responden los autores. Es importante señalar el problema de la violencia, pero también plantear salidas.

–¿Es una novela de fantasmas, de erotismo, sobre la realidad mexicana?, ¿qué es?

–Quise que fuera una novela de terror, o un relato de terror, pero no salió así. Creo que los que estamos tan acostumbrados al pensamiento mágico, las leyendas y demás que circulan por todos lados no nos asombramos ni nos aterrorizamos tan fácil; no somos como los gringos, que tienen esta idea maniquea del bien y del mal. Pasamos de un lado al otro a la menor provocación. Entiendo por qué no hay una tradición de terror importante en México y en los países latinoamericanos, aunque tenemos a escritores como Amparo Dávila y otros que han hecho esta apuesta.

Meridiana es una historia de suspenso que tiene sexualidad, porque es parte de la vida. Siempre he dicho que las mujeres tenemos mucho que decir sobre la sexualidad. Alguien me dijo que eso no era importante, que lo erótico femenino jamás va a ser un nicho de mercado ni mucho menos.

“Le respondí que no queremos que sea un nicho de mercado, sino parte de lo que las mujeres necesitamos decir. Las mujeres y cómo vivimos nuestra sexualidad es un tema que apenas se abre paso, no obstante que tiene ya mucho tiempo de estarse explorando. Meridiana es una novela de suspenso que tiene un personaje que en su crecimiento va a descubrir que siempre es posible encontrar una salida, aunque en su caso sea con una situación sobrenatural.”

Meridiana será presentada hoy a las 19 horas en el Centro de Lectura y Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, colonia Condesa).

Participan Armando Oviedo, Héctor Orestes, José Antonio Lugo y la autora.