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Postula una concepción humanista de ese arte para hacer comunidad y fraguar belleza

Rescatar periferias, desafío de la arquitectura, opina Renzo Piano

El valor de esas áreas está en el potencial humano, en su energía vital y en un encanto no evidente, pero presente, dice

‘‘En esta profesión debe hacerse utopía, militancia; mezclarla con la invención, la poesía, la tecnología y la ciencia”

Trabaja en Turín, Milán, Mestre, Roma y Catania

Foto
Vista del Museo de las Ciencias de Trento, diseñado por Renzo Piano. Erigido en lo que fue una antigua fábrica, en esa ciudad italiana, el recinto abrió sus puertas en 2013. Imagen tomada de la página oficial del arquitecto en Internet
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 6 de diciembre de 2016, p. 4

Para Renzo Piano (Génova, 1937), considerado uno de los arquitectos más relevantes a escala mundial, el futuro no está en los rascacielos ni en las grandes obras, sino en las periferias.

Así opina quien, molesto, alguna vez ha pedido a los periodistas que no lo llamen arquiestrella, aunque es ganador del Pritzker, coautor del Centre Georges Pompidou de París y autor de la New York Times Tower en Nueva York y The Shard (La Esquirla) en Londres, entre muchos otros edificios.

Limitar su quehacer a la mera estética, o al egocentrismo, significa no comprender su trabajo. Los muros de sus edificios sonarían huecos, como huesos de esqueleto, mientras bullen de vitalidad.

Renzo Piano tiene una concepción humanista de la arquitectura. Muchos de sus edificios son espacios que generan comunidad, donde se fragua la belleza, aquella que ennoblece al ser humano. Contienen cultura (museos, salas de concierto), saber (bibliotecas, universidades, espacios científicos), justicia (tribunales, parlamento), fe (iglesia), salud (hospitales), etcétera.

Ese artista proviene de una generación de lucha. En un encuentro hace tiempo con los estudiantes del Politécnico de Milán, les dijo: En los años 60 del siglo pasado no se estudiaba para frivolidades, sino para cambiar el mundo. En esta profesión debe hacerse utopía, militancia; mezclarla con la invención, la poesía, la tecnología y la ciencia. La arquitectura está en la frontera del arte. Se confunde con la ciencia, pero también con la comunidad. Es un arte comprometido.

Por descentralizar

“Si en el siglo pasado el gran reto para los arquitectos –sostiene Renzo Piano– fue salvar los centros históricos, lo cual logró alcanzarse, en esta centuria el desafío consiste en rescatar las periferias.”

Ese tema se viene explorando desde la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2002 (Next) a la actual. La gran cuestión ha sido cómo integrar las periferias –donde habita la mayoría de la población y la más pobre– con el centro, donde se concentra el poder. El imperativo es descentralizar, prolongar los centros históricos para evitar que se gangrenen por el crecimiento inevitable de las ciudades. Es una relación enferma que debe sanarse, alerta Piano.

Sólo mediante esa integración podrán romperse la desigualdad, la marginación y la tensión social en las urbes.

Toda la energía de Renzo Piano va en esa dirección. En el ámbito urbanístico trabaja en la recuperación de periferias, como en Milán, Trento, Harlem y Sarajevo. Respecto de lo arquitectónico en edificios situados fuera del centro, como posibles detonadores que valoricen y dinamicen la zona, desde el mencionado Shard –ubicado en el Southwark, en el sur de la capital británica– hasta el Stavros Niarchos Foundation, en la zona de Kallithea en Atenas, inaugurado en junio pasado; o los todavía inconclusos campus de la Universidad Columbia, en West Harlem, o el Palacio de Justicia de París, en el área de Batignolles.

La sustentabilidad es un aspecto determinante, utilizando los servicios de la zona, y una actitud que favorezca el bien común. Así se explica cómo en el Shard, que es el segundo edificio más grande de Europa, una auténtica ciudad vertical ocupada por 10 mil personas, no exista estacionamiento (sólo 40 lugares para casos excepcionales). ¿Cómo moverse entonces? En transporte público, gracias a lo cual se elimina el tráfico y la contaminación.

G124

Renzo Piano tcomenzó a trabajar en 2013 en el proyecto G124 desde su posición de senador vitalicio, pues utiliza ese salario para pagar a un grupo de arquitectos jóvenes y a un tutor encargados de desarrollar proyectos en la periferia italiana.

La denominación corresponde a la sede de su oficina de legislador en Roma: G, referido al Palazzo Giustiniani, y 124 al número de su cubículo. Las paredes de terciopelo las ha cubierto con paneles de triplay, donde ha ido colgando sus planos. Después de mi nómina, no dormí una semana pensando en cómo podía ser útil a mi país. La única manera era poner mi trabajo al servicio de la colectividad, afirmó.

Según Piano las periferias no son lugares horrendos como se cree, sino áreas mal nacidas y sin amor. Su belleza está en el potencial humano, en su energía vital y en un encanto no evidente, pero presente.

Piano eligió la periferia de cinco ciudades en Italia (Turín, Milán, Mestre, Roma y Catania), donde ha demostrado que con mínimas intervenciones, poco costosas, puede cambiar la realidad de toda un área. Lo llama intervención de zurcido, refiriéndose a reutilizar lo existente, reparándolo, restaurándolo, no demoliendo ni haciendo grandes inversiones. Para ello es fundamental escuchar a las personas, entender sus necesidades sin imponer el proyecto propio, negociar e integrar a la comunidad mediante la autoconstrucción y la participación.

La llama arquitectura tímida porque actúa con respeto al contexto, sin intrusión; se interesa en los aspectos mínimos y en los materiales pobres, pues contrasta con la arquitectura dispendiosa, egoísta y espectacular.

Para Renzo Piano las ciudades en Europa deben crecer por implosión, no por explosión, y las áreas verdes salvarse por ser fuentes de oxigenación y dignificación.

La finalidad del artista es que este modelo pueda ser asumido por los alcaldes en Italia, para recuperar de manera paulatina las periferias en el país, lo que –estima– llevará de 50 a 70 años.