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El deporte debe educar y no reproducir patrones del machismo

Seguiré combatiendo la intolerancia: Orlando Cruz

El pugilista homosexual buscará en 2017 ser campeón del mundo

 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de diciembre de 2016, p. a15

El puertorriqueño Orlando Cruz viajó a Cardiff, Reino Unido, hace un par de semanas con una doble misión. Quería coronar su carrera de boxeador con el campeonato mundial de peso ligero, para lo cual era necesario vencer al galés Terry Flanagan.

También deseaba atraer la atención como el primer campeón abiertamente gay para enviar un mensaje claro sobre respeto a las diferencias. Para eso, lo sabía y lo sabe, tiene que seguir combatiendo prejuicios e intolerancias.

Perdió en aquel intento, fue noqueado por Flanagan. Cruz, a quien apodan el Fenómeno, no se excusa, no pudo y eso es todo, aunque la división en la que peleó no es la que acostumbra. El peso y la estatura le jugaron en contra. Pero su actividad política, que él mismo define como educativa en el deporte, sigue intacta.

Que a estas alturas del siglo XXI haya tanta intolerancia a la diversidad nos dice que es necesario educar y seguir luchando por la igualdad ante la ley, por los mismos derechos y contra la marginación, dijo el originario de San Juan.

Soy un boxeador profesional que se ha clasificado en las listas hasta tener derecho a disputar un campeonato del mundo. Pero mi lucha también tiene que ver con un deporte que es muy machista y discriminatorio, sostuvo.

Insistir en lo que llama un trabajo educativo en el deporte, al mismo tiempo que desarrolla con seriedad su carrera de boxeador, lo considera sustancial. Cruz reconoce que en el deporte se glorifican varios atributos y valores asociados a la masculinidad desde una mirada machista: el culto a la fuerza, la competitividad y, como en el boxeo, la violencia.

Es importante educar en el deporte porque ahí también se reproducen muchos estereotipos, hay que pelear contra la ignorancia, indicó.

Orlando, seguidor apasionado del futbol mexicano, había escuchado ese coro en los estadios cuando el portero despeja una pelota. Lo que no sabía es que después de la vocalización incitadora del eeeeeeeeeeh, se corona con un estruendoso ¡puto!

No me había dado cuenta de eso. En Puerto Rico esa palabra no se utiliza para denigrar a los gays. Acá se insulta con maricón, que es la palabra con la que se trata de herir a los de nuestra comunidad, comentó.

Después de un silencio, contó sobre su experiencia como dueño e instructor de una academia de boxeo en San Germán, al oeste de Puerto Rico, adonde se mudó por las obligaciones laborales de José Manuel, su esposo, con quien se casó hace tres años en Nueva York.

Cruz tiene alumnos que van de siete años en adelante, niños y niñas que han aprendido los valores del respeto a la diversidad por sus padres.

Cuando los llevo a competir y han escuchado que alguien me descalifica, por decir, que me llama maricón, los he visto enfadarse y responderles: Oye tú, ¿por qué le llamas así? Tú tienes que respetarlo porque él no te falta a ti, se llama Orlando y es gay.

“Son nenes, nenas y jóvenes que me admiran, pero que les han enseñado sobre todo a respetar a los demás. Sus padres me tienen confianza porque saben que yo les transmito buenos valores, además de que hago todo para que se conviertan –si ellos quieren– en grandes atletas”, agregó.

Lo cuenta como un contraste entre lo que ocurre en las gradas de los estadios mexicanos, donde algunos niños incluso son instigados por sus padres para corear el insulto a los porteros rivales.

Los niños lo hacen porque escuchan a los papás. Así incorporan esos insultos, joto, puto, maricón. Pero es como digo, hace falta trabajo en ese tema y el trabajo se llama: educar, concluyó Orlando, quien en 2017 buscará una última oportunidad para se campeón del mundo. Si no lo logra, será entrenador y educador, como se asume, de tiempo completo.