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¿El éxito de Morena ha sido el fracaso del PRD?
"E

l éxito de Podemos ha sido el fracaso del PSOE”, dijo el político socialdemócrata vasco (Eduardo Madina) a El País (4/12/16). Parafraseando el título de la nota podría decir que el éxito de Morena ha sido el fracaso del PRD. ¿Será?

La encuesta publicada el domingo pasado por Reforma parece confirmar lo dicho. Ante la pregunta Si hoy hubiera elecciones para presidente de la República, ¿por cuál partido votaría usted?, el diario mencionado ofrece dos respuestas: una de agosto pasado y otra de diciembre de este año. Morena aumentó sensiblemente de 18 a 22 por ciento y el PRD disminuyó de 6 a 5 por ciento. El 22 por ciento de Morena es el mismo que ha tenido el PRI-PVEM tanto en agosto como en diciembre, pero menor al del PAN, que fue, en ambos meses, de 27 por ciento. Aun así, el dato del crecimiento de Morena es significativo, pues el PAN y el PRI-PVEM se estancaron en los resultados de ambas encuestas (la de agosto y la de diciembre), en tanto que el partido de López Obrador aumentó sus preferencias.

El PRD, debe recordarse, llegó a ser la segunda fuerza electoral, por encima del PRI-PVEM, pero no supo recomponerse y el tricolor (con su aliado) lo aventajó durante el gobierno de Felipe Calderón para ganar en 2012. La declinación del PRD, por la incapacidad de su dirección para refundarlo, resultó evidente hasta para los propios perredistas más miopes, pero concluyeron que aliándose con el PAN podrían sobrevivir. No fue así. En las elecciones locales pasadas regalaron sus votos al PAN sin obtener nada a cambio. En las próximas del estado de México, en 2017, podría ocurrir algo muy similar. El pragmatismo de algunos de sus dirigentes, tanto nacionales como locales, los puede llevar a un nuevo fracaso, pues han confundido sus objetivos: de uno para México, en términos de propuestas, han pasado a otro muy elemental: derrotar al PRI, como si de Vicente Fox se tratara, olvidando que a éste le dio buenos resultados por la coyuntura de 2000, que no es en nada parecida a la de estos últimos años y los próximos.

Cierto es que, por el momento, el único precandidato presidencial que casi seguro será candidato es López Obrador. Pero aun suponiendo que los punteros de los otros partidos pudieran ser, como dice Reforma, Margarita Zavala (por el PAN), Osorio Chong (por el PRI-PVEM) y Mancera (por el PRD), quien va a la cabeza en todos los escenarios que planteó el diario es AMLO, incluso en el posible caso de que el PRD se alíe con el PAN para 2018 con Anaya o con Mancera como abanderados (igual porcentaje refleja la encuesta para el caso de AMLO contra Margarita en el supuesto de que fuera la candidata de la alianza PRD-PAN: 27 por ciento). Sin embargo, no dejará de ser una patética ironía que Margarita Zavala pudiera ser la abanderada del PRD en alianza con el PAN en 2018. ¿La esposa de Calderón candidata de los perredistas? No se tienen respeto, definitivamente; y de principios, nada que añadir, ni siquiera que perdieron la brújula. Sería como si el PSOE se aliara con el Partido Popular de España y que su candidata fuera la esposa de José María Aznar.

Las encuestas de Reforma revelan también otros datos que podrían ser significativos. Uno de ellos es que los partidos están en segundo plano comparados con los posibles candidatos. Esto no es nuevo ni privativo de México. Algo muy semejante ocurrió en Estados Unidos en la elección del mes pasado. Nótese, así, que si de la alianza del PRD con el PAN la candidata fuera Margarita, la votación sería, como ya se señaló, de 27 por ciento, la misma que obtendría Andrés Manuel; pero si fuera Ricardo Anaya el resultado sería de 20 por ciento y AMLO subiría a 30 por ciento. Y si fuera Mancera, sus votos representarían 16 por ciento y el candidato de Morena se mantendría en 30 por ciento. En tercer lugar estaría el PRI-PVEM, con votación menor por Eruviel Ávila que por Osorio Chong quien, por cierto, obtendría más sufragios que Mancera en coalición con el blanquiazul. De los independientes no vale la pena ocuparse: todos los mencionados hasta ahora perderían.

Una encuesta puede equivocarse, como ya se vio también en Estados Unidos. Pero incluso siendo acertada, sólo estaría reflejando el momento en que se hizo, como una fotografía. Dos o más encuestas con la misma pregunta en diferentes momentos, en cambio, nos revelan tendencias, y éstas no son despreciables para suponer diversos escenarios para el día de una elección. Las encuestas también pueden hacer trampas y sesgarse políticamente en función de los intereses que represente la casa encuestadora, pero en este caso nadie puede pensar que Reforma sea lopezobradorista. Tal vez deberíamos estar atentos a las próximas encuestas que realicen este mismo diario u otros.

www.rodriguezaraujo.unam.mx