Opinión
Ver día anteriorJueves 15 de diciembre de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Dos acuerdos petroleros
E

s probable que no sea ilusorio considerar que los acuerdos petroleros conseguidos en Viena –el 30 de noviembre por los integrantes de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), complementado días después, el 10 de diciembre, por 12 exportadores no pertenecientes a esa organización– marquen el punto de flexión de la prolongada trayectoria descendente, la vía dolorosa, de los precios internacionales del crudo que se inició dos y medio años antes, en junio de 2014.

En el primer caso, la conferencia de la OPEP alcanzó el primer acuerdo de limitación de producción desde 2008, a raíz de la crisis financiera global que desembocó en la gran recesión. La opinión prevaleciente entre los analistas petroleros de los medios internacionales de información, las publicaciones especializadas en la industria petrolera y los participantes en los mercados físico y financiero del petróleo, hasta la víspera misma de la conferencia, se inclinó por considerar poco probable la materialización de un entendimiento consensual significativo. Se señaló que las rivalidades geopolíticas entre algunos productores clave –siendo Arabia Saudita, Irak e Irán los mencionados con mayor frecuencia– impedirían que el reconocimiento generalizado de que era indispensable poner coto al exceso de oferta para conseguir la estabilización duradera de las cotizaciones, se tradujera en un acuerdo de todos los participantes.

Conviene subrayar algunas particularidades de este primer acuerdo:

El volumen de producción total de la OPEP en octubre pasado se estima, por fuentes independientes, en algo más de 33.6 millones de barriles diarios (mbd). Colocarlo, como se convino, en 32.5 mbd supone un recorte calculado en 1.2 mbd.

Libia y Nigeria quedaron eximidos de participar en la reducción, debido a las circunstancias que atraviesan. No se consignan los montos de producción que les corresponden.

A partir de enero de 2017, los 14 miembros deberán producir hasta 32.5 mbd. La suma de los 11 cuya producción esperada se consigna es de 29.8 mbd (como sigue, en mbd: Arabia Saudita, 10,058; Argelia, 1,029; Angola, 1,673; Ecuador, 522; EAU, 2,874; Gabón, 193; Irán, 3,779; Irak, 4,351; Kuwait, 2,707; Qatar, 618, y Venezuela, 1,972). Queda un margen de 2.7 mbd para acomodar la producción de los tres no consignados. Varios analistas lo estiman insuficiente, dadas las intenciones de expansión expresadas por Libia y Nigeria.

Un ambiente positivo y optimista dominó el mercado en las primeras jornadas después de la conferencia, pero se modificó de manera un tanto abrupta a partir del 6 de diciembre, cuando aumentó la incertidumbre respecto de la actitud que asumirían los productores no-OPEP, de los que se esperaba una contribución importante al requilibrio del mercado. Casi todo mundo reconocía que, sin esta participación, la OPEP por sí sola quizá no podría conseguir estabilizar el mercado. En vísperas de las consultas entre ambos grupos, programadas para el 10 de diciembre, la incertidumbre, entre otros factores, volvió a presionar a la baja las cotizaciones. En consecuencia, fue en buena medida inesperado que el acuerdo se formalizara y se diese a conocer en unas cuantas horas.

La reunión ministerial con los exportadores no-OPEP fue copresidida por los ministros de Energía de Qatar y Rusia. Además de los países miembros de la organización, participó una docena de otros productores, 11 de los cuales se mencionan nominalmente. El comunicado indica que los productores no-OPEP se comprometen a reducir su respectiva producción petrolera, de manera voluntaria o mediante la declinación administrada, con arreglo a un calendario acelerado. Para los productores mencionados se acordó un objetivo combinado de reducción de 558 mbd. El documento no menciona la reducción aceptada por cada uno. La prensa divulgó los siguientes montos (en mbd): Azerbaiján, 35; Bahrein, 12; Brunei, 7; Guinea Ecuatorial, 12; Kasajstán, 50; Malasia, 35; México, 100; Omán, 45; Rusia, 300; Sudán, 4, y Sudán del Sur, 8. Estos suman 612 mbd, volumen superior al mencionado en el comunicado.

Dicho documento reconoce la necesidad de cooperación conjunta de los países exportadores de petróleo para alcanzar una estabilidad duradera en el mercado, en interés tanto de productores como de consumidores; exalta el compromiso de la OPEP con un mercado petrolero estable y equilibrado, y subraya la importancia de que otros países productores se sumen a sus esfuerzos.

El punto de mayor controversia fue el deseo de diversos productores no-OPEP, notablemente México, de que se aceptara la disminución obligada de su producción, derivada del deterioro de sus yacimientos y de problemas operativos, como equivalente a las reducciones voluntarias aceptadas por los países de la OPEP y algunos otros. También Azerbaiján, entre otros, se inclina por disfrazar como recortes sus reducciones involuntarias de producción, que ya eran conocidas y ya han sido descontadas por los comercializadores. El argumento fue aceptado, pues de otro modo no se habría contado con su participación en el acuerdo. También se advirtió que contabilizar estas declinaciones administradas disminuía en alguna medida la efectividad del acuerdo. El mercado ha descontado desde hace tiempo esas reducciones y no se esperaba que las mismas pudieran ser revertidas en el corto plazo. En otras palabras, nadie esperaba que el nivel de producción de México en 2017 superara los 2 mbd. No aporta, por tanto, ninguna reducción adicional efectiva a la oferta esperada.

Fue también sorprendente que, casi al mismo tiempo que se daba a conocer el acuerdo OPEP/no-OPEP, el ministro saudita anunciara que su país introduciría recortes más profundos que el propalado días antes, quizá llevando su producción por debajo de la cota de los 10 mbd. Un analista británico, citado por Bloomberg (10/12/16), dijo que tan espectacular anuncio subraya el compromiso de Riad con el equilibrio del mercado y debía disipar toda inquietud respecto de si la OPEP va a poner en práctica el acuerdo de manera efectiva. La declaración se interpretó como indicativa de que se perseguía llevar las cotizaciones al rango de 60 a 70 dólares por barril –suficiente quizá para brindar un estímulo importante a la producción de crudo no convencional en Estados Unidos y otros países.

Al abrir los mercados el lunes 12 de diciembre –de acuerdo con diversos recuentos de su comportamiento–, los precios se colocaron por encima de 57 dólares por barril por primera vez en año y medio –desde julio de 2015. Las acciones de las corporaciones petroleras también registraron alzas; tanto las compañías integradas como las productoras de crudo no convencional. Quizá en efecto ya se transitó la vía dolorosa.