Opinión
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Deseo navideño
A

mal tiempo, buena cara. Sí, está muy bien, pero ¿de dónde sacarla? Estas navidades llegan en un tiempo muy oscuro. Para nadie es fácil encontrar un centro de paz desde donde actuar. Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos, confirmado ya por el Colegio Electoral. Eso en sí mismo ensombrece, y tanto... En el mundo habrá política imperialista, con pocos contrapesos ni cortapisas.

Ahí estarán China y Estados Unidos, enfrascados en sus negociaciones ríspidas, jugando a las fuercitas en el mar de China. Quizá las cosas lleguen incluso en una guerra comercial, quién sabe. Y estarán también Estados Unidos y Rusia... será un roto para un descosido. A nivel de política internacional podremos esperar algo así como una Doctrina Estrada, sólo que ya no como instrumento de defensa del país débil contra el fuerte, sino como un acuerdo entre potencias imperiales: entre bueyes no habrá cornadas.

Ahí está, por ejemplo, el presidente Rodrigo Duterte, de Filipinas, quien declaró hace unos días que cuando fue alcalde de Davao asesinó a tres supuestos secuestradores, montado sobre una moto con varios policías de la ciudad, a quienes pretendía instruir respecto de cómo matar a presuntos criminales. Así nomás. En Filipinas el asesinato de presuntos drogadictos y criminales ha sido elevado ya a política oficial de un Estado encabezado por un asesino confeso. Ese mismo sujeto declaró, tras llamada telefónica para felicitar a Donald Trump, que se había entendido muy bien con el nuevo presidente estadounidense. No como con Barack Obama. Según Duterte, Trump le dijo que lo que se hiciera en Filipinas en la lucha contra las drogas como país soberano, era, finalmente, un asunto interno. Es la no intervención como estrategia imperial: tú mata a tus criminales, que ya yo asesinaré a los míos.

Por su parte, la semana pasada Rusia tampoco hizo gran cosa por frenar las tropelías del gobierno sirio en Alepo. Entre bueyes no habrá cornadas. El lunes el embajador de Rusia en Turquía pagó los bombardeos de su país a Siria con su vida.

¿Y acaso se puede esperar algo de los chinos en materia de defensa de derechos humanos? La política represiva de Xi Jinping hacia los medios e intelectuales en la propia China impediría algo así. Entre bueyes no habrá cornadas.

De modo que las fuerzas favorables a los derechos humanos y a la democracia se encuentran asediadas. El atentado en Berlín de anteayer limitará el margen de maniobra de Angela Merkel, quien es hoy la lideresa más sólida de lo que viene quedando del mundo libre. Los atentados de los pasados días le darán alas a los frentes antimigrantes en Europa, Estados Unidos, Australia, etcétera, y habrá amplia tolerancia para que los gobiernos autoritarios de Oriente Medio hagan lo que haga falta por tranquilizar su región. Ayer Irán, Turquía y Rusia comenzaron a negociar una pacificación de Siria. Esa es y será la realidad. El gobierno de Al Sisi en Egipto sigue gobernando desde la represión. Por su parte, Trump ha nombrado como su próximo embajador en Israel a un hombre que apoya la construcción de nuevos asentamientos en territorio palestino, y el traspaso de la capital israelí a Jerusalén. Será una política de franca opresión a las minorías. Un espaldarazo al autoritarismo. Habrá represión de un lado y de otro.

Hay algunas pocas buenas noticias, es cierto: en Austria la ultraderecha perdió las elecciones; pero el plebiscito italiano demostró la fuerza que tiene la ultraderecha. Y las elecciones francesas de mayo se ven delicadas, con posibilidades de un triunfo de Marine Le Pen, al menos en la primera ronda. En el terreno económico europeo, la idea de que habrá un aterrizaje blando para Inglaterra tras del Brexit suena poco probable: la Unión Europea quiere cobrar una deuda que los ingleses no quieren reconocer. Es cada vez más probable que no haya una salida negociada de la Unión Europea, sino un pleito judicial entre Gran Bretaña y Europa, seguido por un cierre parcial del comercio.

Hay mal tiempo en ultramar, pero en América Latina las cosas tampoco pintan demasiado bien. Del desastre venezolano ya no se sabe ni qué decir. Aquello colapsa de un día al otro. México debe prepararse para recibir refugiados del sur, al mismo tiempo que comiencen las políticas de expatriación de Trump. Brasil, por su parte, tiene algo que querríamos tener en México, que es un Poder Judicial capaz de meter a la cárcel a políticos y empresarios corruptos. Lo malo es que son demasiados, al igual que en México; el resultado es que no están dejando títere con cabeza. El alcalde de Río y su esposa están ahora en la cárcel. Brasil se queda sin una clase política acreditada, en medio de una muy fuerte crisis económica. Y el manotazo del Congreso contra Dilma Rousseff ha dejado a la sociedad misma muy maltrecha y polarizada.

Así, en medio de todo aquello, los nerones del mundo tocan sus liras, y mientras el hielo del Ártico se derrite.

¿De dónde sacar una buena cara para enfrentar tiempos así?

El primer impulso navideño deberá ser cuidarnos los unos a los otros. Debemos fortalecer la amistad, ya como política, simplemente porque sí. Por la importancia de la amistad. Fortalecer los lazos de solidaridad. Entender que las macrocrisis se reflejan en nuestras vidas íntimas. Así, durante la crisis de 2008, saltaron las tasas de suicidio en Grecia, Italia y España. Hoy también el mundo sufre una crisis de empleo, que durará hasta que entendamos que la robotización exige nuevos sistemas de distribución de riqueza. Ahora, debemos cuidarnos unos a otros. Estar atentos a la crisis del amigo, del colega, del vecino o del pariente. Entender que nuestras dificultades personales son también y, ante todo, dificultades compartidas.