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Aislada y sin micrófono, la misa que ofició Raúl Vera

Desdén en la Basílica hacia padres de los 43

No hay acceso a la prensa, señaló personal de comunicación social

Ni en Gobernación nos trataron así, se quejan abogado y vocero

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Los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa marcharon de la glorieta de Peralvillo a la Basílica de Guadalupe, donde el obispo Raúl Vera y el arzobispo Carlos Garfias oficiaron una misaFoto Jair Cabrera
 
Periódico La Jornada
Martes 27 de diciembre de 2016, p. 3

Padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa lamentaron el trato recibido en la Basílica de Guadalupe, donde el obispo de Saltillo, Raúl Vera, y el arzobispo electo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, oficiaron una misa, a 27 meses de la desaparición forzada de los jóvenes. Ceremonia en la cual los prelados los conminaron a seguir luchando para encontrar a sus hijos.

Al concluir la misa, Mario González, padre de César Manuel González Hernández; Felipe de la Cruz, vocero del movimiento, y Vidulfo Rosales, abogado de los padres, indicaron que sólo les fue asignada una capilla (la número seis con capacidad para 70 personas) y no el altar mayor del templo, que a los obispos no se les proporcionó micrófono para oficiar la ceremonia y que estuvieron custodiados permanentemente por personal de seguridad de la Basílica y por cuatro policías federales.

Al concluir la Caravana por la Memoria y la Esperanza, que comenzó el pasado 20 de diciembre en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, los padres, diversas agrupaciones solidarias, estudiantes normalistas y ministros de varias denominaciones religiosas iniciaron una peregrinación desde la glorieta de Peralvillo hacia el templo mariano, donde pasado el mediodía se celebró una misa en memoria de los jóvenes.

Cuando el contingente, de alrededor de medio centenar de personas, llegó al atrio de la Basílica, fue recibido y bendecido por Vera y Garfias Merlos, todavía arzobispo de Acapulco. En el lugar se encontraba gran cantidad de reporteros y camarógrafos.

Con anterioridad personal de comunicación social del templo, cuyo rector es Enrique Glennie, había advertido que la misa era en la capilla seis, ubicada en la parte alta de la basílica, y que sería privada, por tanto no hay acceso a prensa.

Durante el ingreso al templo hubo caos: empujones, jaloneos, gritos y consignas por los 43. Mientras personal de seguridad de la Basílica pugnaba para que sólo subieran padres de los estudiantes y una valla de resguardo de agrupaciones que acompañaron a los padres también forcejeaba para impedir el acceso a otras personas.

Mientras en el altar central se oficiaba una misa de franciscanos, desde abajo se observaba el inicio de la ceremonia en la capilla seis, al concluir ésta se dijo que los padres bajarían por donde habían ingresado. Minutos después cambió la versión: sería por la otra entrada.

Los representantes de los medios se movían de un lugar a otro. Se alcanzó a los padres a las afueras del templo, donde Rosales precisó que fue una misa tensa por el trato humillante de las autoridades de la Basílica hacia los padres de Ayotzinapa y relató que el obispo Vera reclamó durante la celebración religiosa que ésta no se haya efectuado en el altar central. Añadió que debido a que simultáneamente se realizaba otra misa en el altar central, poco era lo que se escuchaba de la homilía de Vera y Garfias, quienes no contaban con micrófono, y a los cuales reconocieron su participación en la ceremonia.

Apuntó que el rechazo a los padres de los 43 ha sido sistemático en ese templo y añadió que el trato que recibieron ni siquiera lo han tenido en la Secretaría de Gobernación, pues cuatro policías federales custodiaron el acto e impidieron que los familiares tomaran fotos o videos, aseguró el abogado.

Garfias Merlos rechazó en entrevista pronunciarse sobre estas situaciones y sólo dijo que dejó para los medios una copia impresa de su homilía.

No somos diferentes

De la Cruz dijo que nos dejaron muy marginados en esa capilla, no somos diferentes a nadie de los que están ahí, estamos buscando la verdad y justicia. La fe nos mueve a ir a ese lugar.