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Sala Nezahualcóyotl, 40 años

Una vida de conciertos y afanes filarmónicos en Ciudad Universitaria

Surca el tiempo nave de concreto y alma acústica
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Entre la piedra negra y el paisaje con fondo de volcanes surgió hace 40 años la Sala NezahualcóyotlFoto Dirección General de Música de la UNAM
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La Sala Nezahualcóyotl y el Centro Cultural Universitario quedarán en medio de un hermosísimo pedregal, lo cual constituye un atractivo más y seguramente la convertirá en uno de los lugares más originales que hay, explicaba con entusiasmo Diego Valadés, director general de Difusión Cultural en 1976Foto Dirección General de Música de la UNAM
 
Periódico La Jornada
Jueves 29 de diciembre de 2016, p. 2

La Sala Nezahualcóyotl cumple 40 años. Actual sede de la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, el recinto fue construido entre 1975 y 1976, para albergar a 2 mil 229 personas. Cuatro décadas de arte, de placer, de música. Esta es la historia de uno de los espacios más importantes de México y América Latina.

Se abre el concierto...

Es la noche del jueves 30 de diciembre de 1976. En menos de dos años, un hormigueo jornalero, una legión de peones, ingenieros, arquitectos, plomada, cal, cemento, apoteosis constructiva, hizo aparecer entre la lava volcánica y el paisaje con fondo de volcanes una nave polígona de concreto y alma acústica, que hoy por vez primera late en su ritmo cordial de afanes filarmónicos.

Es la noche penúltima de 1976 y un arpa de luces se dibuja hacia lo alto: potentes reflectores que anuncian el sitio fundacional, la nueva Meca, la casa de Euterpe. Llegan, en número aproximado de 2 mil 600, los oficiantes: 120 de ellos portan y hacen sonar instrumentos musicales, dos centenares forma coro, el resto representa a un público que crecerá en el transcurso del tiempo y esta noche ocupa –aunque no se trató de un lleno absoluto– las 2 mil 300 butacas diseñadas con respaldo a lo alto, reflejante del sonido.

Es la Luna anterior al Año Viejo. La nave sobre lava tiene grabadas, en una estela de piedra sembrada al pie de su entrada principal, cuatro líneas que dan cuenta del descubrimiento de un poeta. Cuatro líneas en su lengua original, traducidas por el doctor Miguel León Portilla:

Quin oc ca tlamati noyollo:
Yehua niccaqui in cuicatl,
nic itta in xochitli:
Maca in cuetlahuiya

Por fin lo comprende mi corazón:
escucho un canto,
contemplo una flor:
¡Ojalá no se marchiten!

Es, nos ilustra el doctor Miguel León Portilla, el corazón que ha comprendido al fin cuál ha de ser su camino y, en su libro Quince poetas del mundo náhuatl (Editorial Diana, 1994), desea hallar los cantos y flores que nunca perecen. Nezahualcóyotl no caerá de nuevo en la duda. Su corazón habrá de encontrar flores y cantos con vida y raíz. Probablemente, por esto, dejó dicho:

No acabarán mis flores
no cesarán mis cantos.
Yo cantor los elevo,
se reparten, se esparcen.
Aun cuando las flores
se marchitan y amarillecen,
serán llevados allá,
al interior de la casa
del ave de plumas de oro.

Es en la noche del jueves 30 de diciembre de 1976 cuando la flor y el canto cobran sentido. La poesía de Nezahualcóyotl reverbera en el eco telúrico que anida entre los pliegues de la lava volcánica y mira hacia el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, que bien supieron de los afanes de aquel poeta, arquitecto y sabio en las cosas divinas, quien nació en el Año Uno Conejo (1402) y murió en el Año Seis Pedernal (1472) y que además de dejarnos la poesía, este príncipe tlamatini (“el que sabe algo –nos ilustra el tlamatini León Portilla–, el que medita y discurre sobre los antiguos enigmas del hombre en la tierra, el más allá y la divinidad”) nos legó algunos modos de acceder a la flor y al canto:

“Su largo reinado de más de 40 años aparece en los textos como una época de esplendor en la que florecen extraordinariamente las artes y la cultura. Nezahualcóyotl edificó palacios, templos, jardines botánicos y zoológicos. Fue consejero de los reyes aztecas y, como arquitecto extraordinario, dirigió la construcción de calzadas, las obras de introducción del agua a México, la edificación de los diques o albarradas para aislar las aguas saladas de los lagos e impedir futuras inundaciones.

Su descendiente, el historiador Fernando de Alva Ixtlilxóchitl nos habla pormenorizadamente de las obras emprendidas por Nezahualcóyotl y describe con fruición lo que llegaron a ser sus palacios con salas dedicadas a la música y a la poesía, en donde se reunían los sabios, los conocedores de los astros, los sacerdotes, los jueces y todos cuantos se interesaban por lo más elevado de las creaciones dentro de ese nuevo florecimiento cultural hondamente cimentado en la tradición de los toltecas.

Es jueves, es de noche y en el interior de la nave polígona se desata una anacrusa: Fiestas (1976), partitura preparada ex profeso para la inauguración de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl por Héctor Quintanar (1936), es lo que suena. La Orquesta Filarmónica de la UNAM pone en sonidos tal partitura, dirigida por su autor, y lo que se escucha son fanfarrias seguidas de un lenguaje descendiente en diagonal de Silvestre Revueltas.

Enseguida los tres movimientos de la Sinfonía Segunda, conocida como Sinfonía India (1936) de Carlos Chávez (1899-1978) marcan en su clima arcaico y austero, más allá de la reconstrucción arqueológica (Yolanda Moreno Rivas dixit) un eco nuevo del esplendor de cinco siglos que son los cimientos, la raigambre de esta nave poderosa que emprende esta noche vuelo.

Suena en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, en su noche inaugural, el brillo de la música de México. La soprano Irma González emblematiza la presencia de los músicos nacionales que han forjado un prestigio internacional a toda prueba, que han formado parte de una larga época dorada del concertismo nacional e internacional y que enlazan, tienden mantos, puentean con una nueva generación de grandes músicos por venir. La presencia de Irma González esta noche es una representatividad idónea para los solistas mexicanos que habrán de desfilar por este escenario en el futuro, que esta noche inicia.

Primera solista en la historia de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, la maestra Irma González canta esta noche de Invierno tres tesoros de la música de México, pertenecientes al periodo novohispano: La primera, Alegres luces del día, de Manuel de Sumaya. La segunda: Cuando la primavera, de Ignacio Jerusalem. La tercera pieza que entona Irma González en la voz solista con la Orquesta Filarmónica de la UNAM encabezada por su director titular, y la amplificación canora del Coro de la UNAM, pertenece al legado del encantamiento anónimo: Calenda a María Santísima de la Concepción.

Habrá de sonar en la segunda parte del programa inaugural el Concierto Quinto, Emperador, de Ludwig van Beethoven (1770-1827) ejecutado por el primer solista extranjero en la cronología de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl: el alemán Hans Richter-Haaser. Se inicia así, con tal programa, la historia de una sala de conciertos.

Ha comenzado el concierto

Desde el palco de honor y en presencia de Porfirio Muñoz Ledo, secretario de Educación Pública, y Carlos Hank González, regente de la ciudad de México, el rector de la UNAM, Guillermo Soberón Acevedo, declara solemnemente inaugurado el recinto, el Coro de la UNAM entona el Himno Nacional y suena entonces, ya, el concierto.

El programa de mano inaugural, en pastas áureas, que ofrece el dibujo del paisaje de volcanes y la nave polígona, aloja la poesía de Nezahualcóyotl, traducida por León Portilla:

Xopan cuicatl
Icahua cuicatl,
oyohualli ehuatihuitz,
zan quinanquilliya
toxochayacach.
Quimoyahua xochitl,
on ahuía cuicatl.

Xochiticpac cuica
in yectli cocoxqui,
ye con ya totoma
aitec.
Zan ye connaquillia
in nepapan quechol,
in yectli quechol,
in huel ya cuica.

Canto de primavera
Resuena el canto,
los cascabeles se hacen oír,
a ellos responden
nuestras sonajas floridas.
Derrama flores,
alegra el canto.

Sobre las flores canta
el hermoso faisán,
su canto despliega
en el interior de las aguas.
A él responden
varios pájaros rojos,
el hermoso pájaro rojo
bellamente canta.

¿Por qué construir una sala de conciertos en Ciudad Universitaria? Responde Diego Valadés, director general de Difusión Cultural en una entrevista difundida por la revista Los Universitarios en octubre de 1976, mientras cientos de hombres hormiguean en la nave en ciernes, que se yergue velozmente sobre un páramo de vegetación escasa, lava volcánica y volcanes en el horizonte:

Las actividades musicales que se están llevando a cabo en la Universidad son ya muy amplias. El año pasado (1975) se ofrecieron 250 conciertos y recitales. Esta importante cantidad se justifica porque es la actividad musical una de las que cuentan con mayor número de adeptos. Otra razón para construir la sala es que en México no hay una sola localidad, algún sitio en el que se puedan escuchar conciertos y recitales con absoluta fidelidad, los recintos de que disponemos, no sólo en la ciudad de México, sino en el país, son muy precarios, muy pobres en acústica, sobre todo aquéllos cuyo objetivo inicial no era servir como centros de actividades musicales, como por ejemplo el Auditorio Nacional. Debido a la actividad de la propia Universidad, y a la carencia de recintos adecuados para que se llevaran a cabo audiciones de manera satisfactoria, se pensó en la conveniencia de construir esta sala, que no es la única construcción que se hará en el sur de Ciudad Universitaria. La sala de conciertos forma parte de un centro cultural que comprenderá una sala de música de cámara, un foro experimental para teatro y danza, un foro abierto y dos salas para cine. Así estamos en la primera etapa de lo que en algún momento será un importante centro cultural de la Universidad. Estas son fundamentalmente las razones por las cuales está siendo construida la sala de conciertos.

Lo primero que se pensó al elaborar los proyectos para construir la sala, subraya Valadés, fue en la acústica.

El especialista estadunidense Christopher Jaffe fue el comisionado para diseñar la acústica de la mejor sala de conciertos de América Latina.

De la construcción y elaboración de los proyectos para construir la nave polígona, continúa Diego Valdés, se encargaron los técnicos y los arquitectos e ingenieros de la dirección general de obras de la Universidad. Se trata de un proyecto colectivo, de una obra realizada dentro de la Universidad por universitarios. Esto tiene importantes repercusiones en cuanto al costo de la obra, que no es el capricho de ningún arquitecto que aspire a consagrarse con una obra que va a pagar la Universidad.

El presupuesto para la construcción de la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, aclara Valadés, “no salió de la Dirección General de Difusión Cultural, sino de la Dirección General de Obras, que manejó en la actual administración un presupuesto de mil 600 millones de pesos. La sala costará ya terminada 30 millones o sea 0.5 por ciento del total de la inversión de la Universidad en obras. El grueso de la inversión se fue en las escuelas nacionales de estudios profesionales, que son cinco, en la ampliación de toda la sección de investigación que duplicó lo que en instalaciones para la investigación había en la Universidad y en la construcción –estoy hablando de las construcciones más importantes– de 14 clínicas odontológicas y de cuatro clínicas de la Facultad de Medicina que son muy importantes. En las clínicas de odontología hay capacidad para ofrecer 15 mil consultas diarias gratuitas a quienes lo solicitan. Así pues, la inversión no es desproporcionada por cuanto hace a la función importante que para la Universidad significa la difusión de la cultura. Es la única inversión de la Universidad que además de ser autofinanciable es recuperable”.

Señala el director de Difusión Cultural: “Esta sala de conciertos está siendo construida en la zona sur de Ciudad Universitaria en la intersección del anillo Periférico y la avenida Insurgentes de manera que se ofrezca a quien venga en automóvil o a quien venga en transporte colectivo, la mayor facilidad para llegar. En otras partes de la ciudad se encuentran problemas muy serios de congestionamiento y los terrenos de Ciudad Universitaria son particularmente amplios y ofrecen una serie de características muy atractivas para la construcción no sólo de la sala, sino también del centro cultural.

“No se modificará para nada el entorno geográfico, la sala quedará enclavada en la piedra volcánica sin que se haga ninguna modificación, a excepción hecha de aquéllas que se requieran para su perfeccionamiento, tales como vías de acceso y estacionamiento. Fuera de eso, la sala y el centro cultural posteriormente quedarán en medio de un hermosísimo pedregal lo cual constituye un atractivo más y seguramente la convertirá en uno de los lugares más originales que hay en la actualidad.

“Una de las principales características distintivas de esta sala de conciertos es que sólo servirá para funciones musicales. Si se le hubieran puesto otros elementos, por ejemplo un telar para representaciones de ópera, o si se hubiera puesto un foso para que ahí funcionará una orquesta en caso de que se llevaran a cabo algunas interpretaciones de danza o de ópera, también se habrían modificado radicalmente las características acústicas de la sala.

“Lo más importante es que se conservó lo estrictamente necesario para que la música se pudiera escuchar con la mayor fidelidad. Toda la parte baja del foro constituye una gran caja acústica: los músicos estarán sentados arriba de un tablado, abajo del cual a su vez habrá una gran caja acústica que permitirá magnificar considerablemente el efecto sonoro de las orquestas o de los solistas.

“Del techo van a pender una serie de elementos acústicos, que permitirán también establecer las mejores condiciones para el volumen, de manera que las condiciones de sonoridad en toda la sala sean muy homogéneas. La sala es poligonal, se aproxima a un círculo, pero de todas maneras se conservan líneas rectas. Esto permite que cada uno de los muros refleje las ondas sonoras en el sentido que se desea, de manera que se cree un espacio envolvente de ondas sonoras dentro de la propia sala, lo cual garantiza que todos los miembros del auditorio tendrán la posibilidad de escuchar de manera muy homogénea.

Finalmente, los muros serán recubiertos de madera, lo cual formará un relieve destinado igualmente a que las ondas sonoras tengan una adecuada repercusión. Como una previsión más, se ha colocado en las butacas una pequeña cresta de madera que funcionará como la caja acústica o la caja de resonancia de cada uno de los espectadores. Están dados todos los elementos para que la acústica de la sala sea realmente de primera.