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Aunque se tenga reconocimiento, todo se viene abajo al dejar de picar piedra: Álvaro Bitrán

La música es una carrera frágil; hay que tocar puertas siempre

Estamos un poco decepcionados porque no se han consolidado otros ensambles en México; sólo duran dos o tres años y desaparecen, lamenta el integrante del Cuarteto Latinoamericano

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Para lograr mantenernos tanto tiempo juntos, los integrantes del grupo nos hemos dado nuestro espacio, asegura el violonchelista Álvaro Bitrán, integrante del Cuarteto LatinoamericanoFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de enero de 2017, p. 3

En la música no hay nada escrito. Por más reconocimiento y éxitos que se logren, siempre hay que seguir esforzándose y trabajando, como al principio de la carrera.

No podemos dormirnos en nuestros laureles, afirma el violonchelista Álvaro Bitrán, integrante del Cuarteto Latinoamericano, uno de los ensambles mexicanos de mayor proyección internacional, que este 2017 cumple 35 años de haber sido fundado.

En entrevista con La Jornada, el intérprete adelanta que para celebrar tal efeméride se tiene previsto un concierto en el Palacio de Bellas Artes, en fecha por confirmar, además de la grabación de un disco con canciones de Violeta Parra, cuyo centenario de nacimiento se cumple este año.

También realizarán un concurso nacional de cuartetos de cuerda en febrero próximo, en Monterrey, Nuevo León, para el cual cuentan con el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

–¿Cómo llegan a estos 35 años en lo individual y como grupo?

–Más viejos, más calvos y canosos, pero felices de haberlo logrado. La verdad es que esto es un milagro. Cada día que pasa, que podemos seguir tocando juntos, es único.

Esta es una carrera frágil. Da miedo que acabe súbitamente por diferentes afecciones físicas, ya sea tendinitis, por el hombro, el codo, el ojo, cualquier cosa, y si eso lo multiplicamos por cuatro, el riesgo se incrementa exponencialmente. Por eso digo que es un milagro que podamos seguir juntos y tocando.

–¿Cuál es la fórmula para lograr mantenerse tanto tiempo juntos como grupo, además de que tres de ustedes son hermanos?

–Primero resolvimos el tema personal. Inteligentemente, nos hemos dado nuestros espacios, no socializando más de lo necesario. Mucha gente se sorprende porque después de los conciertos no vamos a cenar al mismo lado o porque no viajamos en el mismo avión. Pero así funcionamos.

“Hay quienes piensan que vivimos en la misma casa, pero cada uno tiene su familia y vivimos en diferentes partes. Encontramos una dinámica que incluye mucha independencia en los momentos en los que no estamos trabajando. Eso ha sido fundamental, como es el respeto para el colega y la puntualidad.

Por más que ya tenemos cierto nombre y reconocimiento, hasta hoy seguimos chambeando, picando piedra, tocando puertas e inventando conciertos. Se pensaría que ya la hicimos, pero si dejáramos de hacer las cosas, nos venimos para abajo. Hay que seguir trabajando. Siempre.

–¿Cómo se ponen de acuerdo, de qué manera toman ustedes las decisiones?

–El cuarteto es un modelo increíble de democracia. Cuando estábamos en Pittsburgh, nos hicieron un documental en la Facultad de Ciencias Sociales. Querían estudiar el cuarteto como fenómeno de un equipo de trabajo de democracia, y quedaron sorprendidos.

“Todo lo decidimos tratando de consensuar. Si estamos en desacuerdo, finalmente, después de mucho platicar, votamos, y si es tres contra uno, el uno pierde, y nada de rencores.

El problema es cuando estamos en empate, dos contra dos, ya sea en temas tan básicos como quién maneja o qué repertorio tocaremos. Si no hay consenso, echamos la moneda al aire; es algo que hemos usado muchas veces. Nos parece la manera mas justa y democrática de tomar decisiones.

–Tienen reconocimiento en el país y el extranjero, han recibido el Premio Nacional de Ciencias y Artes y el Grammy Latino en dos ocasiones, ¿qué les falta?

–Estamos un poco decepcionados de que no hemos logrado la consolidación de otros cuartetos en México. Es decir, surgen otros ensambles, duran dos o tres años y después desaparecen. No hay cuarteto que haya durado siquiera cinco años.

“Hay dos problemas básicos por los que no se consolidan. Uno, porque las relaciones humanas en un grupo de cuatro son muy difíciles. Allí están Los Beatles como ejemplo. Es un problema de egos, personalidades, responsabilidad.

“Por otra parte, no existe un camino profesional para este tipo de ensamble. Por ejemplo, un violinista puede ganarse una plaza en una orquesta, con lo cual tiene sueldo, prestaciones, su vida hecha. Pero para un cuarteto no hay nada. No hay nadie que te contrate para un cuarteto fijo. Y eso es una lástima.

Los ensambles en México siempre deben estar inventando proyectos, pedir lana, tocar puertas, como un grupo de rock que empieza, que debe buscar por dónde, y eso lo hace más difícil.

–¿Alguna vez han estado a punto de disolver al cuarteto?

–No es que no hayamos tenido broncas personales ni que no nos haya faltado la chamba, pero nunca a un extremo de esas dimensiones. Es algo que no nos ha pasado por la cabeza.

“El cuarteto llegará a su final cuando alguno de nosotros, por alguna razón física o de cualquier otro tipo de declive, ya no pueda tocar bien. Ojalá la vida nos regale unos años más. Pero estamos conscientes de que ya no somos unos chamacos y en cualquier momento eso puede suceder.

En ese momento nos daremos un abrazo, haremos una gran fiesta y se acabó el Cuarteto Latinoamericano. No vamos a remplazar a nadie.