Opinión
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México SA

Gasolina extraterrestre

Un mundo nos vigila

Tortilla cerca del dólar

P

or estar de vacaciones el inquilino de Los Pinos no tuvo tiempo de explicar en tiempo y forma el porqué del megagasolinazo, pero, ya descansado, lo hizo nueve días después y con toda claridad y contundencia, como siempre. Tras escuchar su mensaje a la nación los enardecidos mexicanos quedaron satisfechos y en paz, pues entendieron que el precio de los combustibles no aumentó, sino que simplemente se ajustó, y que la decisión no fue interna, sino que viene del exterior, es decir, un mundo nos vigila (Pedro Ferriz Santa Cruz dixit).

Pero no sólo les dijo eso. Les explicó que tan sólo en el sexenio anterior (el de Felipe Calderón) se perdió casi un billón de pesos, es decir, un millón de millones, subsidiando la gasolina, y todo porque el gobierno de entonces no tuvo el valor de asumir los costos políticos de reducir el subsidio a los combustibles.

Y qué bueno que lo aclaró: desde el calderonato el precio de las gasolinas ha crecido de manera constante, pero no por la importación masiva de combustibles, no por razones de saqueo fiscal, no por el pingüe negocio privado, no por la decisión gubernamental de no construir una sola refinería en los pasados 37 años ni de exprimir a Pemex, sino porque nadie quiso asumir el costo político.

Sin embargo a la hora de hacer las cuentas el referido billón de pesos no aparece por ningún lado. Si se suma el subsidio registrado desde los tiempos calderonistas y se le resta el saldo positivo, entonces entre 2008 y 2017 (en este año lo que se estima captar por impuestos a las gasolinas), el saldo negativo en el periodo se reduce a 55 mil millones de pesos, es decir, 5 mil 500 millones por año en promedio.

Esta última cantidad resulta ser la mitad de lo que anualmente paga el gobierno (vía IPAB-Fobaproa) por intereses devengados resultantes del rescate bancario de 1995, es decir, no menos de 11 mil 500 millones de pesos por año. Y eso no viene del exterior.

Entonces, ¿qué hubieran hecho ustedes? (EPN dixit). ¿Ajustar los precios de los combustibles o rescatar a los banqueros? Por cierto, uno de los responsables de quemar una parte del billón de pesos referido por Peña Nieto fue su actual secretario de Hacienda, que también lo fue de Felipe Calderón. Durante el sexenio de éste, el precio de la gasolina Magna se incrementó cerca de 70 por ciento, el de la Premium alrededor de 50 y el del diésel más de 100, pero de nada sirvió porque no asumió el costo político.

En otro orden, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, hace su primer aporte analítico del año. Va, pues.

Para México, el inicio de 2017 está marcado por un panorama turbulento en materia económica. Eventos internos y externos han provocado comportamientos desfavorables en algunas variables macroeconómicas, situación que sin duda afectará en las perspectivas de crecimiento para el año en curso.

A nivel nacional, el incremento en el precio de las gasolinas afectará la evolución de la inflación durante los próximos meses, ya que dicho combustible es utilizado como insumo en el proceso de producción de ciertos bienes, además de que es uno de los componentes principales para la transportación de muchos otros. Si bien el índice de precios del productor ya presentaba incrementos significativos a finales del año pasado como consecuencia del encarecimiento de las materias primas de importación debido a la depreciación del tipo de cambio, los productores habían absorbido gran parte de dichos incrementos. Sin embargo, dicha estrategia resultará insostenible en los meses por venir ya que además de hacer frente a combustibles más caros, las empresas también deberán lidiar con tarifas eléctricas más elevadas. De esta forma, para mantener una operación adecuada, es de esperar que los productores realicen un ajuste en los precios de los bienes y servicios que ofrecen a los consumidores.

Dichas condiciones económicas han contribuido al deterioro de la confianza empresarial, la cual continúa sumida en una severa depresión. Las manufacturas, la construcción y el comercio mostraron variaciones negativas en sus indicadores de confianza durante diciembre pasado (-3.3, -5.6 y -4.4 puntos, respectivamente), con lo cual alcanzaron los niveles más bajos observados desde 2011. De hecho, uno de elementos que conforma el indicador de confianza empresarial que ha sufrido las variaciones negativas más significativas es aquel que mide las opiniones en torno a la situación económica presente de nuestro país.

Por otro lado, la balanza comercial de nuestro país durante noviembre del año pasado exhibió un comportamiento favorable. Las exportaciones totales presentaron un incremento de 11.1 por ciento, mientras las importaciones totales aumentaron 5.1. No obstante, aún es prematuro hablar de una recuperación del sector externo mexicano ya que, en primer lugar, los resultados durante 2015 se ubicaron en terreno negativo, por lo que las cifras observadas en 2016 tenían una base comparativa inferior; en segundo lugar, el acumulado anual tanto de las exportaciones como de las importaciones hasta noviembre del año pasado todavía resulta desfavorable (-2.5 y -2.6 por ciento, respectivamente).

A nivel internacional, además de la decisión de Carrier en relación con la cancelación de inversión en nuestro país en noviembre pasado, se suma la determinación que Ford anunció hace unos días, lo que ha tenido un impacto significativo en el tipo de cambio, lo cual se podría traducir en una mayor presión sobre los niveles de inflación y provocar con ello ajustes mayores a las tasas de interés elevando el costo de los créditos en detrimento del consumo y la inversión.

De esta forma, nuestro país requiere de una estrategia emergente que permita hacer frente a todos los obstáculos que plantea 2017. En ella se debe contemplar la recuperación de la confianza empresarial mediante el establecimiento de un clima de negocios adecuado que brinde seguridad tanto a productores como a consumidores.

Las rebanadas del pastel

Tras el megagasolinazo, al seguimiento cotidiano del tipo de cambio (ayer se pagaron hasta 21.80 pesitos por dólar) habrá que incluir otros indicadores de relevancia, como el del precio de los productos básicos. El de la tortilla, por ejemplo, pues el kilogramo está muy cerca de alcanzar el nivel observado por nuestra destrozada moneda nacional. Oficialmente es de 11 pesos, pero ayer en Hermosillo, Sonora, se pagaron 19.17; en Mexicali, 17.57; en Acapulco, 17.25, y en La Paz, Nogales y Campeche, 17. Y puede ser de otra forma, porque todo viene del exterior (EPN dixit), como el maíz.

Twitter: @cafevega