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Puntos sobre las Íes

Recuerdos (empresarios) XLIV

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El colombiano Luis Bolívar en la 59 Feria de Cali, realizada en Canaveralejo, en Valle del Cauda, el pasado 30 de diciembreFoto Afp
G

enio y figura… Por obvias razones de espacio, tuve que cortar mi anterior entrega a La Jornada cuando Ismael, el conocido mesero del restaurante Prendes, nos entregó una botella buena nacencia de parte del doctor Gaona y le dijimos que le diera las gracias al optometrista, y nada más. A poco, regresó Ismael con la botella y nos dijo que el galeno no aceptaba el desprecio de ninguno de sus tres grandes amigos.

Así que, aceptación tripartita, con la súplica que el doctor y Chafic nos acompañaran a compartir el obsequio, lo cual aceptaron.

Conversamos los cinco animadamente, copa del exquisito tintorrio de por medio y se despidieron galeno y apoderado, ya que tenían asuntos que tratar.

Diez minutos después pedimos a Ismael la cuenta, misma que siempre era revisada por el licenciado Creixell, ya que para eso de los pesos y centavos era verdaderamente escrupuloso y quien, de pronto, llamó al mesero y le dijo que había un error, pues nos estaban cargando la botella que nos obsequiara el doctor.

Regresó el buen Ismael para decirnos que el doctor Gaona había dado instrucciones en la caja para que se cargara en nuestra cuenta.

No lo podíamos creer.

Gabino y yo, soltamos la carcajada ante la desfachatez y el cinismo de Alfonso Gaona, mientras el rostro de don Javier iba del rojo al verde y del morado al blanco; tuvimos que calmarlo no fuera a indisponerse seriamente.

Ese era el doctorcito

Y, de esas… ¡mil!

* * *

Y sabía torear.

Se dijo y contó que el ganadero don Jesús Cabrera, harto ya de dos o tres cheques de hule, llegó a la óptica armado con tremendo pistolón, dispuesto a todo, ya que era hombre de carácter muy fuerte.

Los empleados de la óptica se alarmaron y, al parecer, la señorita Suárez del Solar, hermana del conocido periodista don Luis, le dijo al doctor lo que pasaba así que éste, rápidamente, salió de la óptica por la puerta de atrás y, pasado un buen rato, regresó, sólo que lo hizo por la entrada principal y, al darse cuenta de los muchos que se encontraban tratando de calmar al ganadero, el doctor Gaona se acercó a la pelotera y, con un aire frío de general revolucionario, se dirigió a don Jesús y tomándolo del brazo le dijo: véngase don Chucho, que suerte la mía, si lo he buscado por todas partes. Señores, nos van a disculpar, pues me urge hablar con el ganadero.

Nadie osó moverse de la óptica, temiendo una tragedia, pero, por fortuna, vieron salir al doctor tomando del brazo a don Jesús y despidiéndose ambos para dirigirse a Prendes.

A Dios gracias, la cosa no pasó a mayores y dos o tres semanas más tarde se anunció la corrida de don Jesús Cabrera para el domingo siguiente.

Vaya muleta, digna de Fermín Armillita chico.

* * *

Lo que sigue, yo lo viví.

Carlos Arruza, en sus días de ganadero, pactó con Alfonso Gaona una corrida y una novillada y cuando Alfonso Alvírez, entonces apoderado y representante de El Ciclón, se presentó en la óptica para el cobro de la novillada –ya lidiada– lo único que encontró fueron excusas: el doctor no está, salió a una ganadería, lo llamaron a junta en el DDF, hasta que, cansado de todo esto, Carlos decidió tomar la novillada por los cuernos y, apenas llegado a la capital, se fue a la ya multicitada óptica en busca del doctor y, créanlo, lo encontró.

Total, en esta ocasión, el galeno, sin comida en Prendes, le dijo a El Ciclón que el señor Sabater lo acompañaría al banco para que el pago se hiciera en efectivo.

Así que, bien forrado, emprendió Carlos el regreso a Pastejé.

Pasaron los días y al no tener Carlos noticias del doctor, pensó que éste lo había puesto en la lista negra y que, entonces, debería aceptar las peticiones de plazas de provincia (entre ellas recuerdo la de Irapuato) por lo que informó a la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia de México, para evitar un problema.

Nunca supo El Ciclón si todo fue obra de la casualidad o alguien dentro de la asociación le avisó al doctor, pero el caso fue que uno o dos días más tarde, éste le hizo saber que necesitaba el encierro previamente reseñado.

Otro lío en puerta.

(Continuará)

(AAB)