Opinión
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México SA

Gobierno maquillado

Dólar a 22.40 pesitos

¿Futuro promisorio?

D

esde el comienzo sexenal todo fue maquillaje: en el gobierno peñanietista cotidianamente presumían la fortaleza económica del país, una solidez envidiada por la comunidad de naciones y uno de los mayores crecimientos en el contexto internacional, al tiempo que manejaban prudentemente la deuda pública que crecía a pasos agigantados, garantizaban un futuro promisorio con las reformas estructurales que llevaría a los mexicanos a vivir como noruegos, combatían la corrupción y el inquilino de Los Pinos ejercía un liderazgo firme y sin parangón.

Se llenaron la boca de autoelogios, y a lo largo de cuatro años el discurso, duro que te dale, no modificaron una sola letra, mientras la cruel realidad hacía su chamba y demostraba exactamente lo contrario de lo cacareado en las altas esferas gubernamentales, es decir, que México una vez más estaba en el hoyo, o mejor dicho que nunca salió de él. La gravedad económica es más que obvia y si el discurso oficial nunca sirvió como mediana referencia, ahora mucho menos.

Todos los males, todos los achaques, los atribuyeron a factores externos y a una volatilidad pasajera que, obvio es, viene de afuera –como el mega gasolinazo–, porque internamente la solidez y la fortaleza eran la norma. La realidad puntualmente invalidó esos pretextos, pero el siempre creativo equipo que sí sabe gobernar encontró una nueva mina: el causante de todo es Donald Trump, el cual, si bien es un hijo de puta, sólo hasta ahora tiene influencia y toma decisiones que afectan a México, aunque ya Peña Nieto le puso un mayordomo del año para lo que se le ofrezca.

Inteligente, como siempre, el gobierno peñanietista primero sorraja el martillazo y se queja por la reacción de los mexicanos. ¿Qué gobierno, en sus cabales, aumenta de un plumazo los precios de los combustibles hasta 24 por ciento? Y reclama a los ciudadanos su airada reacción, cuando es él quien en realidad es el que ha exacerbado los ánimos.

Primero muerto que reconocer el abuso, pero para tapar su exceso comete otro: presenta en sociedad un acuerdo hecho sobre las rodillas, pésimamente armado, pletórico de nada y en el que nadie cree. Además, provoca a sus aliados naturales, los patrones, quienes lo mandan a paseo.

Pero bueno, la realidad nacional ha hecho su chamba y ubicado al propagandístico saving Mexico en su exacta dimensión: sinking Mexico. Cómo estará el ambiente, que hasta el sempiternamente optimista José Angel Gurría, ahora en funciones de secretario general de la OCDE, ya no ve lo extraterrestre por ninguna parte. A finales del sexenio calderonista este personaje de la zoología política nacional presumía, urbi et orbi, que la economía mexicana casi es de otro planeta y está en otra dimensión, y ello era posible gracias, afortunadamente, al trabajo de tantos años, según dijo.

Porrista oficial de la tecnocracia mexicana, parece que el tamaulipeco superó etapas y ahora, más terrestre que nunca, se queja –sabiamente, como siempre– de que México crece a la mitad (a una tercera parte, en realidad), pero no podemos seguir creciendo más con los niveles de pobreza y desigualdad que tenemos. ¡Eso es!: no es el modelo económico el que genera pobreza y desigualdad, sino éstas las que impiden que México crezca como debe. Y eso es así, según él, porque la economía mundial lleva cinco años en una trampa de bajo crecimiento (y México 34 años).

Durante su estancia en la Secretaría de Hacienda otro maquillista fracasado, Luis Videgaray, aseguraba que la vertiginosa devaluación del peso era inexistente, pues en realidad lo que sucedía era que el dólar era el que se apreciaba rápidamente, y muestra de que no pasaba nada malo era que en el contexto internacional nuestra divisa resultaba ser una de lasmenos afectadas por la volatilidad pasajera.

Pues bien, ayer el tipo de cambio alcanzó nuevo nivel histórico: 22.40 pesitos por billete verde (léase 22 mil 400), y ha quedado claro que la divisa mexicana se cuenta entre las más vapuleadas del mundo, con todo y que en lo que va de 2017 el Banco de México ha inyectado más de 3 mil millones de dólares para fortalecer a nuestro bilimbique.

De entrada, un dólar apreciado hasta las nubes es igual a alimentos cada día más caros (y México importa la mitad de lo que aquí se come), a importaciones onerosas para poder exportar y a un estímulo permanente para que los precios apresuren el paso. Y en lo que va del sexenio peñanietista la devaluación es superior a 70 por ciento.

Y si el dólar sube a paso veloz, la economía baja al mismo ritmo. Ayer el Banco Mundial decidió recortar, una vez más, su estimación sobre el crecimiento mexicano. Si bien van las cosas –y todo apunta a que ni lejanamente será así– en 2017 no pasará de 1.8 por ciento (contra 2.3 por ciento originalmente previsto), con lo que, de concretarse tal cálculo, el promedio anual de avance peñanietista sería de 1.9 por ciento, igual que en el calderonato, pero ya aprobadas y en funcionamiento las reformas que los mexicanos exigen (EPN dixit).

Tan sólida y fuerte resultó la economía mexicana que el Banco Mundial la coloca en el escalón número 20 entre las 27 naciones latinoamericanas incluidas en su análisis. Prácticamente en el sótano. Eso sí, en esta ocasión el gobierno peñanietista puede darse el lujo de presumir que México crecerá más que Haití y apenas por arriba de Belice.

El organismo financiero advierte que en México se espera que la inversión se debilite en 2017, reflejando la incertidumbre política en Estados Unidos, contribuyendo a una desaceleración modesta del crecimiento a 1.8 por ciento. Sin embargo, se espera que el consumo privado en México sea más robusto, ayudado por la baja inflación, el escaso desempleo, el aumento de los salarios reales y las fuertes remesas. Las débiles monedas pueden dar un impulso competitivo a las exportaciones de la subregión, aunque las condiciones mundiales no son propicias para un sólido crecimiento del comercio internacional.

Qué bueno, pues, que a los mexicanos ofrecieron un futuro promisorio, y éstos salen a las calles a celebrarlo.

Las rebanadas del pastel

Entonces, si el dólar se ha apreciado (Videgaray dixit) constantemente, Enrique Peña Nieto se ha devaluado permanentemente: el primero está en las nubes y el segundo en la lona, con ganas de empeorar, y en ambos casos el récord es histórico.

Twitter: @cafe-vega