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Ver día anteriorViernes 13 de enero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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No existe la generación espontánea
L

a generación espontánea no existe. Todo puede ser anticipado, todo se advierte, todo se anuncia mediante signos. El gran problema es saber especificar esos indicadores y descifrarlos con razonable confiabilidad. Nada surge de la nada, todo tiene un origen que es detectable de algún modo. Aceptarlo es parte de los cánones de la inteligencia política. En la gestión pública las sorpresas en principio son inadmisibles, son antinatura. Todo rastro proviene de otro ya existente.

La violencia social, delictiva o no, que hace días se ha desatado, es resultante de muchos factores que tienen como denominador el hartazgo de la sociedad ante tantos actos de corrupción e inequidad evidenciados: La Casa Blanca, los Moreira, Duartes; diputados, senadores y magistrados voraces; la violencia, las ofensas de Trump y la propia Presidencia con sus torpezas y abusos de poder. La irritación de un pueblo nunca espontánea.

El resentimiento público acumulado por tanto acto ofensivo estaba obligado a concretarse en una explosión social. No condenen anticipadamente a los violentos, culpen primero a quien irritó su paciencia y ofendió su dignidad. Pensaron que el país podía transitar por un abuso mayúsculo del poder y que lo haría sin la objeción general. Todos esos errores apuntaban hacia algo que el gobierno no vio o peor, que lo despreció.

Esa ceguera resulta dramática y alarmante cuando en las cumbres de su supuesta majestad, el gobierno emitió en abril de 2014 su Programa de Seguridad Nacional que incluyó la creación de un Sistema Nacional de Inteligencia, cuyo fin sería generar productos de inteligencia con un alcance estratégico y multidimensional para sustentar la toma de decisiones del Ejecutivo federal y aseguró que este programa (de seguridad nacional) tiene como fundamento la generación de inteligencia estratégica.

El programa advierte desde entonces que la seguridad interior demanda fortalecer la presencia de las fuerzas federales en el territorio nacional, notificación que cuatro años después tomaría forma en la iniciativa de una Ley de Seguridad Interior que, socapa de dar base legal a ciertas actuaciones de las fuerzas federales, anuncia un endurecimiento de la gestión política del gobierno.

La ausencia de inteligencia propositiva, de diseño de escenarios, está también en el manejo de la crisis. Una vez más el gobierno se muestra reactivo, escapista, justificatorio, nunca una autocrítica, ningún rubor. El papel conciliatorio que les corresponde a la Secretaría de Gobernación, a la invisible de Energía y a la de Comercio, sencillamente ha estado vacío. Qué explica la disparatada reacción de los gobernadores y la demostrada incompetencia de las policías. Todo ello exhibió una falta de inteligencia propositiva, de creación de cursos de acción alternos, atinadas decisiones y de conducción política eficaz. El individualismo y consecuente soledad presidencial son manifiestos. Así lo quiso.

La conclusión es aterradora: tenemos un gobierno personalista, endurecido, que actúa sin inteligencia política que la alerte sobre riesgos de cada una de sus decisiones. Esto es, un gobierno que conduce al país a pálpitos, a ciegas. Ni hubo la citada información para la toma de decisiones, ni tampoco hubo el cálculo de consecuencias que los cánones indican que deben estudiarse antes de decidir. Un gobierno que no supo qué pasó, que no supo quién, si lo hubo, tripuló la algarada criminal, ni cómo comunicarlo honestamente.

Por eso la vox populi atribuye al gobierno mismo ciertas acciones violentas y el esparcimiento de rumores perversos, lo que sería un acto de barbarie sólo explicable por la desesperación. Más que significativo es que la entidad más atracada haya sido el estado de México.

Para sumarse a la alarma que genera tanta impericia, vale preguntar: ¿Hasta dónde el gobierno acepta ya que el gasolinazo y el efecto Trump son una muestra terrible de la fragilidad nacional? ¿Sabrá que existen grietas debilitantes que son el producto de gobernar sin perspectiva, de despreciar a nuestras débiles instituciones en lugar de fortalecerlas y de gobernar a golpes de corazón?

Estuvo ausente en este drama histórico la esperada aportación de un Sistema Nacional de Inteligencia que sólo existe en el documento que lo creó, sistema del que por cuatro años se dijo que valía hasta el elogio público presidencial. Si esa ausencia de conocimiento privará a futuro en lo interno y en los deberes del doctor Videgaray, ¿cómo cumplirán con sus funciones? ¿Qué pasará? El deber del gobierno, Osorio o Videgaray, uno en lo interno y el otro en su match externo, demanda de un apoyo de operaciones de inteligencia.

Trump ofende y amenaza de manera inaceptable, ¿cómo se delineará la actitud mexicana? ¿Con qué acervo de inteligencia? Por cuatro años se ha gobernado a favor de la corrupción, de la impunidad, nada se pudo contra la violencia criminal que no fuera crecerla y sí se promovió una gran ostentación de poder bonapartista y ofensivo. No calcularon que algo tendría que pasar, ¿y lo que viene qué?