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Economía Moral

Agnes Heller y las teorías de las necesidades humanas/ XVII y última

Predominio de necesidades cualitativas y tiempo para el ocio en sociedad ideal

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gnes Heller (AH) continúa su abordaje de las relaciones entre producción y Sistema de Necesidades (SdeN) en la Sociedad de los Productores Asociados (SPA), al señalar que en la concepción de necesidades (N) materiales predomina cierto igualitarismo en el sentido actual del término, el cual no tiene enemigo más encarnizado que el propio Marx, quien considera que el concepto de igualdad es inherente a la producción de mercancías. Añade AH:

“La igualdad como consigna y como exigencia permanece… en el horizonte de la sociedad burguesa... En la sociedad que promueve la riqueza de la individualidad –la SPA– no se realiza la igualdad: igualdad y desigualdad en su determinación reflexiva se convierten en irrelevantes y carentes de sentido” (Teoría de las Necesidades en Marx, TNM, p. 148).

Para apoyar estas interesantes tesis, AH cita el libro La Sagrada Familia, en el cual Marx (excluye a Engels, su co-autor) expresa que la idea de la posesión igualitaria es expresión alienada del fin real que debiera ser la superación de las relaciones alienadas; y también cita Crítica del Programa de Gotha, en el cual Marx ataca el derecho igualitario al que ve como el derecho de la desigualdad, ya que la ‘igualdad’ abstrae las N efectivas de los individuos y les adjudica porciones iguales de riqueza social por igual trabajo (sean cuales fueren sus N). La distribución según las N, contrariamente a la distribución según el trabajo, supera tanto la igualdad como la desigualdad”. (TNM, pp. 148-149). En la segunda fase del comunismo habrá abundancia de bienes, razón por la cual no hay lugar para el aspecto ‘igualitario’ del comunismo. En contraste, en El capital encontramos, dice AH, un modelo de saturación respecto de los bienes materiales, sobre el cual señala que se trata de un igualitarismo (relativo) sobre las N efectivas que remiten a bienes materiales. AH critica a Marx: No podemos imaginar una ordenación social en que las N de bienes materiales sean susceptibles de saturación de un modo simple y homogéneo y donde la individualidad se de- sarrolle exclusivamente con respecto a las N no materiales. Señala que a la concepción de Marx en El capital la llamaríamos hoy igualitaria (TNM, p.149) aunque Marx le otorgaba una gran importancia a la restructuración del SdeN.

Dice AH que aquí surge la pregunta: ¿Quién decide sobre el reparto de las capacidades productivas? ¿Quién decide cuánto tiempo debe corresponder a la producción de los bienes que sirven para el disfrute inmediato? La respuesta de Marx es que en la SPA cada uno decide, pero no explicó cómo puede ello ser posible porque esa pregunta no surgió para él. En cambio, en nuestro tiempo, dice, la elaboración de modelos para tal fin ha alcanzado una importancia decisiva (TNM. pp. 150-151). Tampoco es casualidad, continúa, que Marx nunca se haya planteado la pregunta de cómo debe participar cada individuo en la toma de decisiones, ya que, por una parte, la categoría de interés desaparece, y el único interés común de todos, aparte de satisfacer las N necesarias (que jugarán un papel subordinado en el SdeN) será la reducción del tiempo de trabajo. Lo anterior hará que la forma de tomar decisiones sea indiferente porque en cualquier caso:

“…cada individuo expresa las N de todos los demás …. en el hombre socializado el género humano y el individuo representan una unidad realizada. Cada individuo representa al género y el género está representado en cada individuo... Las N de los hombres socializados determinan la producción… quien decide es el género humano mismo. (TNM, p.151].

Este texto puede vincularse con lo planteado por György Márkus (Marxismo y antropología) sobre el criterio de desarrollo histórico: la medida en la cual se realiza la esencia humana (el ‘ser humano’) en la existencia individual concreta. Tiene razón AH, en términos de Maslow: en una sociedad de individuos autorrealizadores, cada uno comprende las N de los demás. En la SPA las N de tiempo libre y de tiempo para el ocio, que no son sinónimos para Marx (el primero es negativo: estar libre de trabajo; el segundo es positivo: tiempo para actividades genuinamente humanas, elevadas, como el arte), cobran importancia:

La actividad artística, que genera y remite a objetivaciones para sí ya en el ámbito de la sociedad clasista, constituye el ejemplo más sencillo e ilustrativo de lo que interesa a Marx: la N de objetivaciones para sí conformes al género (la especie) constituye la verdadera N humana de los miembros de la SPA. (TNM, p.153)

Las N de objetivaciones para sí [que no son medios para un fin ulterior] son N puramente cualitativas, no cuantificables; son siempre N-fines, continúa AH, quien cita el Vol. III de El capital: más allá de la producción comienza el despliegue de las fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el verdadero reino de la libertad. En ellas se desarrolla la verdadera riqueza del hombre: universalidad de N y capacidades. (TNM, p.153) El objeto para sí puede ser también el otro hombre: a través de sus relaciones el hombre socializado realiza cualidades nuevas que se plantean como fin; el hombre rico es el hombre rico en relaciones humanas, señala AH, quien pregunta si la N del otro hombre es también la N de comunidad. Para Marx, explica, la comunidad sólo tiene valor cuando se manifiesta como forma de la conformidad con el género para sí, cuando no hay ningún interés ni conflicto de intereses. La conciencia universal, la reflexión, la filosofía, la teoría y el pensamiento deben radicarse en este ser comunitario y no, tan sólo en un segundo momento, penetrar en las masas, continúa AH. La idea de la N de la comunidad, central en el joven Marx, pasa a segundo plano en obras posteriores; AH atribuye esto a que en éstas Marx critica a las comunidades naturales y sus limitaciones. Cuando Marx (incluso el joven) habla de comunidades piensa siempre en comunidades libremente elegidas. Pero también Marx considera rasgo positivo del capitalismo la disolución de las comunidades naturales. Más adelante, AH indica (¿contradiciéndose?) que Marx se angustiaba por la disolución de las comunidades en cuanto las reconocía como embrión de la forma de relación destinada a devenir universal en el comunismo. (TNM, p. 157)

A criterio de Marx, señala AH, la vida cotidiana del hombre de la sociedad futura no está construida en torno al trabajo productivo, que ocupa en ella un lugar subordinado. Por el contrario, el núcleo de organización lo representarán aquellas actividades y relaciones humanas que son conformes al género para sí, las N-fin cualitativas serán las N primarias del hombre, constituirán su individualidad única y limitarán también las N de bienes materiales. Así se constituye la personalidad profunda y rica en N. Porque Marx veía ese cambio en el SdeN como natural y, obvio, infravaloraba los conflictos. Pero este modelo puro de Marx no pierde su significado decisivo, dice AH, quien termina su libro con el párrafo incluido en el recuadro. Para otra visión de TNM véase Patricia Springborg, The Problems of Human Needs and the Critique of Civilisation, Cap. 11 (Allen y Unwin, 1981)

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