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Carlos Amorales representará a México en la próxima Bienal de Arte de Venecia

Artista enmascara el lenguaje; desafía rodeos y ambigüedad

La vida en los pliegues, proyecto del autor, consiste en sustituir las letras por cientos de ocarinas

En los años recientes una enorme mercantilización ha convertido el arte en un espacio raro, donde se invierte dinero y eso genera cierta simplificación, señala en entrevista con La Jornada

 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de enero de 2017, p. 3

El proyecto La vida en los pliegues, especie de instalación-performance de Carlos Amorales (Ciudad de México, 1970), sustentado en una reconfiguración del lenguaje textual y fonético, representará al país en la edición 57 de la Muestra Internacional de Arte de la Bienal de Venecia.

Trabajar sobre la decodificación y codificación del lenguaje escrito permite, explica el artista, enmascarar el lenguaje, es decir, la letras ya no son como las apreciamos de manera convencional, sino un poco más abstractas.

Para la Bienal de Venecia, propone un grupo de letras que parecen ilegibles, pero si las decodificamos forman un texto legible. La idea es enmascarar el lenguaje para que aparezca de otra manera.

Es un trabajo que desarrolla desde hace tiempo, pues la cuestión, añade, es que para la Bienal se articulará un aspecto fonético y con esa finalidad están en proceso de creación unas 700 ocarinas (silbatos promitivos en cerámica); cada una representa una letra, con las que se pueden formar palabras, decir un poema, un cuento.

“Me interesa –señala en entrevista con La Jornada– encontrar un lenguaje que pueda ser representado de otra manera, que permita pensarlo distinto de la forma convencional”.

Al respecto, plantea un proceso que implica un paso de lo textual a lo fonético. Un ejercicio de reconfiguración del lenguaje textual y musical.

Performance con 12 músicos

En La vida en los pliegues, decribe Amorales, se sustituyen las letras de un alfabeto por formas abstractas: una serie de ocarinas, de manera que al escribir con ese alfabeto se crea un lenguaje fonético, es decir, una ocarina representa una A, otra, una B, y así sucesivamente. Con ello se puede velar o enmascarar una palabra y permite acercarnos a las cosas por otra vía.

Para tocar los instrumentos o silbatos crea también una especie de partituras, añade. En ese sentido se trabaja en la conexión del texto y la fonética.

El espectador, adelanta Carlos Amorales, verá y leerá una serie de poemas. Al lado, sobre unas mesas se pondrán las ocarinas y alrededor estarán las partituras.

Para apreciar cómo funciona esa propuesta, “se hará un performance, con una docena de músicos. Planeamos que ocurra en diferentes momentos durante seis meses que abarca la bienal”.

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Carlos Amorales propone un grupo de letras que parecen ilegibles, pero si las decodificamos forman un texto legibleFoto cortesía del INBA

Respecto del binomio decodificación-codificación, Amorales explica: “De cierta forma tiene que ver con la manera en que nos comunicamos en México; sinuosa, ambigua, dando rodeos, como que enmascaramos lo que deseamos expresar. Es algo que se ve en la política, pero lo hacemos todos.

Aquí tenemos una especie de lenguaje enmascarado. De ahí desarrollé la idea del lenguaje como máscara, la cual exploro con la finalidad de saber cómo funciona socialmente.

Tal aspecto, explica, se verá reflejado en el proyecto que llevará a Venecia, toda vez que hoy vivimos una particular y grave situación político-social en el país. Ese es uno de mis desafíos.

Por segunda vez, Amorales acudirá a la Bienal de Venecia; en la primera representó a Holanda.

Vivir del mercado del arte

La vida en los pliegues fue elegida por el jurado que integraron Graciela de la Torre, directora de Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México; Aimée Labarrere, presidente del Patronato de Arte Contemporáneo; Néstor García Canclini, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana; la artista Melanie Smith; Itala Schmelz, curadora; Benjamín Mayer, director de 17, Instituto de Estudios Críticos, y María Cristina García Cepeda, actual titular de la Secretaría de Cultura federal cuando fungía como directora del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Su obra abarca animación, video, cine, dibujo, instalación, performance y sonido.

“En los años recientes –señala– ha habido una enorme mercantilización del arte. Éste se ha convertido en un espacio raro, donde las personas invierten dinero y eso ha generado cierta simplificación para que así sea adquirido o inviertan en él. Eso no necesariamente hace que sea mejor arte, quizá es más caro, pero no mejor. Hay artistas que trabajan sólo en ese nivel y otros que también viven del mercado, pero cuyos procesos son más largos y complejos.”

La vida... se mostrará en la Bienal de Venecia, en la sala de armas de El Arsenal, del 13 de mayo al 22 de noviembre.