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Gasolinazo y manejo de recursos públicos

M

uy poco o nada podría hacer el gobierno estatal para impedir o, cuando menos, contrarrestar el gasolinazo, pues se trata de una decisión federal; por otro lado, no le resulta deseable, porque echar abajo el incremento implicaría renunciar a las participaciones federales que fluirán hacia la entidad como consecuencia de la medida.

Por ello es de tomar en cuenta el anuncio hecho por el gobernador Héctor Astudillo Flores: a fin de atenuar los efectos del alza, se reducirán salarios de servidores públicos y se revisarán los gastos del próximo Tianguis Turístico, sin descuidar la calidad del evento.

Sin embargo, puede ir más a fondo: vigilar, por ejemplo, que las dependencias responsables de supervisar el gasto público cumplan con su función cabalmente, pues nunca se ha sabido que, verbigracia, la contraloría estatal haya descubierto malos manejos y procedido contra los responsables. Sólo después del sexenio, los sucesores dan a conocer el uso indebido de recursos.

Pero la vigilancia no debería limitarse al manejo del presupuesto, sino extenderse a los negocios sucios que se realizan al amparo de las facultades e influencias con que cuentan los servidores públicos, como el conocido cobro de diezmo a empresas a las cuales se asignan obras públicas.

De nada serviría que, por un lado, les impidan apoderarse de las partidas presupuestales y, por otro, concederles la libertad de que hagan negocios personales.

Lo mismo podría hacer el Congreso con los diputados y los ayuntamientos. La Auditoría General del Estado desempeña un papel vital en la fiscalización de los recursos municipales.

Hay mucho por hacer con el manejo de los recursos públicos, pues las dependencias y organismos fiscalizadores han actuado con gran descuido.

Decir que el actual gobierno recibió el estado con un déficit de 18 mil millones de pesos revela que los fiscalizadores fueron ineptos para descubrir los desfalcos en su momento, o refleja contubernio de éstos con los funcionarios.

Acciones u omisiones de esa naturaleza no deben permitirse más, pues pueden evitarse con decisión y, sobre todo, con voluntad.