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Entre Tijuana y San Ysidro, donde ya hay un muro, transitan 65 millones al año

Miedo, frustración y rabia en ambos lados del mayor cruce fronterizo México-EU

¿Para qué quiere más Trump?: paisana; es una idea idiota, afirman dos estadunidenses

 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de enero de 2017, p. 11

San Ysidro.

Una idea loca, racista, inviable: en la transitada frontera entre Estados Unidos y México es difícil encontrar a alguien que esté de acuerdo con la construcción del muro ordenada por Donald Trump.

Sin una semana aún en el poder y como lo prometió durante su campaña electoral, Trump anunció su política para reforzar los controles migratorios, que incluye la deportación de indocumentados con antecedentes criminales.

En el mayor cruce fronterizo terrestre del planeta, que conecta la estadunidense San Ysidro con la ciudad mexicana de Tijuana, el sentimiento es de miedo, frustración y rabia por el anuncio.

Aquí ya existe una división física. Dos cercas gigantescas con alambrado de púas, que se construyeron entre finales de 1990 y la primera década de 2000.

Lo del muro se me hace una tontada porque si ya está todo lo que hay, ¿para qué quiere más?, se preguntó Esperanza Preciado, chica de 19 años, mientras cruzaba a pie de Estados Unidos a México con su bebé en brazos para llevársela al padre. Ella trabaja en las casas de cambio de San Ysidro y cuenta con documentos.

Pero tengo mucha familia que no tiene papeles y me da miedo por ellos, lamentó.

Me duele porque de aquel lado está mi gente y que les hagan esto no es justo; esas personas, como yo, venimos a trabajar porque tenemos necesidad, expresó por su parte Héctor, limpiador de alfombras de 52 años que no quiso dar su apellido. Llegó sin documentos hace 12 años y hoy ya es ciudadano estadunidense.

Cientos de personas cruzan de un país a otro por dos puentes peatonales, mientras una fila inmensa de automóviles se concentra en el control fronterizo.

Por aquí transitan más de 65 millones de personas cada año, de Tijuana a San Ysidro y viceversa, cifra muy cercana a los 74.9 millones de pasajeros que circularon por el aeropuerto internacional de Los Ángeles.

En esta ciudad, que depende de un cruce fronterizo fácil para su vida cotidiana, fue imposible hallar a una persona a favor del muro.

Del lado estadunidense se oye más español que inglés tanto en la calle como en los comercios. Hasta los agentes fronterizos hablan español en las cantinas mientras disfrutan de un taco y una horchata.

Sentada en la salida del moderno edificio del puente oeste, Marci Ponce lee el diario Frontera, que compró en Tijuana.

Iniciarán el muro en meses, se lee en la primera página junto a una foto del presidente sonriendo.

¡Está loco!, afirma esta mujer de 42 años, que volvía de visitar a su madre en México.

Lo mismo piensan Laurie y Scott Medows, estadunidenses de pura cepa, que viven en San Diego, vecina a San Ysidro, y viajan dos o tres veces al año a México.

Es innecesario, no tiene sentido, es una idea idiota, expresó Laurie. Espero que los mexicanos sepan que queremos una buena relación y que este es un hecho desafortunado, añadió.

El muro costará entre 12 mil y 15 mil millones de dólares, según el republicano Paul Ryan, líder de la mayoría en la Cámara de Representantes. Trump aseguró ayer que México lo pagará en su totalidad, mediante un impuesto de 20 por ciento a las importaciones del vecino país.

Trump tiene derecho a proteger su casa, pero que pague él. Eso sí, está demostrando que va en contra de cualquier cosa que no sea estadunidense, es un racista, zanjó Sergio Moreno, un comerciante de 54 años que vive en Tijuana y cruza a Estados Unidos para comprar mercancía para su tienda.

Casi un tercio de la frontera (mil 50 kilómetros de los 3 mil 200 de extensión) ya tiene algún tipo de valla, cerca, muro o alambrado de púas, que impide el paso de personas o vehículos.

Ampliar esta barrera con el famoso muro no va a detener a la gente a venir a Estados Unidos, sólo va a traer más muerte, explicó Enrique Morones, fundador y director de Border Angels (Ángeles de Frontera).