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¿Emergencia epidemiológica por obesidad y diabetes?
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l 15 de noviembre 2016, Día Mundial contra la Diabetes, Pablo Kuri, subsecretario de Salud –con el Comité Nacional de Seguridad en Salud–, emitió una alerta –única en el mundo– por sobrepeso, obesidad y diabetes, debida al persistente incremento en muertes asociadas a ellas.

Sus causas, señaló, son diversas. De quienes viven con diabetes –en promedio–, solamente una cuarta parte controla los niveles de glucosa en sangre. La mayoría puede desarrollar complicaciones graves: falla renal, pérdida de la vista y/o amputación de extremidades por insuficiencia circulatoria. La diabetes también aumenta el riesgo de muerte.

Simultáneamente, en Jalisco, el secretario Narro comunicaba que, con la emergencia, se dará gran visibilidad al problema: cuando uno suma factores de riesgo a la obesidad, como tabaquismo, alcoholismo, estilos de vida y mala alimentación, ahí están los verdaderos enemigos de la salud en México; mientras, desde el IMSS, se anunciaba un nuevo modelo de atención clínica. La meta para 2018, precisó Kuri, es lograr que 35-40 por ciento de los pacientes alcancen control metabólico.

Poco antes (agosto, 2016), Kuri se preguntaba ¿Qué falló?, respondiéndose: El problema se gesta desde hace tres décadas; falta una política integral y tampoco funcionaron los esfuerzos de regulación (Mathieu Tourliere, Proceso, 28.8). La explosión de sobrepeso y obesidad, agregó, resultan de la sedentarización, incremento de la esperanza de vida, falta de actividad física, así como de la proporción creciente de comida chatarra y refrescos.

Anualmente, una persona consume 163 litros de refresco, en promedio. En 2013 se vendieron 214 mil toneladas de alimentos ultraprocesados. En 2014, el SAT recaudó –por primera vez– el IEPS sobre bebidas azucaradas a tasa 10 por ciento y sumó 8 por ciento a comida chatarra. Según la SHCP, en 2015, recaudó 37 mil 325 millones de pesos. Nos gustaría que se destinara una fracción a salud. Pero no está etiquetado para ello, lamentó Kuri. Hay una discusión interna para que bajen a salud, y la SHCP no está considerando el incremento de ningún impuesto. Nosotros creemos que sí sirve.

Pero en agosto, 2016, Fernández, presidente de Femsa (Coca-Cola) minimizó sus impactos sobre la industria y se burló: aprendimos que los precios de nuestros productos estaban demasiado bajos, porque ponen este impuesto y al año que sigue la demanda aumenta 16 por ciento. Estábamos dejando dinero en la mesa.

Además, Kuri advertía: el sistema de salud está descentralizado. La responsabilidad de la provisión es estatal y a veces están rebasados o su personal no está bien capacitado. Y reconocía que, aunque el Seguro Popular garantizaba las pruebas de hemoglobina glucosilada, sólo 20 por ciento lo obtienen. Ante ello, la Ssa centralizó la compra de las tiras. También se ha logrado, afirmaba, el incremento de horarios para actividades físicas en escuelas de tiempo completo.

Sobre el etiquetado alimentario que Cofepris adoptó (2014) –sin consulta alguna y retomando el modelo de refresqueros y chatarreros–, Kuri matizaba: hay instancias de responsabilidades. No puedo responder por qué lo hizo. Ellos hicieron el estudio; tienen la información. Son la autoridad regulatoria. Pero reconocía que, según el Instituto Nacional de Salud Pública (2011), sólo dos de 122 estudiantes fueron capaces de descifrarlo y establecer qué cantidad de azúcar contenían.

Respecto de la prohibición de Cofepris para difundir comerciales (Tv y cines) entre 14 y 22 horas, que generó debate por no incluir medios digitales y copiar el EU Pledge –diseñado por refresqueros y chatarreros europeos– Kuri expresaba: Lo que se argumentó a la industria fue que ni siquiera los estándares mínimos que acordaron los están siguiendo en México. Nos falta entrar a otros medios, como Internet. Eso lo tenemos que platicar con Cofepris. Y cuando se le preguntó: ¿es normal que la industria apoye o patrocine programas federales?, Kuri contestaba: No somos enemigos. Es una industria legal que paga sus impuestos y genera empleos.

En octubre 2013, Peña Nieto presentó su Estrategia Nacional para la Prevención y el Control de Sobrepeso, Obesidad y Diabetes, en la que propuso anteponer la salud por encima de cualquier otra consideración. A su lado estaba Brian Smith (Coca-Cola). Como secretario (Sedesol), Meade realizó declaraciones conjuntas (Estrategia de combate a la pobreza) con Femsa, Nestlé, Bimbo, Walmart, Grupo Viz (SuKarne) y Soriana.

Desde el lanzamiento de la Cruzada Nacional contra el Hambre (2013), se otorgó a Nestlé –por adjudicación directa– 9 mil 798 contratos. Fundación Coca-Cola patrocinó el programa gubernamental de actividad física Ponte al 100 (Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte) y Nestlé lanzó (agosto 2014) su programa Unidos con Niños Saludables (Ssa) (Proceso, 28.8).

Como observa Alejandro Calvillo, del Poder del Consumidor: ¿los programas gubernamentales pueden promover marcas y productos? ¿Funciona una estrategia diseñada desde la industria?

Mikel Arriola, director del IMSS, declaró: Ya basta de que los intereses comerciales estén por encima de la salud. Pero, durante sus cinco años como titular de Cofepris, él fue el responsable directo de la reglamentación en etiquetado y publicidad: permitió que la industria dictara sus propias reglas. El etiquetado –acusado de engañoso y que esquiva las recomendaciones de la OMS en azúcares– que entró en vigor legalmente en abril 2015, era una copia del modelo elaborado por la industria, en marzo 2011. En publicidad de refrescos y comida chatarra, abril de 2014, Cofepris copió el EU Pledge.

¿Emergencia epidemiológica por sobrepeso, obesidad y diabetes?

*Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco