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Las mujeres en la ruptura de Lutero
I

nicialmente la Reforma protestante fue un movimiento de ciertas cúpulas intelectuales masculinas. Pronto tuvo repercusiones en otros sectores de la sociedad alemana, como el de las mujeres. De Alemania tuvo extensión a prácticamente toda Europa, y la participación femenina alcanzó un peso significativo.

¿Cómo se identificaron las mujeres con las propuestas de Martín Lutero, se apropiaron de las mismas y las difundieron? ¿Qué repercusiones tuvo la ruptura luterana en su vida cotidiana, más allá de las polémicas doctrinales por parte de los teólogos que rompieron con el catolicismo romano? ¿Se comenzó a gestar un perfil distinto del ser mujer, diferente del tradicional identificado con el catolicismo romano?

Las anteriores, y otras interrogantes, son abordadas por Kirsi Stjerna en Women and the Reformation (Blackwell Publishing, Oxford, 2009), y Derek Wilson en Mrs Luther and Her Sisters, Women in the Reformation (Lion Hudson Publishing, Oxford, 2016). Stjerna sitúa su acercamiento al tema desde la perspectiva de los estudios históricos y sociales de género, que han contribuido a la salida del anonimato de mujeres que tuvieron participación y relevancia en diversos movimientos y acontecimientos históricos. De los muchos nombres de mujeres y de acciones que desarrollaron durante los años de la primera y segunda generación de reformadores protestantes, ella hizo una selección guiada por los siguientes criterios. Primero, que hayan tenido alguna forma de liderazgo y el mismo sea posible documentarlo. Segundo, la vida de las mujeres elegidas, sus contribuciones y retos son interpretados a la luz de la enseñanza de los reformadores sobre el lugar de las mujeres en la Iglesia y la sociedad, así como a la luz del potencial poder emancipador que acompañaba la proclamación del Evangelio y que atrajo a esas mujeres. Tercero, la autora entra de lleno al asunto de su investigación y, por lo mismo, quienes la lean deben tener una familiaridad básica con la historia de la Reforma. Por su parte, Wilson enfoca su investigación en el sacudimiento que significó para muchos el matrimonio de Lutero, monje agustino, con Katharina von Bora, quien primero estuvo en un claustro benedictino y después con monjas cistircienses, llegando a ser una de ellas. El volumen sigue la pista a otras mujeres hermanas de Katharina, hermanadas no por vínculos de sangre, sino por haber decidido unirse al movimiento de ruptura con la Iglesia católica romana.

Las mujeres estudiadas por Stjerna y Wilson desarrollaron sus actividades en diferentes lugares geográficos, tuvieron variadas formaciones culturales y lingüísticas, procedían de contextos sociales distintos. El liderazgo de cada una tuvo peculiaridades; sin embargo, la mayoría dejó escritos o un legado tangible. Katharina von Bora, Elisabeth von Brandenburg y su hija Elisabeth von Braunschweig, Argula von Grumbach, María Dentière, Katharina Schütz Zell, Ursula Jost, Margarita de Navarra, Jeanne d’Albret, Renata de Francia y Olimpia Morata, entre otras, comenta Kirsi Stjerna, fueron “sobresalientes y ejemplares matriarcas de la Reforma, quienes, cada una a su manera, respondieron a las enseñanzas protestantes, ejercieron liderazgo religioso, vivieron de acuerdo con sus convicciones religiosas y tuvieron un efecto significativo sobre los individuos y comunidades alrededor de ellas […]. En este libro las mujeres son presentadas como hacedoras de historia y sujetos de su propia historia”.

Entre los principios enarbolados por Lutero estaban el de la justificación sólo por fe, el sacerdocio universal de los creyentes y el acceso de todos y todas a la lectura e interpretación de la Biblia, por lo que se esperaría que los postulados tendrían por resultado igualdad espiritual, y en otros ámbitos, entre mujeres y hombres. Las mujeres acrecentaron sus derechos, pero no de forma lineal ni general, tal vez disminuido en comparación con el orden social católico, pero continuó predominando el patriarcado redefinido en clave protestante.

Muchas mujeres se unieron a la Reforma ávidamente y esperaban un mejor horizonte para ellas en cuanto a más espacios de participación. Los roles tradicionales femeninos continuaron, en términos generales, al irrumpir la Reforma y dar ella sus primeros pasos hacia la institucionalización. En este contexto hubo mujeres (y de ellas se ocupan las obras citadas) que se abrieron camino para quebrar las reglas de género entonces imperantes. Contra las reglas que limitaban su actividad y voz teológica se alzaron mujeres que por ellas mismas lograron transformarse en maestras y líderes.

En cuanto a mujeres más vinculadas a los sectores populares, fueron anabautistas quienes dieron, como dice Stjerna, un extraordinario testimonio. Algunas lo hicieron por escrito y la mayoría verbalmente, dejando sus improntas en las actas de los juicios a las que fueron sometidas por sus perseguidores. En el volumen compilado en 1660 por el pastor anabautista menonita holandés Thieleman J. van Braght (cuya traducción al inglés se titula Martyrs Mirror y tiene casi mil 200 páginas, Herald Press, 1950), se incluyen casos de 278 mujeres (un tercio del total de quienes sufrieron la pena de muerte) que fueron llevadas a la hoguera, ahogadas, estranguladas por causa de su fe. Otra fuente menciona que durante el siglo XVI en regiones de Europa donde la persecución fue más cruenta, y en determinados periodos, las mujeres anabautistas ejecutadas representaron 40 por ciento del total de martirizados (C. Arnold Snyder y Linda A. Huebert, Profiles of Anabaptist Women: Sixteenth-Century Reforming Pioneers, Wilfrid Laurier University Press, 1996, séptima reimpresión 2008, p. 12).

Un campo fértil para la investigación y que debe ser más explorado es el de las mujeres que se apropiaron del movimiento del cual Lutero fue catalizador, y que después se diversificó en otras vertientes durante el siglo XVI y centurias posteriores.