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Cambios a base de chipotes y parches: José Ramón Cossío

La ley fundamental no deber ser objeto de culto; tiene que funcionar
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de febrero de 2017, p. 3

Al cumplirse el centenario de la Constitución de 1917, el ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) José Ramón Cossío Díaz (Ciudad de México, 1960) destaca que la Carta Magna se mantiene vigente, más allá de sus deficiencias técnicas, pero asevera que el gran pendiente es la eficacia, pues tenemos un catálogo de derechos precioso, pero la gente sigue muy lastimada, con un sistema federal que es un desastre y un sistema responsabilidad de los servidores públicos muy deficiente y pobre.

Consultado sobre la polémica de si hace falta una nueva, responde: Saldría peor de lo que tenemos. Éste no es el momento, “por las condiciones exteriores, nacionales, por la frivolidad de muchas personas que deberían participar en estas acciones, por los protagonismos que también hemos visto.

Mejor pensemos en una cosa para darle eficacia al país. Las constituciones no pueden ser solamente objetos simbólicos, objetos de culto; tienen que funcionar para que la ciudadanía tenga una vida eficaz, una vida menos dura.

Coordinador de la SCJN para el festejo de la Constitución de 1917, lamenta que hasta la fecha, la Carta Magna se ha ido construyendo a base de chipotes y parches. Y ejemplifica con dos recientes reformas que no han los resultados esperados: la implementación del nuevo sistema de justicia penal oral y la reforma en materia de derechos humanos en las que se evidenció que se hicieron proyecciones hacia una modernidad jurídica y las condiciones sociales no se adaptaron a la misma velocidad.

En entrevista con La Jornada, el ministro habla sobre el centenario:

–¿Realmente hay qué celebrar con estos 100 años?

–Sí, una constitución de 100 años es un fenómeno muy raro en el mundo, más allá de sus deficiencias técnicas vale la pena que se haya reformado, adicionado y actualizado; me parece que es algo digno de mención, no hemos tenido golpes de Estado, por ejemplo.

“Tenemos derechos humanos y políticos, un sistema de suspensión de garantías, tenemos democracia, elecciones…, es una parte que sí tiene un sentido celebratorio.

–¿Se mantienen los valores fundamentales de la Constitución de 1917?

–Sí, porque tiene tres grandes pilares: las libertades de tránsito, reunión y manifestación; los derechos sociales, que incipientes en 1917, se han consolidado, y además, un sistema democrático.

–¿Qué pasa con cuestiones como la seguridad social, cuando se cambió de régimen y se crearon las Afores, con la reforma energética, la del campo, la religiosa, temas que en los que las reformas constitucionales aprobaron criterios totalmente contrarios?

–Como cambios constitucionales me parece que estamos en la media general. Que hemos abandonado algunos de los valores que supusimos esencia de la nacionalidad, sí, en eso creo que tienes la razón.

–La Corte tiene que interpretar estos cambios. Algunos los piensan que la interpretación ha sido sumisa hacia el gobierno en turno.

–Cuando la sociedad distingue entre ministros liberales y conservadores lo que está diciendo es: hay ministros que por su forma de pensar son más favorables a un tipo de interpretación y no a otra.

–¿Hace falta una nueva Constitución?

–De que sería deseable una nueva Constitución, sí, yo no tengo ningún inconveniente con eso. De que no crea que este es un momento, por las condiciones exteriores, por las nacionales, por la frivolidad de muchas de las personas que deberían participar en estas acciones, por los protagonismos que también hemos visto, yo creo que no es un buen momento. Creo que saldría algo peor que lo que tenemos.

–Y si la respuesta fuera afirmativa, ¿qué habría que cambiar?

–Lo que más me preocupa es lo mal diseñado que está el sistema federal mexicano. Lo hemos ido construyendo de chipotes y de parches.

“Para arreglar el sistema federal no se tiene que ir a un Constituyente nuevo, lo que se tiene que hacer es imaginar la forma de impedir que ciertas autoridades locales, sean gobernadores o ediles, se conviertan en entes aislados, deben rendir cuentas, que se les asignen recursos y se les exiga el cumplimiento de responsabilidades, administrativa o penalmente. Una dinámica en este sentido.

Las constituciones no pueden ser sólo objetos simbólicos, no pueden ser objetos de culto.

–Finalmente, ¿crear un tribunal constitucional es tema?

No, que no digan ‘como ya me voy, ahora sí quiero el tribunal constitucional’ –comenta el ministro, quien deja su cargo a fines del año próximo.

Texto integro de la entrevista en La Jornada online