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Mañana se cumple un año de su muerte; sus lobos lo homenajearán en el festival de son

A Melón siempre le fue bien; no tenía miedo a nada, afirma Riquito

El cantante Arturo Reyes Moreno aprendió de Luis Ángel Silva, único mexicano que grabó en la disquera Fania y colaborador de La Jornada, el manejo de la clave, a tocar el güiro y hacer coro

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Arturo Reyes Moreno, Carlos Daniel Navarro Lobo, Manuel Osorno, Melón, Crecencio Paredes Guzmán Chencho, Ángel Martínez Cucarachito y, al fondo, Mauro Enrique Chávez Vergara GallinaFoto archivo de Merry MacMasters
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de febrero de 2017, p. a12

Hace un año (7 de febrero) falleció el cantante sonero Luis Ángel Silva Nava Melón, integrante del exitoso conjunto Lobo y Melón que popularizó canciones como Amalia Batista, Niebla del riachuelo, Por seguir tus huellas y La sitiera. De ese grupo sobrevive y sigue activo, el cantante Arturo Reyes Moreno nacido el primero de septiembre de 1942 en León, Guanajuato. De dos años de edad llegó a la Ciudad de México, a la colonia Romero Rubio; su familia se dedicaba a fabricar zapatos.

Riquito, como se le conoce en el medio sonero, ingresó al conjunto por invitación de Melón (1930-2016), quien lo vio como el hermano menor que nunca tuvo. Del único mexicano que grabó en la disquera Fania y colaborador de La Jornada aprendió muchas cosas, como el manejo de la clave, tocar el güiro, hacer coro; también de Carlos Daniel Navarro Lobo y los demás músicos del grupo. Melón le dio una carrera y una forma de ganarse la vida.

Como ex integrante de Lobo y Melón, Reyes Moreno participará en el proyecto Los Lobos de Melón, grupo-homenaje a la música del conjunto que se caracterizó por fusionar el be bop del jazz con el son cubano, el cual se presentará el sábado 18 en el Festival Son de Casa del Lago.

Riquito conoció a Melón en 1958, cuando el grupo carecía de nombre y trabajaba en el bar H-8, en la calle Humboldt 8 (ahora está una entrada a la estación Hidalgo del Metro). Se lo llevó allí de garrotero su hermano Alberto Reyes, quien cantaba en un trío. En una de esas Melón lo escuchó: Oye, chavito, te oí cantar, lo haces bien. Necesitamos alguien así, que nos ayude a acomodar las cosas. Ay, no sé nada de eso, contestó el adolescente. Es fácil. Vas a ganar tanto, lo animó Melón.

El retorno

El H-8 fue clausurado y Arturo se desconectó del grupo ocho meses. Sin embargo, una madrugada llegó su hermano Alberto y le comentó: “Oye, mano, me encontré a aquel señor al que le dicen el Melón y me dijo que te quiere ver. Trabaja por la calle de Florencia, en el Semíramis”. El tímido joven lo fue a buscar: ¿Dónde andas, muchacho? Espérame. Melón platicaba con otra persona; al salir, le dijo a Riquito: Qué suerte tienes. Ya te conseguí tu boleto para ir a Tampico en avión.

Reyes Moreno, en entrevista, expresa: No sé si me dio gusto o me espanté. Lo cierto es que empezó a hacer coro. Las instrucciones eran te traes un saquito para que te veas arregladito. Al llegar en la noche Melón le dijo: Párese allí, a un lado del piano, donde tocaba Mauro Enrique Chávez Vergara Gallina. Como el adolescente los había oído en el H-8, se sabía todas las canciones. “No sé quién de los muchachos dijo, ‘el chavito hace coro’. ‘Está bien’, concedió Melón, desde mañana le pones un micrófono aquí. Arturo empezó a cantar con uuun miedo.

Participó en la mejor época

Reyes Moreno permaneció en el grupo hasta 1967 y sin duda le tocó la mejor época de Lobo y Melón. Cuando entró habían grabado cuatro canciones de un extended play. Sin embargo, todavía no eran famosos. Una vez que el primer elepé salió al mercado, “empezaron a llegar los contratos. Incluso, cuando cumplí 18 años, Melón me mandó marchar –cumplir con el servicio militar– para conseguir la cartilla y tramitar mi pasaporte”.

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En 1964, cuando Lobo y Melón compartió escenario en el Palladium de Nueva York con la orquesta de Eddie PalmieriFoto archivo de Merry MacMasters

Hubo giras por el país y el extranjero: Los Ángeles, San Antonio, Houston, Las Vegas, Nueva York, Panamá y El Salvador. El entrevistado cree haber ido a Estados Unidos unas 20 veces. Y qué decir de los programas de radio y televisión. Tenían uno diario en la XEW, de 11 a 11:15; sin embargo, en una ocasión no llegaron ni Melón ni Lobo. “Ya era la hora, y nada; entonces, me dijo Flavio, el imitador que era muy amigo mío: ‘Arturo, te las sabes, échatelas, te hago coro’. Eran tres canciones. Recuerdo que canté La sitiera”.

A principios de los años 60 Melón pidió a Arturo aprender una canción, porque la vas a grabar. Se trató de Y Tan y Tan, incluida en el elepé Escapatibria (1963). Cuando en 1964 el grupo llegó a Nueva York, pues tocaría en el Palladium, en la radio utilizaban un fragmento de Y Tan y Tan para anunciar la actuación. De ese viaje Riquito recuerda que, luego de instalarse en el hotel, sus compañeros se le adelantaron; entonces él caminó solo por la calle Broadway rumbo al afamado salón de baile. Sintió a alguien detrás de él, sin embargo no hizo caso.

“Al llegar al Palladium subí por las escaleras y la persona siguió atrás de mí. Me miró y preguntó si era mexicano. ‘Sí, señor’. Lo reconocí. ‘Usted es Tito Rodríguez’. ‘Sí, chico, ¿tú quién eres?’ ‘Toco con Lobo y Melón’. Y que me agarra de los hombros y así subimos adonde estaban todos. ‘Mira el chavito’, dijeron.”

En ese viaje Tito invitó a Melón a su oficina y le pidió, tráete al muchachito ese: “Estuvieron platicando sus anécdotas y cosas de músicos, mientras oía. De repente, Melón me dijo: ‘Tú tocas la guitarra. Tócale una canción’. ‘Canta, chiquito’, y Tito me dio su guitarra. Le canté Mi versión, composición de la puertorriqueña Sylvia Rexach, que había aprendido en la bohemia”. Tito lo grabó un año después y lo incluyó en su álbum I’ll Always Love You.

Riquito decidió salir de Lobo y Melón en 1968 y emprender su carrera de solista. Cantó con el grupo Macao 15 años. Melón lo iba a ver y le echaba porras. De regreso en México, tras una estancia de 12 años en Estados Unidos, Melón siempre lo buscaba para incluirlo en sus proyectos y actuaciones.

De Luis Ángel Silva, el entrevistado expresa: Siempre le fue bien. No tenía miedo a nada, ni a cantar con los mejores; estaba seguro de lo que hacía. Aunque repitió canciones en las grabaciones, siempre hizo innovaciones. Las hizo a su modo y a su estilo.

Arturo Reyes está en el trío Las Siluetas, con sus familiares.