Opinión
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Ciudad Perdida

La amenaza llamada Trump

Marchas contra la injusticia

Los otros convocantes

E

sta marcha sí se ve. Así se podría titular la movilización que este domingo habrán de realizar todos los que siempre se han manifestado en contra de las demostraciones que impiden el libre tránsito de las personas, pero esta vez se trata de una justificada expresión de la democracia. Todas las demás ni son ni fueron hechos respaldados por la exigencia de justicia.

La verdad es que a todos debería llenar de alegría que esta gente tome las calles, que en esta ciudad pertenecen a la gente, la gente de aquí y de otras partes, lo malo es que después, cuando se trata de un tema que no les gusta mucho, condenan la manifestación, la satanizan y se convierten en los jueces más duros de las expresiones callejeras.

Pero en fin, el próximo domingo habrá marchas en el centro de la ciudad. Son dos y se espera que acuda un buen contingente; el supuesto es condenar las políticas instrumentadas por el gobierno de Estados Unidos, que golpean, entre otras cosas, a la economía del país y amenazan con destruir las formas de comercio libre y la globalización que en su momento apoyaron algunos de los convocantes a la marcha.

El asunto es que sí, que hay motivos reales para movilizarse. Aquello de la soberanía nacional, tan demodé, hoy se torna, afortunadamente, un motivo para salir a la calle y gritar en contra del Leviatán que amenaza con aplastarnos, igual, aunque con mucho mayor peligro, por las cercanías que muchos otros países del mundo que sienten el peligro de que en la silla del poder más grande del mundo esté aposentado un empresario que busca destruir al competidor.

Recluirse en el silencio sería imperdonable, y seguramente en la manifestación del domingo habrá mucha gente que con la mejor intención, la de defender la soberanía del país, asista al o los puntos de encuentro para expresar su descontento y su indignación por el trato que le ha dado a México el naciente gobierno de Donald Trump.

Pero dentro de todo esto, lo que no parece tener mucho eco es la idea de empezar a recomponer la economía nacional, tal vez sin la idea aquella del nacionalismo revolucionario, pero sí con formas nuevas que puedan darle un respiro a esa situación.

Parece que ahora importar productos y mantener sólo algunas ramas de la actividad económica trabajando, como hasta estos días, ya no es opción. Se piensa en varios círculos económicos que se requiere reinventar la producción en todo el país para sortear algunos de los problemas que presenta la amenaza llamada Trump.

La globalización y las formas del libre mercado, que han creado más pobres que nunca en el mundo y que ya estaban amenazadas por los movimientos sociales de inconformidad que se han dado en varios países, están por colapsar. Su injusticia intrínseca asoma a un fracaso rotundo, que por otro lado parecía imbatible porque no existían proyectos alternativos claros.

Ahora las políticas de Trump nacen como el monstruo que engendró el mercado libre; es la respuesta horrorosa a la catástrofe de la globalización de la economía, y manifestarse en contra es apenas un deber de cualquier ciudadano que ve en las acciones del gobierno de Estados Unidos una amenaza que atenta, además, contra nuestra soberanía.

Por todo eso, qué bueno que la gente se acuerde que la calle es suya y que sirve, entre otras cosas, para gritar en contra de las injusticias.

De pasadita

En los acomodos y reacomodos de los aspirantes a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, una que ha quedado con un palmo de narices, o cuando menos eso es lo que cuentan, es la jefa delegacional de Miguel Hidalgo, que se ha encontrado con el rechazo hasta de sus propios compañeros de partido.

La mamá política de Arne, lord jitomate, puede perder toda oportunidad de obtener el apoyo de sus compañeros de partido, que andan buscando quien pueda lograr el milagro de hacer más visible al PAN en los puestos de gobierno de la ciudad, y aún más si cada una de las acciones que emprende contra el gobierno de la ciudad terminan en sonoros fracasos. Ni modo.