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Esta lucha no ha acabado, advierte el pueblo siux, que presenta demanda para frenar obras

Comienza la construcción del último tramo del oleoducto en Dakota del Norte

Activistas llegan a la zona afectada; indígenas convocan a movilizaciones por todo el país

Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 10 de febrero de 2017, p. 26

Nueva York.

El gobierno de Donald Trump autorizó el inicio del último tramo de un oleoducto frenado por un masivo movimiento indígena a finales de la presidencia anterior, con lo que agregó una nueva violación a un acuerdo más en esa larga historia de Estados Unidos contra los pueblos originarios.

Representantes del pueblo siux de Standing Rock expresaron: esta lucha no ha acabado. Sus abogados presentaron este jueves una demanda para tratar de suspender la reanudación de obras cerca de su reservación en Dakota del Norte, mientras activistas acuden para sumarse de nuevo a los que permanecen en campamentos en esa zona. A la vez, los siux convocaron acciones de protesta por todo el país, que empezaron este jueves, y una marcha nacional en Washington el 10 de marzo por la defensa de los derechos indígenas y la defensa del agua de todos (standwithstandingrock.net).

Pero las operaciones de construcción del oleoducto Dakota Access, que incluyen la perforación en la zona disputada y debajo de un río que con un derrame podría contaminar el agua potable de los indígenas y otros pueblos, arrancó este jueves, según voceros de las empresas que tienen el objetivo de concluir este último tramo del oleoducto en los próximos meses.

Una de las primeras medidas ejecutivas de Trump fue girar instrucciones para apresurar la aprobación de Dakota Access y con ello revertir la decisión del gobierno de Barack Obama en diciembre, de frenar el proyecto mientras se evaluaba el impacto ambiental y se negociaba con los líderes indígenas en esa zona. Trump fue inversionista en la empresa encargada del proyecto, Energy Transfer Partners, y también fue beneficiado por donaciones a su campaña por el ejecutivo en jefe de la empresa.

La decisión es un revés a un movimiento sin precedente que se volvió símbolo nacional e internacional de resistencia contra la violacion de derechos indígenas y la lucha por el medio ambiente, en particular contra los hidrocarburos.

Peor aún, la decisión se anunció el martes, mientras llegaba a Washington el presidente de la tribu siux de Standing Rock, la cual encabeza el masivo movimiento de oposición al proyecto, para reunirse con funcionarios del gobierno de Trump. David Archambault II canceló su reunión y comentó al Washington Post: me siento ofendido, fue una falta de respeto.

Emitió una declaración en la que solicitó a los aliados que ejerzan su derechos de libre expresión para recordarle al presidente Trump qué estamos defendiendo, y recordó que estaba en Washington para tratar de ayudar a los funcionarios “a entender por qué hay un movimiento… y todos los males que se han hecho contra mi nación por esta nación”.

Integrantes del pueblo siux de Standing Rock reiteraron a medios que esta lucha continúa. LaDonna Brave Bull Allard, fundadora de uno de los campamentos, comentó a The Guardian: ya no se trata sólo de Standing Rock, se trata del mundo. Más allá de lo que ocurra aquí, aun cuando están perforando mientras hablamos, todos tenemos que defender el agua. Otros coreaban en Lakota: el agua es vida.

Este proyecto de construcción provocó un movimiento de resistencia indígena sin precedente en las últimas décadas, al cual se sumaron representantes de más de 200 naciones indígenas en el transcurso de los meses, y a partir del verano pasado contó con nuevos aliados: ambientalistas, religiosos, estudiantes, integrantes de Black Lives Matter, artistas, solidarios de otras partes del mundo y cientos de veteranos militares, algunos de los cuales llegaron en diciembre para ofrecer protección después de que se cansaron de ver noticias sobre la constante represión a los activistas por guardias y autoridades locales.