Sociedad y Justicia
Ver día anteriorMiércoles 15 de febrero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

La sensación nace en el cerebro y no en el corazón, como cree el imaginario popular

El amor produce el mismo efecto de placer y euforia que las drogas

Por ello un enamorado no razona, hace locuras o toma decisiones sin pensar, señalaron especialistas

Foto
El amor es un sentimiento enormemente placentero, pero tiene su lado oscuro, pues es adictivo, explicó Herminia Pasantes, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular de la UNAMFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de febrero de 2017, p. 35

El amor brinda al organismo las mismas sensaciones que algunas drogas: placer, euforia y felicidad. De ahí que cuando un individuo está enamorado no razone, haga locuras o tome decisiones sin pensar.

Herminia Pasantes, investigadora emérita del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que las sensaciones ligadas a ese concepto nacen en el cerebro y nada tienen que ver con el corazón.

Cuando se piensa en el amor, dijo, el imaginario dicta que se encuentra en el corazón (ese órgano que es una bomba aburrida que se contrae y relaja sucesivamente), pero en realidad está en el cerebro, donde surgen emociones placenteras que dan felicidad y euforia.

Es un hecho que el amor (y las sensaciones ligadas a éste) se genera en una zona llamada circuito de recompensa, ubicada debajo de la corteza cerebral, donde surgen las emociones placenteras.

Se trata de la misma área que se activa con los estupefacientes que producen placer, felicidad o cualquier otro sentimiento de euforia. En esa región cerebral se involucran neurotransmisores relacionados con las emociones, como la dopamina y la serotonina, entre otros, señaló la académica en información dada a conocer por la UNAM con motivo del día de San Valentín.

El enamoramiento no es más que ese proceso químico generado en el cerebro a partir de la sensación amorosa, y durante su desarrollo no es raro que el afectado haga locuras o tome decisiones sin pensar, pues no le importa nada.

Hay una explicación científica para este comportamiento: El circuito de recompensa (donde se producen las sustancias placenteras del amor) está conectado con la corteza cerebral, que es la que nos permite razonar; por tal motivo se nubla el raciocinio.

Afortunadamente para la razón y desafortunadamente para los enamorados, ese proceso neuronal tiene un límite y no dura para siempre. De acuerdo con diversos estudios, puede mantenerse de dos a seis meses, dependiendo de cada caso.

Pasantes afirmó que el amor es un sentimiento complejo muy interesante, porque es enormemente placentero; sin embargo, tiene su lado oscuro, pues es adictivo. Por ello pueden surgir los celos y el miedo a perder a la persona amada, y se vuelve un sentimiento negativo, que se procesa en este mismo circuito. Cuando ocurre, las sustancias placenteras se producen en menor cantidad.

Por separado, Óscar Galicia Castillo, coordinador de la licenciatura en sicología de la Universidad Iberoamericana, indicó que hay quien piensa que el amor se demuestra protegiendo al ser amado.

Pero cuando esa protección se hace considerando que el otro nos pertenece, hablamos de celos, que están más relacionados con la agresión que con el amor, por lo que es recomendable el tratamiento sicológico.

El experto en neurociencias indicó que los celos son un mecanismo natural del ser humano, pero en una sociedad como la nuestra, que refuerza constantemente la idea de propiedad, no necesariamente proteges lo que amas, sino lo que te pertenece.

La celotipia no está relacionada con la inseguridad de quien la padece, sino que es la manifestación de un trastorno obsesivo compulsivo, que puede tener un origen depresivo, ansiogénico o de personalidad paranoide, por lo que suele ser una señal de algo más grave, pues no es normal.