Opinión
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El despeñadero de la unidad nacional
C

omo una clara evidencia de los cambios que requiere nuestro país, las marchas convocadas por los personeros de Televisa, así como por algunos intelectuales, grupos empresariales y lastimosamente por el rector de la UNAM para promover la unidad nacional en torno a Enrique Peña Nieto, terminaron mostrando el nivel de descrédito del Presidente de la República, que a lo largo del presente sexenio se ha dedicado esencialmente a engañar al pueblo de México, por el que una y otra vez ha mostrado su desprecio, tanto como su incapacidad para gobernar.

Ciertamente, estamos viviendo tiempos difíciles ante la llegada de un emperador autoritario, dispuesto a imponer su poder al mundo entero y a sustentar sus acciones en el odio a los que considera sus enemigos, entre los cuales estamos nosotros, los mexicanos, a quienes nos tiene por delincuentes. Ello hace necesaria y vital la unidad nacional, pero ésta no puede darse en torno a un hombre y a un gobierno cuyas acciones pueden ser caracterizadas como actos de delincuencia organizada y de traición a la nación.

Así, las alteraciones a la Constitución y a las leyes que él juró respetar, al asumir la Presidencia de la República, realizadas por los miembros del Congreso, que de acuerdo con la Constitución misma (artículos 39 y 40) deben representar la voluntad del pueblo, significaron un acto de colusión contra los intereses nacionales, en la medida que tales alteraciones nunca fueron consultadas y contradicen el espíritu mismo de las leyes emanadas de la Revolución Mexicana, para beneficiar a unos pocos, poniendo en riesgo la soberanía de la nación.

En ese mismo acto en que Peña Nieto asumió la Presidencia, también protestó actuar mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; sin embargo, en estos cuatro años de gobierno, eso ha sido letra muerta para él y su gobierno, resaltando varios hechos que no podemos olvidar; así, en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal de Ayotzinapa y no obstante su compromiso con los padres de estos jóvenes, el Presidente y su gobierno no sólo han sido incapaces de dar cuenta de lo sucedido, sino que además han obstaculizado las investigaciones. La desaparición y muerte de miles de mexicanos a lo largo de estos cuatro años sin que se conozca lo que a ellos ha sucedido, ni se castigue a los responsables, es una muestra más de su falta de voluntad para cumplir sus compromisos con el pueblo.

El planteamiento del secretario de la Defensa Nacional ha sido claro al afirmar que el papel que le ha sido asignado al Ejército corresponde a las fuerzas de seguridad interna, siendo la función de las fuerzas armadas de carácter temporal, mientras las autoridades preparaban a la guardia civil para asumir dichas funciones; sin embargo, el gobierno de la República ha sido incapaz de superar este problema, sea por falta de voluntad o de capacidad del Presidente y sus colaboradores.

Si a todo esto agregamos los engaños y las falsas promesas del Presidente sobre un futuro sin aumentos de precios y con mejoras a la calidad de vida de la población, nada de lo cual se ha cumplido, ¿en dónde queda su compromiso de mirar en todo por el bien y prosperidad de la Unión? ¿En qué parte de su planteamiento inicial de modificar las leyes energéticas se habló de invitar a empresas extranjeras a crear cadenas o franquicias de expendios de gasolinas? ¿De qué manera beneficia esto al bien y la prosperidad de la Unión? ¿Cuándo se nos informó que pensaba hacer esto?

A lo largo de su gobierno, amplias partes del territorio nacional se han convertido en zonas de rapiña por parte de gobernadores y autoridades locales sin ser tocados por el gobierno de la República, seguramente siguiendo el ejemplo del primer mandatario. Recientemente se ha conocido que el nivel de corrupción del gobierno de Javier Duarte en Veracruz llegó a los extremos de utilizar medicamentos falsos al atender a niños víctimas de cáncer, actos sólo comparables con los cometidos por el gobierno de Adolfo Hitler como parte de sus programas de exterminio de los débiles.

¿Por qué hoy este criminal ex gobernador sigue prófugo de la justicia? ¿Se trata de incompetencia de la Procuraduría de la República? ¿O se debe acaso a la entrega de recursos cuantiosos al Presidente para asegurar su impunidad? El vasto silencio en torno a su paradero pareciera darnos la respuesta.

A partir de todos estos hechos que son hoy conocidos es iluso pensar que Peña Nieto pueda asumir y proteger los intereses de la nación; su actitud misma de buenas maneras y amabilidades con el señor Donald Trump, sin importarle que llame a los mexicanos criminales por el hecho de buscar trabajo en Estados Unidos cuando aquí no lo hay, tiene dos posibilidades: Que Peña Nieto esté aterrorizado ante la posibilidad de que Trump revele nueva información sobre los actos de corrupción que lo involucren, o bien que él pertenece a esa categoría de seres humanos que, siendo serviles con los que mandan, no tiene empacho en agraviar y lastimar a los que identifica como plebes.

Es claro que México necesita un cambio que le permita enfrentar con dignidad, firmeza e inteligencia las posibles agresiones de quien manda en nuestro país vecino y cuyas amenazas concretas incluyen la construcción del muro a nuestra costa, el envío de tropas a nuestro territorio y la venganza a empresas que instalen plantas de producción en México. ¿Debemos esperar hasta 2018 para que un nuevo gobierno esté en condiciones de asumir tal responsabilidad? La revocación de mandato no existe en las leyes mexicanas; sin embargo, el artículo 39 de la Constitución indica con claridad: La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Por todo lo anterior, la organización y unidad de la sociedad mexicana debiera empezar por una consulta nacional que nos indique el camino a seguir, porque la opción de continuar por el despeñadero que proponen Televisa y los incondicionales del Presidente es inaceptable.

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