Política
Ver día anteriorSábado 18 de febrero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La voz de la conciencia diplomática
E

l desplegado que apareció en periódicos y redes sociales, firmado por embajadores de carrera jubilados, sobre las relaciones de México con Estados Unidos, podría ser material didáctico para quien llegó recientemente a ocupar el otrora dignísimo sitial de canciller de la República.

Según las propias palabras de éste, lo hizo con la mejor intención de aprender, de tal manera que es dable que el hombre pague la colegiatura que corresponde. Pero es de temer que más bien recibe una pingüe beca equivalente al sueldo de secretario de Relaciones Exteriores.

En consecuencia, quienes prepararon el documento de marras, merecen al menos emolumentos como los que perciben los profes que preparan material escolar.

Por otro lado, también valdría la pena hacer, en su momento, la evaluación correspondiente para calibrar el aprovechamiento y, dado el caso, quitarle la beca como corresponde.

El dicho texto se me antoja algo así como la voz de un pasado diplomático pleno de dignidad, cuando nuestro país fue respetado por doquier, precisamente por la calidad y consistencia de sus principios en cuanto a política exterior y, por lo mismo, su voz tenía mucho más resonancia que ahora.

Dichos embajadores de carrera no son, es cierto, los autores de aquella política exterior forjada mayormente por Luis Cabrera, Narciso Bassols y otros, pero sin duda fueron todos ellos dignísimos actores que contribuyeron con gran empeño a prolongar su vigencia.

Luego empezó a imponerse el cambio de los sólidos principios, henchidos de prestigio, por intereses concretos y resultó, a la postre, que los beneficios que se defendieron no resultaron ser los nuestros.

Hay varias frases en el citado pronunciamiento que el ministro debería aprenderse como si fuera el padrenuestro. Por ejemplo: Se han hecho importantes concesiones sin que haya habido una contraprestación o bien, se ha renunciado a importantes elementos de la soberanía.

Se ha impuesto la idea de que la política exterior es accesoria de la política comercial y se ha minusvalorado la soberanía ante las (ficticias) ventajas de una supuesta integración económica.

Dicho en breve: se confundió el significado de globalización con el de colonización. El resultado es un mayor desequilibrio socioeconómico que antes.

Los diplomáticos retirados, sin mayor aliento que el cariño que profesan a su país, a diferencia de muchos ciudadanos que se hallan en la cúspide de la pirámide política y económica, dejan explícitas una serie de concesiones indignas que, además, sólo nos han traído perjuicios.

Tal es el caso de franquear las puertas para una supuesta persecución del narcotráfico que dejan desenvolverse impunemente en su casa. Es un sustituto de lo que fue antaño la supuesta lucha contra el comunismo, hasta que éste ya no pudo ser la excusa de su intromisión.

Antaño supimos obrar en consecuencia, pero en tiempos recientes dejamos que se metieran hasta la cocina y, además, aportamos más de 150 mil vidas y no se sabe cuánto dinero, mientras sus fabricantes de armas siguen haciendo su agosto.

El planteamiento de tales viejitos, que constituyen una suerte de conciencia diplomática, es sencillo, pero se requieren pantalones y mexicanidad: restaurar nuestra buena imagen internacional cancelando algunas de esas concesiones.

In memoriam Alfonso de Rosenzweig