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¿La Fiesta en Paz?

José Solé, taurófilo de altos vuelos

La Presidencia se taurinizó

Nueva empresa, viejas inercias

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Además de director de escena y escenógrafo, entre otras, José Solé fue taurófilo de sólida formaciónFoto Cristina Rodríguez
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l pasado miércoles falleció en la Ciudad de México el maestro José Solé, uno de esos ricos espíritus renacentistas que saben aterrizar en el gran escenario de la vida su prodigiosa vocación e inagotable talento.

Tuve el honor y la satisfacción de ser su alumno en aquel magnífico y luego abortado Centro Universitario de Teatro, en la calle de Sullivan, al lado de maestros de la talla de Héctor Azar y Alejandro Bichir, entre otros, y de entrevistarlo posteriormente, con motivo de su estupenda puesta en escena de Un frágil equilibrio, de Edward Albee, en el teatro Orientación, con Carlos Ancira y Emma Teresa Armendáriz.

Además de actor, director de escena, escenógrafo, diseñador de vestuario e incansable promotor cultural distinguido con innumerables premios tanto por sus actuaciones como por sus versiones del teatro clásico, tragedia, comedia musical, infantil y ópera, José Solé fue un taurófilo de sólida formación por su abuelo, su padre y su tío y padrino don Eduardo N. Iturbide –en una época propietario de la ganadería de Pastejé, precisamente la referencial tarde de Clarinero y Armillita y de Tanguito y Silverio en el Toreo de la Condesa.

Profundo conocedor del fenómeno teatral y de una de sus manifestaciones rituales más antiguas, la tauromaquia, sin los escrúpulos hoy en boga, Solé afirmaba: La falta de estímulos hace que en México el talento se desperdicie, en el teatro, en las justas deportivas o en los toros. No se acaba de entender que son expresiones del pueblo, no de una burocracia irresponsable que debería vigilarlas y estimularlas. El teatro es como el toreo; si no hay intensidad en la expresión de los protagonistas desaparece la posibilidad de reflejar al espectador. Y sí, todo desaparece, pero cuando se ha tenido el don de una vocación sustentada en la pasión y la honestidad creadora, queda el ejemplo de la maestría a seguir y a superar. ¡Gracias, maestro Solé!

La Presidencia de la República al fin se atrevió a mencionar, así fuera fugazmente y en unas líneas, a la fiesta taurina. Una misiva fechada el 7 de febrero de 2017, dice: “Señor Eulalio López Díaz. Presente. Le expreso mi más sincera felicitación y reconocimiento por más de 30 años de exitosa carrera, como la máxima figura de la tauromaquia mexicana. Como los grandes, culmina usted una historia de triunfos en la Monumental Plaza México, máximo recinto de la fiesta brava en nuestro país (sicazo). Los mexicanos recordaremos siempre, con gran orgullo y admiración, el arte taurino de Eulalio López el Zotoluco (sic), quien siempre (resic) supo poner en alto el nombre de México por todo el mundo. Reciba un afectuoso saludo. Atentamente” y la firma del presidente Enrique Peña Nieto. Pos algo es algo, dirán los desatendidos aficionados por más de 30 años, por parte de la autoridá o lo que se le parezca.

Precisamente por esta desatención y deliberada omisión de las autoridades es que luego de 23 años de ensayo y error a cargo de la vieja empresa, la nueva sigue instalada en las mismas inercias que obligaron al público a alejarse del máximo recinto de la fiesta brava en nuestro país: innovaciones de oropel sin resultado, importaciones muy vistas y la antojadiza decisión de hacer una fiesta de espaldas a la afición. Hoy, luego de su afanosa encerrona, segundo mano a mano de Joselito Adame, ahora con Sergio Flores, otra figura en cierne, y a caballo Pablo Hermoso de Mendoza, en lugar de una terna de a pie que empezara a sacar chispas.