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Pablo Fuentes dirige Paria, monólogo inspirado en Strindberg; hoy es la última función

Vivencia límite en un departamento de la Roma
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de febrero de 2017, p. 6

Una experiencia límite es la que propone la obra Paria, a cargo de la Compañía Olta: vivenciar el cruento asesinato de un matrimonio y un suicidio.

Es teatro inmersivo, define el director del montaje, Pablo Fuentes, quien adaptó el texto homónimo del escritor sueco August Strindberg para crear un thriller sicológico, en el que la tragedia y el humor negro son las herramientas principales.

La premisa de este monólogo protagonizado por Ángel López-Silva es que la necesidad lleva a la crueldad, pero el placer al accidente... Y un accidente jamás es un crimen.

Una historia de historias es la manera en la que está urdido este montaje que se desarrolla dentro de un departamento ubicado en el segundo piso de un desvencijado edificio de la colonia Roma, en la Ciudad de México. Casa Tomada es su nombre y fue adaptado para presentar piezas teatrales.

Son historias de sangre, de crímenes cometidos, bien por la ceguera de la pasión, por el temor de que no se revele una doble vida, como venganza o frustración por no cumplir un sueño.

Con apoyo de proyecciones en video, así como efectos de iluminación y de sonido, la obra relata el encuentro entre dos hombres, un productor de telenovelas y un aspirante a actor –protagonizados por López-Silva–, que abren aspectos vergonzosos, inconfesables de su vida, que a la postre llevará a confrontarlos y a un final totalmente inesperado.

Es una experiencia impactante, incluso algunos espectadores la califican de escalofriante, cuando apenas entran al recinto ubicado en calle de Medellín 69, casi esquina Colima, colonia Roma.

Nervios crispados

Unas personas reciben al público con la orden de no alterar ni ensuciar la escena del crimen. Hay que caminar lento y con extrema precaución, es otra instrucción que dan al tiempo de que entregan un par de botas quirúrgicas con las que deben cubrir los zapatos.

Una vez colocadas, se proporciona al espectador una llave para ingresar al apartamento siete, donde se encontrará con que acaban de asesinar a una pareja.

Las pruebas saltan a la vista con sólo cruzar la puerta: gotas, manchas y charcos de sangre se extienden entre las habitaciones, en medio de una calma rota por el distorsionado sonido que proviene de un televisor.

Éste es sólo el principio. Varias cintas de plástico amarillas, con la leyenda Precaución, se distribuyen por varias partes del inmueble. También hay indicadores de plástico con números en torno de objetos que pueden servir de indicios de los crímenes. Es evidente que las fuerzas policiacas ya estuvieron en el lugar.

La curiosidad impulsa a recorrer las habitaciones, donde los muebles están inertes, algunos salpicados de sangre aún fresca. Luego se llega a la sala, donde una anciana, siempre de espaldas, hipnotizada, ve telenovelas.

Gritos estridentes irrumpen desde la pantalla. Lloriqueos y más gritos. Los nervios se crispan. De forma súbita, la anciana se levanta de la silla, apaga la televisión y comienza a despojarse de sus vestimentas y peluca, para revelarse como un hombre joven.

Éste es, en realidad, el actor, quien a lo largo de casi hora y media se desdobla en diversos personajes masculinos y femeninos, mediante cuyas historias, narradas a manera de las telenovelas mexicanas de los años 80 del siglo pasado, el público comprenderá por qué ese departamento está en tales condiciones.

El leitmotiv, según Pablo Fuentes, es lograr una transición tersa, apenas perceptible, entre el naturalismo y el mundo de la imaginación. De allí que, como parte del montaje, se utilice un departamento habitable y se reconstruyan a la perfección los elementos de un crimen. Es un naturalismo casi obsesivo, en un principio.

El creador escénico explica que la obra fue adaptada al México de los años 80, con la finalidad de que el público pueda verse identificado de forma plena.

El marco de la tradición dramática de las décadas de los 80 y los 90 permite explorar temas profundos, como la moral y la culpa, de manera más lúdica. En esa época, por las telenovelas principalmente, había muchas libertades artísticas que ahora son condenadas. Cualquier cosa es achacada como crítica social. En aquellos años había más espacio para el juego, destaca.

Hoy es la última función de Paria, a las 20:30 horas, en Casa Tomada.