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Toros

En la corrida 17 la nueva empresa demuestra que sabe ofrecer carteles cuadrados

Ignacio Garibay, Arturo Macías y Fermín Rivera, entregados en una tarde inmerecida

Con kilos y trapío, pero descastados los toros de La Estancia

La plaza, semivacía

 
Periódico La Jornada
Lunes 27 de febrero de 2017, p. a38

Casi conmueven los taurinos positivos, esos que aplauden todo lo que haga o deje de hacer la empresa en turno y que intentan defender esa mezquina oferta de espectáculo como si fuera la única opción de fiesta de toros en la Plaza México.

Los asesores de la nueva empresa decidieron seguir el nocivo ejemplo de su incorre-gible antecesora y además de imponer a dos figuras importadas en un mismo cartel saltándose a la torera el reglamento –la delegación Benito Juárez y su añeja alcahuetería–, continuaron con la manía importadora de toreros, en detrimento de la urgente y saludable confrontación de buenos toreros mexicanos con buenos toreros extranjeros.

A lo anterior hay que agregar la sucesión de manos a mano sin ton ni son, el desfile de toros con trapío pero escasos de bravura y la comparecencia de figuras importadas demasiado vistas en carteles excesivamente cómodos en lo que a ganado y alternantes se refiere. Acostumbrado el público a la garantía de los toreros-marca de importación frente a toros de la ilusión, si ambos no son anunciados pues no va a la plaza. Así de complicado.

Por lo anterior, porque el pú-blico no sabe pero siente –el maestro Paco Gorráez dixit– y porque en México hay toreros con cualidades, celo y sello que han sido injustamente relegados por el malinchista Neo Cecetla y empresas afines, es que ayer barreras y tendidos de la Plaza México lucieron semivacíos en la decimoséptima corrida de la temporada 2016-17, donde en otro cartel cuadrado, es decir, con toreros que de sobra merecían estar en un cartel redondo peleándoles las palmas e incluso superando a los que figuran, hicieron el paseillo Ignacio Garibay –40 años, 16 de alternativa y 17 corridas toreadas el año pasado–, Arturo Macías –34 años, diez de matador y 30 festejos en 2016– y Fermín Rivera –28, 10 y 22, respectivamente– para lidiar un encierro de La Estancia, pasado de kilos y muy escaso de bravura, algunos pobres de cabeza y, salvo el segundo de Garibay, el resto llegó aplomado, deslucido o muy débil a la muleta tras el puyazo de trámite, no obstante que los círculos que marcan las zonas de tablas, el tercio y los medios fueron alejados de tablas y acercados a los medios para que el toro que sale en la México no se note que no se arranca de largo al caballo.

Muy dispuestos los alternantes a pesar del escaso público, lo más torero de la tarde, lo que destiló aroma y elocuencia expresiva, corrió a cargo de Ignacio Garibay, que con Tupinamba, con 517 kilos y el más armonioso de hechuras, ejecutó templadas verónicas, lo llevó al caballo con precisas tapatías, luego citó a la Pablo Herráiz, arrojando la montera a la cara del astado, y dejó en la arena tres cadenciosas tafalleras y vistoso remate.

Ignacio empezó toreando muy bien por naturales la suave embestida y lo que prometía ser una gran faena izquierdista se fue diluyendo entre derechazos de menor calidad, nuevos naturales en los que aguantó en serio la ahora incierta embestida, ahogando un tanto en el cite, y tres pinchazos que emborronaron la faena. Salió al tercio.

Con menos suerte en sus lotes e igual de deficientes con la espada, anduvieron sus alternantes. Una placa de reconocimiento le fue entregada al gran subalterno en retiro Alberto Preciado, por su ejemplar, inolvidable trayectoria.