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Permite sanarnos un poco de la realidad agresiva, opina el escritor Benjamín Barajas

El aforismo vive un auge por el impulso a la concisión desde las redes sociales

Acoge el juego de palabras, la greguería y el chiste, define Armando González Torres

 
Periódico La Jornada
Miércoles 1º de marzo de 2017, p. 6

El aforismo, género entre la literatura y la filosofía, a pesar de su carácter crítico de la condición humana permite sanarnos un poco de la realidad agresiva.

Y tiene auge ante las crisis de los grandes proyectos escriturales y por las redes sociales, sostienen los escritores Armando González Torres y Benjamín Barajas en entrevista con La Jornada.

Surge como un género edificante, útil, pragmático y moralista, hermano de la máxima, del refrán, y tiene la finalidad de transmitir un conocimiento práctico, un modelo de conducta. Esta pretensión de verdad única se transforma mediante la ironía. Ya un aforista como La Rochefoucauld es profundamente irónico y se burla de la hipocresía social, de las buenas costumbres, refiere González Torres.

El aforismo contemporáneo, según el narrador y ensayista, es un género indeterminado que va contra las verdades y los dogmas; es subversivo, controvertido y, sobre todo, muy divertido. Acoge muchas de las formas de la escritura fragmentaria actuales: el juego de palabras, la greguería y el mero chiste. En él caben los más distintos registros de la escritura breve: el apunte filosófico, la crítica de las costumbres y la burla.

El autor de Es el decir el que decide ve un auge y mucho futuro en ese género. Primero, por la desaparición de las fronteras estrictas entre géneros literarios; luego, porque ya no hay pretensiones de grandes verdades y relatos, y finalmente, confluye con el afán de concisión, de brevedad que se impulsa en redes sociales, particularmente Twitter.

Temperamento que une

Hace unos días Armando González Torres, Édgar Krauss, Geney Beltrán Félix, Jezreel Salazar, Ricardo Sevilla y Benjamín Barajas participaron en una charla en torno al aforismo, a instancias de la editorial Cuadrivio, en el Palacio de Bellas Artes. Fuera de ese sello destacan Luigi Amara y Gabriel Bernal Granados. Creo que hay una camada interesante de escritores que practican el aforismo, añade González Torres.

El género puede ser, explica, un apunte filosófico. “Nietzsche y Schopenhauer escribieron una parte muy significativa de su obra en forma de aforismo. Wittgenstein. El Tractatus, una de las obras filosóficas cumbres del siglo XX, está escrito así porque él siente que no puede hacer una argumentación sistemática y que la indeterminación va dictando el argumento. Puede utilizar discursos de la narrativa a manera de parábola, por ejemplo, y por supuesto, utiliza mucho los recursos de la poesía.

No hay un género aforístico, sino un temperamento que une a aforistas tan distintos como Pascal, La Rochefoucauld, Lichtenberg, Kafka, Krauss, Canetti y Cioran; es un temperamento escéptico, levemente misantrópico, que no busca verdades absolutas, subversivo contra las costumbres, profundamente crítico de la realidad. Todos son muy críticos de la condición humana, las costumbres y el poder. Es un escrito típico de la modernidad.

González Torres relata que en Internet, en Twitter, “la exigencia de los 140 caracteres implica ejercer tu capacidad de síntesis. Dentro de la red he visto cierto florecimiento de esta escritura breve, fragmentaria. Margo Glantz, con el estupendo libro Yo también me acuerdo, que básicamente apareció en su timeline de Twitter. O en Merlina Acevedo, escritora muy curiosa porque se dio a conocer ahí”.

Benjamín Barajas, autor de Jardín minado y otras obras de aforismos, destaca que este género cobra relevancia en el siglo XXI porque “va acorde con los tiempos que vivimos: la velocidad, la rapidez, la falta de tiempo y la crisis en la concepción de obras gigantes como una visión de mundo. La brevedad del aforismo tiene que ver con la dinámica de vida actual. Yo digo que lo escribes cuando estás en la luz roja de un semáforo, pero no te puedes escribir un ensayo de 20 páginas ahí.

Otra de las vertientes del aforismo es que hay una vinculación con la poesía lírica; hay un aforismo literario. En libros que he leído, ciertas propuestas, el aforismo es como el ensayo: tiene un vínculo con la poesía. Algunos ensayos de Paz parecen sentencias y una de las características de la poesía lírica es la brevedad.

Afirma que en el presente es muy difícil tener una mirada cosmogónica y cosmológica del mundo; lo que tienes son pequeños atisbos de realidad, y el aforismo los retrata muy bien. No sólo pasa en el aforismo, sino que ya se venía dando en el cuento con el microrrelato.

Desencanto y nihilismo

Barajas, ganador del Premio Internacional Torno In Sintesi Aforismo 2014 por Breves autopsias, destaca que en el género domina el humor, a veces negro, porque tú no puedes mostrar una buena cara ante una realidad tan agresiva, grosera e insultante; sin embargo, ese humor negro nos permite sanarnos un poco, aunque también hacer una crítica muy mordaz.

Su finalidad es desinflar concepciones muy elaboradas, pero a veces muy absurdas sobre la realidad. No sirve para curar ni para dar soluciones, no es su tarea. Esa es la tarea de los pedagogos, de los sociólogos, porque entonces se vuelve parte de aquello que critica. Surgió en el momento justo, es decir: tienes que combatir esas ideas, concepciones que nos habían dado dizque estabilidad pero que son tremendamente injustas. No tardan en salir libros criticando a Trump y sus estupideces, pero buscando una salida, quizá humorística.

Para Benjamín Barajas, el aforismo nace de un desencanto. “Ya no creemos en las grandes obras redentoras, la sociedad actual, las cuestiones de justicia.

Es un nihilismo, una no creencia prácticamente en nada. Pero detrás de todo aforista, por desencantado que sea, hay un moralista. Terminamos cerrando el círculo: Schopenhauer y Nietzsche. Al criticar todo, aunque no lo digan, en el fondo están proponiendo otra cosa. Es una propuesta de sanar, pero con base en destruir casi todo.