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Malestar en el Kremlin luego de que Trump no incluyó el tema al hablar ante el Congreso

Se desvanecen las expectativas en Moscú sobre una mejor relación con Washington

La apuesta de EU por reforzar el arsenal nuclear podría generar nueva carrera armamentista

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El gobierno de Vladimir Putin guarda un prudente silencio sobre el futuro de la relación con Estados Unidos ante un cierto desencanto con las expectativas que había generado en el Kremlin la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. La imagen, en un puesto de las tradicionales matriuskas con figuras de ambos mandatarios, en MoscúFoto Ap
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Activistas pro inmigrantes se manifestaron ayer contra las políticas del presidente Donald Trump en FiladelfiaFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 3 de marzo de 2017, p. 27

Moscú.

Un cierto desencanto en relación con las expectativas que había generado aquí la victoria de Donald Trump empieza a prevalecer en el Kremlin, que guarda un prudente silencio sobre el futuro de la relación entre Moscú y Washington, aunque no pudo ocultar su malestar tras constatar que Rusia no es prioridad para el presidente de Estados Unidos y no mereció el martes ni un solo párrafo en su primera intervención ante los miembros del Congreso.

No, no nos sorprendió. Él (Donald Trump) es presidente de Estados Unidos y por supuesto se ocupa de los asuntos estadunidenses. El presidente (Vladimir) Putin se ocupa de los asuntos rusos. Es absolutamente normal, respondió a la prensa el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.

Con esas cortantes palabras el portavoz eludió hacer referencia a lo que los medios de comunicación públicos de este país han señalado hasta la saciedad desde que Trump se instaló en la Casa Blanca: la posibilidad casi inminente de alcanzar un gran pacto entre Rusia y EU, que fue pasando a segunda plano ante las señales ominosas llegadas desde Washington.

Peskov se limitó a decir que entre ambos países hay intereses coincidentes, así como aspectos que nos separan, donde nuestros puntos de vista son diametralmente opuestos.

Y cerró su breve valoración del discurso de Trump en la misma línea de sus comentarios a partir de que el presidente de Estados Unidos dejó de ser figura mediática en la televisión rusa, en el sentido de que hay que esperar a que formule sus propuestas.

Hemos escuchado diferentes declaraciones del presidente Trump, somos muy pacientes y esperamos el momento en que las declaraciones dejen su lugar a las acciones, lo cual nos permitirá saber hacia dónde debemos orientarnos, finalizó Peskov.

Mientras el presidente Vladimir Putin se tomó unos días libres para irse de cacería en Siberia, los funcionarios de segundo nivel –como el viceministro de Relaciones Exteriores, Serguei Riabkov, quien acaba de participar en una mesa redonda sobre el futuro de la relación bilateral– prefieren marcar una diferencia entre Trump y el Congreso respecto de Rusia. Según Riabkov, el Congreso, al querer atar de manos al presidente, encabeza las acciones hostiles contra Rusia y pretende mantener la política de sanciones económicas.

En tanto, menos obligados a ceñirse a la línea oficial de dejar todavía la puerta abierta a que Trump ofrezca un entendimiento equitativo con Putin, diputados y politólogos comienzan a poner en duda las buenas intenciones de Estados Unidos hacia Rusia. El optimismo anterior que exultaban va cediendo frente a las intenciones negativas de la administración Trump, que se acumulan en demasía y que, por citar sólo las más llamativas y contrarias a los intereses del Kremlin, son:

La exigencia de que Rusia devuelva Crimea a Ucrania; la promesa estadunidense de no romper nexos con sus aliados europeos en la OTAN; el enfrentamiento con Teherán, socio de Moscú; la afirmación de que el Tratado START-III afecta los intereses de EU y de que requiere ser revisado, igual que otros instrumentos que regulan el desarme nuclear.

Asimismo, la irracional apuesta de Trump por reforzar el arsenal nuclear de EU y el anuncio de conseguir el incremento histórico del presupuesto militar, que ya sobrepasa los 600 mil millones de dólares, en 54 mil millones más, suma esta última que supera el gasto anual de Rusia en esa materia, para volver a ganar guerras.

La obsesión de Trump por lograr la supremacía mundial amenaza con involucrar a Rusia en una nueva carrera armamentista que, en estos momentos, es lo único que le falta para revertir la caída del nivel de vida de la población, por más que los voceros militares aseguren que podrán mantener el equilibro nuclear gastando 12 veces menos.

Aleksei Mujin, director del Centro de Información Política, uno de los preferidos think tanks del Kremlin, está convencido de que Trump utilizó la retórica en favor de Rusia para ganar adeptos, en contrapunto a su rival, Hillary Clinton. Y ahora, a pesar de la presión del establishment estadunidense, tratará de normalizar relaciones con Rusia. Pero, agrega Mujin, esas relaciones procurará venderlas lo más caro posible. La pregunta es hasta qué punto está dispuesto el Kremlin a hacer concesiones.

Varios días después, en sintonía con la reflexión de Mujin, Thomas E. Graham, el director ejecutivo de la consultoría Kissinger Associates, quien es mencionado, entre otros, como candidato a embajador de EU en Rusia, declaró a un diario ruso:

“Me parece contraproducente hablar en estos momentos de un gran pacto (entre EU y Rusia). Desde que concluyó la guerra fría hubo varios intentos por ‘reiniciar’ la relación bilateral que fracasaron no tanto por las divergencias, sino por las exageradas expectativas que despertaron, para mutua decepción. (…) Para que ahora pudiera tener éxito un acercamiento, Rusia tendría que hacer una propuesta de fondo, una suerte de quid pro quo, sobre todo para resolver la crisis de Ucrania”.