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Economía Moral

Investigaciones recientes avanzan en la comprensión del bienestar humano/ V

Ian Gough y coautores, visión interdisciplinaria del bienestar en países pobres

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n Wellbeing in Developing Countries (Bienestar, BE, en países en desarrollo, Cambridge University Press, 2007), editado por Ian Gough y J. Allister McGregor, que abordé en las entregas del primero y 8 de julio de 2016 en mi reseña del artículo de Máximo Jaramillo –que compara conceptual y empíricamente los enfoques del bienestar subjetivo (BES) y objetivo (BEO)– incluido en el Nº 70 de Acta Sociológica dedicado a la pobreza en México (que se presentará en la FIL-Minería el lunes próximo a las 17 horas; ver invitación), los autores del Prefacio (los editores) y de la Introducción (ellos y L. Camfield), académicos británicos, se ven obligados a justificar el objeto del libro (que nos recuerda las discusiones en la Corte española de si los indígenas de las tierras conquistadas eran humanos):

“A algunas personas les puede parecer que el bienestar (BE) es un lujo prescindible para los países en desarrollo y, en particular, para las personas pobres que viven en ellos. Las experiencias de vivir y trabajar con personas de un amplio rango de países en desarrollo nos dice que tienen nociones tan vívidas y válidas del BE como las personas de países más ricos… Lo que otorga BE a diferentes personas en muchas sociedades en todo el planeta puede adoptar variadas formas, pero muchas de ellas son familiares en todo el ancho rango de culturas muy diversas: el amor de amigos y familia, de la música y la poesía, de la danza, de la comida y un buen chiste” (Prefacio). “A primera vista parece incongruente discutir el BE en relación con los países en desarrollo… hay un número de razones por las cuales es importante confrontar esta aparente incongruencia. La primera es reconocer la completa humanidad de las personas pobres en los países en desarrollo; reconocer que no están completamente definidos, ni pueden ser comprendidos, sólo por su pobreza”. Incluso al lado de sus carencias, las personas pobres son capaces de lograr algunos elementos de lo que ellas conciben como BE, sin lo cual sus vidas serían insoportables” (Introducción).

Desde esta perspectiva, continúan Gough y McGregor (GyMG), el “argumento que se presenta en este volumen es que el BE (incluyendo su inevitable anverso, malestar) es un concepto más amplio” que puede fácilmente abarcar los debates actuales sobre diferentes concepciones de la pobreza. El libro no argumenta, señalan, por el abandono de los conceptos de pobreza, sino por ubicarlos en el discurso más amplio de BE”. Sostienen que la promoción actual de conceptos multidimensionales de pobreza reflejan cambios mayores en el pensamiento sobre el desarrollo internacional, que se habría ido moviendo hacia una concepción del desarrollo como la búsqueda organizada del BE humano, y que el más amplio y utopista de los objetivos del desarrollo internacional es el de crear condiciones en las que toda la población del mundo pueda lograr el BE.

Sobre el significado del término BE, GyMG señalan que el término welfare se puede rastrear hasta el siglo XIV, cuando significaba buen viaje e indicaba tanto felicidad como prosperidad. Que en el siglo XX se fue asociando a la provisión para satisfacer necesidades en el estado de bienestar. Que a finales de ese siglo se fue asociando a nuevos discursos de agencia y participación y a visiones multidimensionales de pobreza, lo que “pavimentó el camino para la reinvención de la antigua noción de BE, que viene de Aristóteles y Buda.

“No es sorpresa que no haya consenso sobre la naturaleza del BE, que está ligado de manera intrincada con nuestras ideas sobre lo que constituye la felicidad humana y el tipo de vida que es bueno vivir. BE es un concepto paraguas, que incluye al menos el BES y el BEO”. Argumentaremos a favor de una concepción del BE que tome en cuenta las circunstancias objetivas de la vida de la persona y su evaluación subjetiva de ellas… [ambas] situadas en la sociedad y en los marcos de significado en que vivimos. Por tanto, BE es también, necesariamente, un concepto relacional y dinámico... No puede concebirse sólo como un resultado sino debe entenderse también como proceso”. (pp. 4-5).

Mientras la concepción dominante de BE en el periodo de la posguerra ha sido la económica –los recursos materiales que la gente controla y de los que puede disponer, medidos por el ingreso–, ésta ha sido desafiada en el plano conceptual y en el de medición en los pasados 20 años, señalan GyMG, quienes añaden que el libro se estructura en torno de tres desafíos que trata de interrelacionar:

1) El desafío del desarrollo humano (DH) que ha ampliado la noción de desarrollo. Los autores otorgan a Amartya Sen el papel promotor de las ideas del DH; dicen que él disputó que el control sobre bienes o ingreso provea el espacio analítico adecuado para evaluar el BE y la pobreza, pues equivale a confundir los medios con los fines, y que para definir estos últimos, se requieren los nuevos conceptos de capabilities y functionings por él acuñados [cuyo significado es tan peculiar y vago que lo mejor es no traducirlos] a los que añadió después el de libertad para vivir la vida que uno valora. Martha Nussbaum llevó esta idea más allá e incluyó numerosos aspectos no económicos de la vida, como la expresión de imaginación y emociones, la pertenencia y el juego. Tanto Doyal y Gough en su teoría de las necesidades humanas, como Nussbaum, adoptan una visión universalista.

2) El desafío de nuevos marcos para el análisis de la sustentación humana, que toman en cuenta las maneras en que la gente usa un rango de activos y estrategias más amplio que el usualmente considerado. Dichos marcos tuvieron algunos puntos de partida comunes, en particular la concepción de Sen sobre las titularidades (entitlements), aplicadas a la explicación de las hambrunas, y los trabajos de Robert Chambers y otros sobre vulnerabilidad. Los marcos más amplios incluyen el capital humano, el capital natural y el capital social. En la Universidad de Bath, en Gran Bretaña, se desarrolló el Enfoque del Perfil de Recursos, que en vez de capitales o acervos utiliza el concepto de recursos; reconoce que un más amplio espectro de cosas, como relaciones (incluyendo relaciones adversas como el clientelismo), y el estatus cultural, pueden ser tanto medios como fines.

3) El desafío del BES y de la calidad de la vida. Este, más reciente, desafío ha vuelto al sujeto individual para poner en duda sustancialmente los fines del desarrollo y cómo los concebimos y medimos. Las ideas interrelacionadas de ‘BES’, ‘satisfacción con la vida’, ‘calidad de vida’ y ‘felicidad’, han situado las evaluaciones subjetivas en el centro del escenario y han propuesto medir éstas directamente en vez de a través de ‘proxies’ (indicadores próximos) como recursos o desarrollo humano. Esta perspectiva ha sido desarrollada en diferentes bases disciplinarias, como la investigación sobre los servicios de salud que lleva al concepto de calidad de vida relacionada con la salud; la sicología del equilibrio hedónico; y la economía de la satisfacción en la vida y la felicidad. (pp. 6-7).

En el resto del capítulo introductorio, GyMG desarrollan cada uno de estos desafíos. Sobre el tercero dicen:

“Diferentes disciplinas y perspectivas han contribuido a esta corriente de investigación, pero tres han sido de especial importancia: investigación sobre la calidad subjetiva de la vida, realizada por sicólogos y clínicos de la salud; la sicología del saldo afectivo y la satisfacción en la vida; y la ciencia económica de la felicidad… La 2ª corriente ha sido llevada a cabo sólo en la sicología. Los sicólogos han estado interesados en la satisfacción en la vida y la felicidad desde hace mucho [cita a Maslow, entre otros], pero el tema sólo entró en la sicología de la corriente principal en los años 80, lo cual se facilitó por el desarrollo de mediciones válidas de estos conceptos, tales como la Escala de Satisfacción con la Vida de Diener y coautores. En 1999 Daniel Kahneman y sus colegas publicaron Well-Being; The Foundations of Hedonic Psychology, para anunciar la existencia de este nuevo campo de la sicología… la sicología hedonista… que es el estudio de lo que hace que las experiencias y la vida sean agradables o desagradables… Demuestran que los afectos positivos y negativos pueden operacionalizarse y medirse, aunque son ortogonales y no polos opuestos de un único continuo, como se suponía antes” (pp. 25 y 28).

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