Opinión
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Astillero

Neomorenos de Troya

Oportunismo desatado

Desfiguros en Toluca

Margarita: guerra vs narco II

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A REVISAR GASTOS EN EL INE. Consejeros y representantes partidistas ante el Instituto Nacional Electoral demandaron revisar el contrato mediante el cual se rentaron otros 413 vehículos –para sumar un total de mil 350–, no obstante que la contraloría general concluyó que hubiera sido más barato comprar los automóviles y camionetas que erogar 935.4 millones de pesos por dicho convenio. En la imagen, el consejero Enrique Andrade y el titular del organismo, Lorenzo CórdovaFoto Roberto García Ortiz
L

a temprana suposición de que es irreversible el triunfo presidencial de Andrés Manuel López Obrador o, visto de otra manera, de que su movimiento habrá de generar suficientes dividendos electorales para todos quienes a tiempo se acojan a su sombra ha provocado una serie de saltos sin decoro desde las barcas que se consideran en picada, sobre todo desde el Partido de la Revolución Democrática y, en menor medida, en el del Trabajo y en Movimiento Ciudadano, para acomodarse en busca de convertirse en una versión tolerada de los protagonistas del cambio verdadero en 2018.

Ya aquí se ha hablado de los casos del empresario Alfonso Romo (quien fue parte, muchos años atrás, de la élite regiomontana de negocios e integrante de la mafia del poder) y de Esteban Moctezuma Barragán, quien fue secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo. Ambos, Romo y Moctezuma, forman el núcleo que definirá políticas del eventual gobierno lopezobradorista, con el primero como abierto reclutador de adherentes a la causa del tabasqueño, así encarnen justamente lo contrario de lo que en discursos plantea éste.

Esas primeras aperturas de puertas alternas se han visto reproducidas en el ámbito del perredismo, con el senador poblano Miguel Barbosa como ruidoso inaugurador de un posdatado chapulinismo de supervivencia desde el sol azteca. Ayer se anunció el paso de tres senadoras de este partido caído en desgracia hacia Morena, y se especula que 11 legisladores federales más habrán de cambiar de bando. Una evidente demostración de fuerza del morenismo, dicen algunos de los directivos del novel partido, bajo la consideración de que AMLO no puede ni debe rechazar apoyos y que, en todo caso, éstos no tendrán una retribución obligatoria en cargos o candidaturas.

Resulta contradictorio que sea en estos momentos de presunta delantera imparable cuando Morena o, específicamente, su dirigente máximo, López Obrador, estén permitiendo que se desdibuje con rapidez el esquema purista e incluso aislacionista que había mantenido desde su fundación, cuando repelía cualquier indicio de asociación con personajes perredistas (ni a la esquina con ellos, se decía) y se vanagloriaba de su apuesta electoral siempre en solitario (más vale solos que mal acompañados, se argumentaba).

La principal apreciación popular respecto de Morena ha provenido de su pálida, pero única, condición de algo cercano a la postura antisistema. Lleno de contradicciones, cargado de un discurso repetitivo y cansino, acompañado de figuras polémicas (Manuel Bartlett, Ricardo Monreal; antes, Marcelo Ebrard, por citar algunos ejemplos), López Obrador se ha visto muy beneficiado por los graves y constantes errores de sus opositores, más que por sus méritos personales o partidistas, como si le hicieran involuntariamente la campaña quienes lo consideran adversario frontal, como la administración peñista, productora diaria de dislates que se convierten en bonos favorables a quien va por tercera ocasión por la Presidencia de la República, o como lo hace el equipo FelyMar (Felipe Calderón y Margarita Zavala), que postula como abanderada a una panista de poca monta intelectual y política, y de una evidente subordinación frente el esposo desbordado.

Desdibuja y pervierte el perfil del partido que encabeza las encuestas presidenciales el aceptar los apoyos de esos neomorenos de Troya (se adhieran o no en lo inmediato al partido de la reafiliación nacional es lo de menos; siempre habrá manera de premiar a los recién llegados si forman parte de élites en las que buscan mantenerse). Si tan fuerte y amplio fuera el apoyo popular a la opción lopezobradorista, natural resultaría el negarse a aceptar respaldos turbios o abiertamente envenenados, para preservar así el perfil mínimamente antisistema que podría encontrarse en el candidato conservador, amoroso y meramente reformista. Cuando PRI y PAN tengan candidatos en firme a la Presidencia, de manera natural variarán las estadísticas que hoy registran solamente a uno como seguro, el de Morena. También habrá de influir, en el futuro que se avizora tan complicado, tan susceptible de manipulaciones y fraudes, el apego que mantenga Morena a su posicionamiento original o su conversión al credo del oportunismo, del pragmatismo tan reverenciado por los demás partidos.

En Toluca se produjeron desfiguros políticos en el flanco del panismo. Mientras Josefina Vázquez Mota rendía protesta como candidata a la gubernatura del estado de México, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa fue tomado en video en una actitud de alelamiento y descontrol que pareció provenir de una alteración producida por excesos, ya fueran de desvelos o de ingestión de sustancias tóxicas (a la mayoría de quienes opinaron sobre el video les pareció la imagen de alguien que había abusado del consumo de bebidas con alcohol). El contraste entre el esfuerzo gesticular y oratorio de Vázquez Mota y el rostro de crudo talante de Felipe tras ella resultó grotesco.

En Washington, la esposa de Calderón inició una breve gira cupular. Llevó en su maletín discursivo la consigna de pronunciarse contra el discurso de odio que adjudica a Trump y a López Obrador, y advirtió al primero de los riesgos de incentivar las opciones populistas mediante la continua agresión a los intereses mexicanos. El felimargarismo, que actuó en favor de Hillary Clinton, pretende conseguir que Trump intervenga aunque sea con retórica indirecta para no incrementar las posibilidades de que gane un candidato en la elección mexicana.

Sin las redes de protección que se le brindan en México a la hora de entrevistas periodísticas uno a uno, Zavala Gómez del Campo quedó exhibida en una sesión con Jorge Ramos, de Univision. Abusó de los lugares comunes y la imprecisión; casi cantinflista, evitó fijar posturas en temas cruciales, y, a pesar de todo, le fue imposible negar que, de llegar de nuevo a Los Pinos, reinstalaría la política funeraria de su esposo, en cuanto a guerra contra el narcotráfico (https://goo.gl/qDuvZu). ¡Hasta mañana!

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