Opinión
Ver día anteriorViernes 10 de marzo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿Cómo llegamos a este entrampamiento?
T

odo proceso de análisis y prospectiva implica aceptar un acto de honestidad que aclare cómo se generó la situación que llegó a ser crítica. Trump nos puso en un momento de riesgo sembrado con anterioridad. Debe iniciarse su análisis partiendo de aclarar cómo llegamos a ello. Algo o mucho falló en las políticas esenciales durante los últimos 20 años. Nada ha surgido de pronto, todo tuvo su génesis. Transformarnos de un Estado de vocación social a uno neoliberal y esto creó fisuras no previstas.

La complejísima política interior nunca fue comprendida en su magnitud. Se creyó que se limitaba a controlar la vida política dispensando dinero, privilegios y represiones, medio atender la seguridad, inmiscuirse en la opinión pública, soportar los frecuentes cambios de titulares, 11 en 20 años, todo sin lograr crear una sociedad sólida, resistente, fundamento de las otras políticas.

La política exterior fue espacio para una frivolidad nunca antes observada. Viajes y visitas sin propósito ni consecuencias, y lo más grave, nuestro aislamiento de nuestros hermanos latinoamericanos y caribeños; África relegada, Oceanía inexistente y un anticubanismo ahistórico. Todo para privilegiar una relación presuntuosa y lambiscona con las grandes metrópolis. Su logro fue perder la admiración que se tenía por México.

Los procesos económicos fueron un desastre si se recuerda que se nos aplicó el Fobaproa, se esfumaron los grandes ingresos petroleros y las remesas de los transterrados. El dinero se dilapidó, se votó sin medida ni control y ello nos llevó a la quiebra actual, que causó no sólo un fracaso económico, sino un proceso amarguísimo de concentración de capital. Hay más millonarios que nunca y éstos son más ricos también que en ningún tiempo. Simultáneamente, la pobreza alimentaria ha crecido constantemente, año con año.

Las novedosas prácticas de apoyo a la sociedad con base en programas de organización para la autogestión productiva se degradaron. Se abandonó su esencia, que era la cohesión social para volverlas prácticas paternalistas, de carácter individualista, posesivo, generando suplicantes de bienes.

En este largo proceso de agotamiento se distinguen claramente tres vertientes centrales: 1. libre mercado desenfrenado, 2. populismo dictatorial e ignorante y 3. creciente autocracia. Estas ya reprobables líneas de conducción de gobierno fueron fortalecidas en su capacidad destructiva por dos catalizadores: la fractura pueblo/gobierno, quienes mutuamente se desprecian y desconfían, y la corrupción que nos desarmó moralmente ante el mundo. Como resultado de esto mutamos de ser una nación respetada, con orgullo e idea de futuro, a una poco estimada y muy vulnerable.

Visto con una perspectiva histórica, lo más delicado, lo más íntimo como nación, que es su fe y su orgullo, por hoy están perdidos. Actualmente predomina el desánimo social, la percepción de haber desacertado todo escape de un subdesarrollo que de sólo mencionarlo resulta lastimoso. En contraste, las clases opulentas participan de la angustia nacional tomando té, como ejemplo de la fractura social.

Han sido 20 años de corrupción exultante, de frivolidad, levedad y soberbia en el gobierno. Se creyó que se podía encabezar caprichosamente a un pueblo que siempre aplaudiría, que no juzgaría, que todo aguantaría. Lo que estos estilos produjeron, además del daño social señalado, fue una enorme vulnerabilidad ante el extranjero. Trump no necesita ser descrito, pero él no lo es todo en el dramático binomio que hoy nos ofende. Necesitó como rival a un ente débil en todo sentido, y lo encontró a su complacencia. Este es el país que le gustó a Trump para desencadenar sus furias y así advertir al mundo por dónde y hasta dónde irían sus pretensiones.

¿Cómo llegamos a este entrampamiento? Pues conduciendo un país de muy estimable potencial por la ruta descrita y convertirlo en la víctima de un megalómano. El entrampamiento en que nos encontramos es de tal magnitud que nadie se ha atrevido a predecir su especie y tiempos. Se está aún en la etapa previa al diagnóstico, y éste debe iniciarse desentrañando el cómo fue posible caer a nuestra posición para sorpresa universal, cómo llegamos a tal indefensión.

Se ha dicho que a falta del poderío militar o económico, que son los pilares de los países fuertes, México hacía descansar su reciedumbre, su capacidad para influir en actos de peso universal, en su gran prestigio. Enorme verdad. Así pudo sostener sus principios, lealtades e intereses por décadas y tener una respetada imagen, voz e influencia.

Si esta somerísima reflexión fuera acertada, cómo recuperar ese nivel de dignidad, respeto y confianza, cómo abreviar el tiempo, que si ha sido largo en la destrucción, no lo fuera en la reconstrucción. Cómo sin un nuevo proyecto de nación, cómo más.