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Reflexiones sobre periodismo científico
D

uando se pregunta ¿para qué sirve la ciencia?, una de las respuestas que aparece con mayor frecuencia es la que le asigna una función puramente económica. Así –se dice– a mayor gasto en ciencia como porcentaje del PIB, mayor es el desarrollo industrial, así como el bienestar social medido como ingreso per cápita. Esto es cierto, pero ¿esa es la única función que tiene la ciencia en una sociedad?

Desde luego que no. Su papel en el desarrollo económico, si bien es muy importante, no es la única forma en la que una sociedad puede emplear esta actividad en su beneficio. En países como el nuestro, donde sólo una proporción muy pequeña de los jóvenes tiene acceso a las universidades, la ciencia y su difusión cumplen un papel educativo de gran trascendencia, pues permiten que estos jóvenes, y no sólo ellos, sino el resto de la sociedad, puedan estar al tanto de los avances del conocimiento que se produce en México y el mundo.

Estamos aquí frente a dos funciones de la ciencia, y específicamente de la comunicación de la ciencia: su papel educativo y como ventana que nos permite, como sociedad, conocer en tiempo real los avances en todos los campos del conocimiento, sus beneficios potenciales y también sus riesgos. La comunicación de la ciencia y dentro de ella, el periodismo científico, ponen en contacto a la población de nuestro país con los descubrimientos más recientes, como los exoplanetas, la detección de las ondas gravitacionales, los avances en la edición genética, o el tratamiento de enfermedades antes incurables. En este sentido nos da la posibilidad de estar al mismo nivel –y no en pocas ocasiones por encima– de otras sociedades consideradas más avanzadas.

La comunicación de la ciencia y el periodismo científico contribuyen así a acortar la brecha que nos separa de otras naciones en el terreno científico y tecnológico.

Pero el periodismo no sólo trata de dar a conocer hazañas espectaculares, sino de comunicar los avances de la ciencia y la tecnología que se producen día con día de manera callada en nuestro país y el mundo. Indagar las formas que adopta el razonamiento científico, la formulación de preguntas, las metodologías diseñadas para encontrar las respuestas, que permiten acrecentar y en ocasiones revolucionar nuestro conocimiento sobre el universo y lo humano. El periodismo científico posibilita además que la sociedad, al estar informada, pueda tomar decisiones objetivas y racionales al margen de prejuicios o dogmas.

Sin embargo, las funciones de la ciencia son aún más amplias. Además del valor que tiene por sí misma la creación de conocimientos, aunque no esté orientada a alcanzar una aplicación o utilidad inmediatas, la investigación tiene la capacidad de transformar a las sociedades. Un ejemplo de ello es el descubrimiento de los anticonceptivos orales, hazaña que, por cierto, se inició en México gracias al trabajo del químico mexicano Luis Ernesto Miramontes, junto con Carl Djerassi y George Rosenkranz. Al hacer posible la separación de la sexualidad de la reproducción, empezó una nueva era en la que desde la segunda mitad del siglo pasado las mujeres se incorporaron al mercado de trabajo en todos los campos, a la educación y a la ciencia, en lo que constituye una de las mayores revoluciones en la historia humana, la cual aún no ha concluido. Comunicar estos logros de la ciencia mexicana y el orgullo que sentimos por el talento y creatividad de nuestros investigadores, es también una tarea del periodismo científico.

Otra de las características de la ciencia es su papel en la transformación de la naturaleza humana, al menos desde el punto de vista biológico. Un ejemplo de ello son los avances en las tecnologías de reproducción asistida que hacen posible el nacimiento de niños con el material genético de tres personas (recientemente aprobado en naciones como el Reino Unido), que introduce un elemento nuevo al dotar a las células germinales humanas con una cualidad diferente que será transmitida a las generaciones futuras.

Todo lo anterior muestra que el papel de la ciencia no se limita a su utilidad económica, y las distintas modalidades de la comunicación de este quehacer, entre ellas el periodismo científico, permiten a la sociedad estar al tanto de sus múltiples y extraordinarias funciones.

Nota. Este texto es una versión de mi participación en la presentación de los Cuadernos de Periodismo Científico en la pasada Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, y en la conferencia Periodismo científico, en el Cuarto Simposio de Divulgación, Ciencia y Medios de Comunicación, realizado el 10 de marzo en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa.