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Una tiene el tamaño de una alberca; los criminales habrían usado maquinaria pesada

Complicidad de autoridades en narcofosas de Veracruz: fiscal

Es imposible que nadie se haya dado cuenta, afirma Winckler

Los peritos forenses están rebasados; algunos sepulcros ni siquiera se han abierto porque no hay dónde analizar los restos

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Arriba, vista aérea del las fosas clandestinas donde personal de la Policía Científica, de la Fiscalía General del Estado de Veracruz y voluntarios del Colectivo Solecito exhuman restos humanos. Abajo, uno de los sepulcros clandestinos hallados en el predio Colinas de Santa FeFoto Sergio Hernández Vega
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 17 de marzo de 2017, p. 29

Veracruz, Ver.

En el cementerio clandestino Colinas de Santa Fe, en el norte del puerto de Veracruz, hay una cavidad que los familiares de desaparecidos llaman la alberca; allí los grupos criminales acumularon gran cantidad de cuerpos. Fue una de las primeras fosas exploradas en la zona, informó Jorge Winckler Ortiz, titular de la Fiscalía General del Estado (FGE).

El funcionario dijo que la inhumación de al menos 253 cadáveres tuvo que haber contado con la complicidad de autoridades. Este jueves, después de 100 días de haber asumido el cargo y tras varios desencuentros con el Colectivo Solecito Veracruz, que lo ha acusado de insensible e indiferente, decidió acudir al sitio por primera vez.

El terreno donde se han realizado los hallazgos presuntamente era utilizado por el crimen organizado para deshacerse de sus víctimas.

La fosa se encuentra en un terreno irregular, arenoso, con elevaciones, surcos y pequeños arbustos que proyectan una débil sombra. Las familias de desaparecidos han instalado aquí carpas blancas para resguardarse del sol y guardar palas y punzones.

A la alberca se llega por un camino de terracería de 2.5 kilómetros que se desprende de la carretera Veracruz-Cardel, a un costado del fraccionamiento Colinas de Santa Fe, en una zona de bodegas de la zona portuaria. Hay que atravesar varios terrenos de la Corporación Integral de Comercio Exterior y algunos ranchos.

Entre los arbustos, las cintas amarillas delimitan el polígono donde los familiares de los desaparecidos y la policía científica han hecho exploraciones. Winckler Ortiz dijo que son tales las dimensiones de la fosa que los criminales sólo pudieron haber sepultado los cadáveres con el uso de maquinaria pesada.

Hay áreas donde se tuvo que abrir brecha con trascabo. Creo que se usó maquinaria, consideró el funcionario. Los criminales escogieron este lugar porque “este suelo no es tan duro; es muy rápido hacer los agujeros.

Es imposible que nadie se haya dado cuenta de lo que aquí sucedió y de que ingresaban y salían vehículos. Si no fue con complicidad de la autoridad, no entiendo de qué otra manera pudo ocurrir, señaló.

El fiscal reconoció que los servicios periciales están rebasados por la proliferación de fosas. En algunas “ni se trabaja porque no tenemos dónde identificar los restos que se pudieran extraer.

Tenemos convenio con el Servicio Médico Forense (Semefo) de la Universidad Veracruzana, pero sus instalaciones son insuficientes, al igual que las de la fiscalía; estamos trabajando para tener un Semefo y un panteón ministerial cuando haya recursos. Buscamos que se ubique en un área donde (los cuerpos de) los desaparecidos puedan durar mucho más tiempo, comentó.

Winckler Ortiz dijo que los colectivos de familias de desaparecidos han hecho un trabajo extraordinario; ellos encontraron el sitio y han llevado a cabo las búsquedas.

La activista Lucía de los Ángeles refiere que la fiscalía sólo cuenta con 17 perfiles de los cuerpos encontrados en el cementerio clandestino.

Los familiares ubicaron el lugar luego de una marcha por el Día de las Madres, el 10 de mayo de 2016. Alguien les hizo llegar un mapa que ubicaba un terreno entre los límites de Veracruz y el municipio de La Antigua.

El 3 de agosto de 2016, el Colectivo Solecito Veracruz inició la búsqueda. Siete meses después de la primera incursión, han recuperado 253 restos humanos de 120 fosas en un área equivalente a 70 por ciento del terreno que llaman la fosa clandestina más grande del país, y posiblemente de América Latina.

De los sepulcros ilegales descubiertos en Tetelcingo, Morelos, fueron exhumados 117 cuerpos; del de San Fernando, Tamaulipas, sacaron 196, y en Iguala, Guerrero, 131 de 62 fosas.

Habría niños entre las víctimas

En estos siete meses, frente a Rosalía Castro Toss, integrante del Colectivo Solecito Veracruz, han desfilado huesos largos y cortos. También ha visto emerger de la arena ropa de mezclilla, cinturones, tenis y credenciales.

En pláticas con el personal forense que trabaja en las excavaciones, Castro Toss ha escuchado las más terribles hipótesis: En el lugar no sólo hay (cadáveres de) hombres y mujeres de edad adulta, sino que podría haber niños de 10 y 12 años.

En entrevista previa al recorrido que Rosalía Castro hizo este jueves, acompañada por el fiscal estatal, señaló que les causó temor enterarse de que mientras el Colectivo Solecito iniciaba los trabajos de exhumación, el crimen seguía enterrando gente ahí mismo.

Explicó que del análisis de los 253 restos óseos se deduce que algunos datan de hace ocho, seis o cuatro años. Pero también de hace apenas cuatro o cinco meses. Teníamos seis meses de búsqueda y encontramos cuerpos con cuatro meses de haber sido sepultados. Lo sabemos por el hallazgo de restos que aún tenían tejido blando.

Para Castro Toss, quien busca a su hijo Roberto Carlos Castro, desaparecido el 25 de diciembre de 2011, está claro que las fosas de Santa Fe sólo se pueden explicar por la existencia de autoridades cómplices y corruptas.