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Agresor cae abatido; hay 40 heridos

Atacan complejo del Parlamento en Londres; 5 muertos
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Desalojo del complejo del Parlamento británico en Westminster, donde se perpetró un atentadoFoto Afp
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 23 de marzo de 2017, p. 27

Londres.

Miércoles en la tarde. La acostumbrada disección de las preguntas de la primera ministra y luego ¡Bang! No hubo ni tiempo de tener esperanza. El sonido del pánico fue creciendo en las calles. Segundos más tarde, disparos en sucesión rápida: tres o cuatro en total.

Más tarde se confirmó el orden de los acontecimientos. Un atacante armado con dos cuchillos largos embistió a personas que se encontraban en el puente Westminster antes de asesinar a puñaladas a un policía dentro del complejo del Parlamento. En total cinco personas, incluido el atacante, murieron en este ataque y unas 40 resultaron heridas, el peor incidente desde los atentados con bomba del 7 de julio de 2007.

El atacante, quien según la policía actuó solo, fue abatido por la policía después de arrollar a transeúntes, estrellar su auto y apuñalar repetidamente al policía Keith Palmer, de 48 años.

Hasta ahora el atacante no ha sido identificado. Las imágenes de cámaras de seguridad muestran a un hombre vestido de negro, de mediana edad y posiblemente asiático.

Dos cuerpos yacían en el prado frente al Parlamento. Uno de ellos, el de un policía; el otro, el del hombre que lo asesinó. Eran las 2:40 pm. Otras dos personas murieron por un auto que las embistió a gran velocidad y que circulaba sobre las banquetas del puente de Westminster. Al menos 40 más resultaron heridas, muchas de manera catastrófica. El automóvil se estrelló contra los barandales del palacio.

El conductor escapó a las balas que impactaron en su parabrisas y corrió hacia las rejas del palacio, donde apuñaló a un policía varias veces. Agentes con armas automáticas corrieron por el parque debajo del Big Ben, algunos uniformados, otros vestidos de civil. Afuera de la entrada de Westminster Hall, al menos a 30 metros dentro del perímetro del palacio, otro hombre estaba muerto de un balazo. Otro fallecido, un oficial de policía, yacía cerca de él. El diputado conservador Tobias Ellwood, ex capitán del ejército británico quien perdió a su hermano en los atentados de Bali en 2002, intentó darle al policía respiración de boca a boca y resucitación cardio respiratoria. Cuarenta minutos más tarde estaba cubierto con una manta de plástico. Tres horas más tarde se le confirmó muerto.

El objetivo no fue accidental: los ladrillos y el mortero en el corazón de la democracia británica. Pero las víctimas que transitaban por el puente Westminster pudieron haber sido quien fuera.

Horas después de los ataques, la primera ministra británica, Theresa May, quien fue sacada del complejo a toda velocidad por su equipo de seguridad, elogió la valentía excepcional de la policía durante el ataque, que describió como “enfermo y depravado.

“Nuestros pensamientos y oraciones están con todos quienes se hayan visto afectados: las víctimas, sus familiares y amigos… para quienes estaban en el Parlamento en el momento del ataque. Estos acontecimientos nos proveen de un recordatorio particular de la valentía excepcional de nuestra policía y servicios de seguridad, que arriesgan sus vidas por nuestra seguridad”.

Caminábamos hacia la estación cuando se escuchó un fuerte estallido y un tipo estrelló su auto y arrolló a algunos transeúntes, declaró un hombre llamado Rick Longley.

Quedaron ahí tirados, y toda una multitud dobló la esquina para asomarse junto a las rejas frente al Big Ben. El tipo pasó junto a mi hombro derecho con un gran cuchillo y se lo comenzó a clavar a un policía. Nunca había visto algo así. No puedo creer lo que vi.

Las oficinas de prensa de Westminster están ubicadas a todo lo largo del piso más alto del palacio; desde el Big Ben hasta darle la vuelta a Westminster Hall, y desde ahí pudo verse claramente un incidente de enorme gravedad. Los periodistas se arremolinaron hacia las ventanas y corrieron las persianas de protección contra bombazos para ver mejor lo que ocurría.

Un gran automóvil negro se estrelló contra los brandales que estaban enfrente a la estación del metro de Westminster. Las ventanas tenían orificios de bala. Desde las ventanas de las oficinas en el puente Westminster, la gente vio el vehículo subirse a la banqueta y dejar un reguero de víctimas por donde pasó antes de dar un brusco giro de 90 grados y estrellarse contra las barreras de las instalaciones del Parlamento.

El conductor escapó y pasó frente a un grupo de turistas en la calle atestada, con un cuchillo en la mano, y dio la vuelta hacia la reja principal, donde oficiales de policía permiten la entrada y salida de ministros a bordo de sus autos oficiales.

Un segundo testigo, Tawhid Tanim, dijo a The Independent que escuchó tres disparos. Bang, bang, bang, a unos 10 o 15 metros del café Nero, donde esperaba a unos amigos.

Declaró: Se escuchó muy fuerte. La gente corría como loca. Yo no podía ver y corrí también.

Los policías decían a la multitud que siguieran corriendo, agregó Tanim.

En el patio detrás de los claustros de lo que fue la abadía, la primera ministra fue guarecida dentro de su auto Jaguar plateado y llevada al número 10 de Downing Street. El palacio de Westminster es como cualquier gran oficina con miles de personas en la plantilla. Toda su vida está contenida ahí. Chefs, estilistas, personas de intendencia, bibliotecarios y sí, políticos, escucharon cómo aterrizaba la ambulancia aérea y vieron por las ventanas los intentos de revivir a dos hombres, uno de ellos evidentemente el asesino. Dos equipos paramédicos trabajaban con igual diligencia en ambos.

Casi inadvertido, en el empedrado que rodea los prados, ahí donde grupos de niños de escuela se detienen a diario para tomar fotografías, estaba tirado un enorme cuchillo.

La campana que anunció a los diputados que la asamblea para votar la reforma de pensiones estaba por comenzar sonó al mismo tiempo que los disparos. Cientos de legisladores quedaron detenidos en las instalaciones toda la tarde. Las noticias sobre la posibilidad de que hubiera un número masivo de víctimas sobre el puente se extendieron como olas por todo el palacio.

Richard Tice, una de las más importantes figuras en favor de la campaña por el Brexit, dijo que vio diez cuerpos sobre el puente.

Se prohibió el acceso a las áreas externas. Cada puerta fue resguardada por un oficial en el exterior que impedía el paso a cualquiera que se acercara. Los pases parlamentarios ya no abrían ninguna puerta ni reja.

Una segunda ola de pánico envolvió el edificio 20 minutos más tarde, provocada por lo que resultaron ser los gritos de los oficiales del cuerpo de Contra Terrorismo y de Especialistas en Armas de Fuego (CTSFO por sus siglas inglés), quienes en sus uniformes de color azul y gris se movían por cada rincón del patio y los corredores del vasto edificio. Policías armados son parte del personal regular del Palacio de Westminster; el CTSFO no.

A las seis de la tarde la policía confirmó que cuatro personas fueron asesinadas, incluidos el atacante y el policía. Otros 20 estaban lesionados.

Un guardacosta confirmó que una mujer fue rescatada con vida del río Támesis y se informó que había sufrido heridas graves.

Un vocero de la Autoridad del Puerto de Londres declaró: una mujer del público fue rescatada del río cerca del puente Wesminster. Está viva, pero recibe tratamiento médico urgente cerca del muelle. Creemos que cayó del puente.

Miembros del gobierno, visitantes, turistas y legisladores quedaron encerrados en la zona bajo las escaleras de Westminster Hall, donde los miembros de la familia real montan guardia durante los funerales. En el salón principal en que los jefes de Estado del mundo que vienen de visita se dirigen a ambas cámaras del Parlamento, cientos de personas fueron retenidas, pues eran testigos potenciales.

Un hombre que vino a una entrevista de trabajo en la Unidad de Investigación de la Policía indicó: se suponía que me iba a ver con la comandancia central, pero nunca pude llegar hasta ahí.

Un equipo de box amateur llamado Corazón de León Británico llevaba a cabo su conferencia de prensa antes de una competencia que tendría lugar este jueves en York Hall; quedaron encerrados en una de las muchas oficinas del recinto. Tenemos que comer, dijo uno de ellos. Vamos a pelear mañana.

Un par de servidores públicos que tenían cita para reunirse con ministros tampoco llegaron a sus compromisos.

En una declaración conjunta, el vocero de la Cámara de los Comunes, John Bercow, y el de la Cámara de los Lores, Peter Norman Fowler, declararon: en representación de los miembros de ambas cámaras del Parlamento, queremos ofrecer nuestros pensamientos a todos quienes resultaron afectados y a sus familias. También queremos expresar nuestra gratitud a la policía y a los servicios de emergencia.

El corazón del poder está siempre a un latido de distancia de una situación de encierro por motivos de seguridad. Los policías, los perros rastreadores, las barreras gigantes ya no están sólo como medidas de precaución.

La policía, los políticos, los servicios de seguridad advirtieron durante mucho tiempo que era inevitable que Londres fuera objeto de un ataque terrorista. Pero nada es realmente inevitable hasta el momento en que sucede.

A las siete de la noche, las autoridades parlamentarias confirmaron que la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores sesionarán la mañana de este jueves a la hora acostumbrada. Y al día siguiente también. Y de nuevo el lunes por la mañana.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca