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Responden ciudadanos a la convocatoria del opositor Navalny

Más de 700 detenidos en Rusia por manifestarse sin permiso

Denuncian bienes de Medvediev valuados en 23 mil millones de pesos

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Policías reprimen a manifestantes en la céntrica Plaza Pushkin, en Moscú, que no contaban con permiso para participar en una protesta contra la corrupción de gobernantes rusosFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 27 de marzo de 2017, p. 28

Moscú.

Más de 700 personas acabaron este domingo tras las rejas tan sólo en la capital rusa, por desafiar la prohibición de salir a la calle a protestar contra la corrupción que, están convencidos, practica el primer ministro Dimitri Medvediev, de igual manera que decenas de miles de ciudadanos rusos que, a pesar de que tampoco contaban con el necesario permiso de las autoridades, se manifestaron por la misma razón en numerosas urbes del país.

Acudieron a convocatoria de Aleksei Navalny, abogado y bloguero opositor que encabeza el frente de lucha contra la corrupción (FLC), quien publicó una denuncia contra Medvediev a través de un video, que al día de hoy ha tenido casi 12 millones de visitas en YouTube.

Desde un punto de vista formal, el audiovisual de Navalny –así como los documentos impresos que lo acompañan– no demuestra que Medvediev haya cometido ningún delito, pero…

Aunque en ningún documento figure el nombre del premier parece demasiada coincidencia que todos los activos, lujosas residencias y yates en Rusia, y hasta viñedos en Italia, por un valor superior a los 23 mil millones de pesos, que atribuye Navalny al premier ruso estén a nombre de gente que forma parte de su primer círculo de amistades o familiares, y se hayan obtenido a través de fundaciones sin fines de lucro. Un solo ejemplo exhibe que magnates identificados regalaron, como multimillonarias donaciones voluntarias, palacetes que, afirma el FLC, suele frecuentar Medvediev y están bajo protección de los servicios de seguridad del Estado ruso.

La denuncia no mereció ninguna cobertura de los medios de comunicación al servicio del Kremlin ni mucho menos un desmentido oficial, más allá de que una vocera de Medvediev dijo que nada hay que comentar sobre las invenciones de un convicto, en alusión a que Navalny se encuentra en libertad condicional, condenado por una supuesta estafa tan absurda que el juez no se atrevió a enviarlo a la cárcel, pero suficiente para impedir su postulación a un cargo de elección.

Podría pensarse que para esos medios, como la mujer del César, en Rusia el primer ministro está por encima de toda sospecha, aunque cada vez son más los rusos que no temen expresar su malestar con un primer ministro que, de creer el video de Navalny, vive en la opulencia, y que además se permitió, no hace tanto, insultar a los jubilados al recomendar, a un grupo que se quejó con él de que no les alcanza su pensión para lo más mínimo, aguanten, aguanten, no hay dinero.

Tan sólo en Moscú salieron a la calle este domingo cerca de 25 mil inconformes, que superaron el temor de quedarse en casa por las previsibles represalias que habría: aparte de los 700 detenidos, todos sufrieron los gases lacrimógenos lanzados por la policía y los embates de las unidades especiales de la Guardia Nacional, que arremetieron con todo contra los manifestantes.

A la vez, no es extraño que cerca de 100 mil personas, según el número de conexiones desde Moscú registradas por los diferentes portales que hicieron transmisiones en directo, optaron por seguir la protesta por Internet, desde la seguridad de sus hogares.

Circula ya en las redes sociales la broma de que el Ministerio del Interior ruso reportó que este domingo apenas protestaron 500 personas y ya hay 700 detenidos. Pero más allá de esa especie de aritmética oficial que sólo sirve para confundir, llama la atención el despliegue policial en Moscú –en cantidad de efectivos y recursos utilizados, helicópteros incluidos– a todas luces desproporcionado y violento.

Muchos se preguntan aquí por qué se preocupan tanto las autoridades. De atenerse a la versión difundida por los medios de comunicación al servicio del Kremlin, Navalny –eso dicen– no representa ningún peligro para el candidato presidencial de la élite gobernante en 2018, sea que Vladimir Putin se presente a la relección o ceda su lugar a un sucesor confiable.

Las encuestadoras oficiosas, desde ahora, aseguran que no podría sacar más de 8 por ciento de los votos, al margen del candidato oficial que tenga enfrente. No obstante, Navalny hace su lucha y confía en que la Suprema Corte de Rusia anule la prohibición de que se presente como candidato presidencial.