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Cremaron los restos del autor de A paso de hierba

Formar poetas, legado de Juan Bañuelos, definió Silvia Molina
 
Periódico La Jornada
Viernes 31 de marzo de 2017, p. 5

El poeta Juan Bañuelos se fue sin querer irse. Lleno de planes, de viajes pendientes, interesado como siempre en la vida que de manera inesperada lo hizo caer en cama por una neumonía atípica, según el diagnóstico médico.

Falleció el miércoles durante el sueño, quizás sin darse cuenta, junto a su ejemplar de La Jornada entre sus cobijas, dijo su viuda Graciela Barrón.

Arropado por el cariño de su familia, la poesía del chiapaneco permanecerá viva mientras encuentre eco y continúe siendo difundida, dijeron sus familiares.

Bañuelos fue despedido ayer en una funeraria de la calle General Prim, colonia Juárez de Ciudad de México. Entre otros colegas y amigos, acudió la escritora Silvia Molina, en representación de la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Lidia Camacho, para acordar la fecha de un homenaje in memoriam al autor de A paso de hierba (2002).

La viuda del poeta, Graciela Barrón, comentó que aun en el hospital, el maestro Bañuelos no soltaba su ejemplar de La Jornada; “se lo quería llevar incluso a un estudio de rayos X que le iban a hacer, y se quedó así, como bebé, con su cobijita, feliz con su periódico, como siempre, fiel a La Jornada”.

Añadió que no dejó alguna instrucción en particular para después de su muerte, no estaba en sus planes morirse. Mientras estuvo en el hospital nunca se dio cuenta de que estuviera grave, quería ir a Chiapas, a Tlaxcala, al norte a dar sus conferencias; pensó que no se iba a morir nunca, que era eterno. Y eso es lo bueno de su obra, que al seguirse difundiendo su poesía, seguirá vivo.

Barrón informó que quizá exista material inédito del escritor por ahí, traspapelado, pero seguramente no son textos terminados, pues lo último que publicó fue su obra reunida en una edición del Fondo de Cultura Económica. Juan dejó huella sobre todo en las nuevas generaciones, a los jóvenes les encantaba su forma de ser, aguerrida. Deja sentimientos bonitos.

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El poeta y activista social Juan Bañuelos, en la redacción de este diario, durante una entrevista el 11 de febrero de 2004Foto Cristina Rodríguez

Silvia Molina dijo a La Jornada que la muerte de Juan Bañuelos “tomó a todos por sorpresa. Sabíamos que estaba un poco enfermo, pero la última vez que lo vi lucía bien. Es una gran pérdida para la literatura mexicana porque se trata de un excelente poeta, un hombre de convicciones firmes que siempre dijo lo que pensaba, de manera muy directa.

“Consideraba que la poesía era la expresión del corazón del hombre, y eso fue su obra: su propia expresión, donde plasmó todas sus preocupaciones y lo que le gustaba, desde la naturaleza hasta la lucha social, el amor o el desamor.

Fue muy cercano a todo el movimiento zapatista de su natal Chiapas, nunca dejó de pensar en la problemática de su estado y del país en general, se quejaba mucho de lo que está sucediendo. Nunca dejó de leer, por fortuna tenía una vista maravillosa, por lo que nunca dejó de estar al tanto de lo que acontece en México.

Molina resaltó la faceta de formador de poetas de Juan Bañuelos. Tuvo muchos talleres por toda la República, de una manera muy generosa, porque se preocupaba por los jóvenes poetas y veía que quienes tenían talento pudieran seguir adelante con su escritura; no los abandonaba. Muchos poetas se formaron con él. Bañuelos no tenía edad, muchas generaciones estuvimos a su lado y compartimos su sencillez. Fue un hombre cariñoso y con un muy buen corazón, además de un poeta bien publicado.

El cuerpo de Juan Bañuelos fue cremado por la noche. Sus cenizas, por lo pronto, permanecerán con su familia.