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El gran proyecto cultural de Bob Dylan
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Periódico La Jornada
Sábado 1º de abril de 2017, p. a16

En estos momentos el mundo está recibiendo un nuevo regalo de Prometeo, pues en los estantes de novedades discográficas será depositado un tesoro cuya portada es la siguiente:

Triplicate, se titula el nuevo disco de Bob Dylan, y no necesita decirlo para que sea cierto: es un manifiesto frente al horror, de cara a la crisis cultural más grave de Estados Unidos después de la Gran Depresión y la posguerra. Es antídoto frente a Trump sin siquiera nombrar a la bestia.

Triplicada, la decena de porciones de poesía que escancia en este álbum triple, como triple su temática. Múltiples sus significados.

Robert Zimmerman es uno de los personajes más enigmáticos, interesantes y poderosos en la historia cultural reciente.

Su sentido de la ironía es exquisito. Su capacidad de sorprender, inagotable. Suyo el don de la palabra.

Sabe siempre rodearse de misterio, y en medio de esa neblina de bosque denso destila summun, savia, líquido amniótico, linfa.

Todo esto es menester decirlo porque en el imaginario colectivo pende una imagen fantasma de Dylan. Muy distinta a la real.

Para muchos, aunque resulte increíble, Bob Dylan es el autor de Blowin’ in the Wind, el representante de toda una generación, un icono a venerar. Y el resto de su obra les resulta una nebulosa que les da flojera digerir.

La vastedad de esa producción flota en ese océano de lugares comunes, a manera de bomba de tiempo, como lo confirma el efecto tardío que han tenido sus acciones, siempre: se dijo de él que era cantante de protesta cuando Dylan ya andaba en otros trotes. Se le calificó de traidor al estilo country cuando él ya guardaba silencio, en preparación del siguiente salto.

El salto que hoy está dando es equivalente a lo que los científicos denominan salto cuántico. Y sus efectos serán visibles dentro de muchos años.

Hoy todavía es el turno de quienes gusten seguir desgarrándose las vestiduras porque le dieron el Premio Nobel de Literatura a un personaje que cambió el curso de la historia cultural.

Podrán decir: ¿qué hace Bob Dylan cantando, muy desafinado, canciones de viejitos? “ya que toque Blowin’in the Wind”, dirán de la misma manera que hay quienes en un concierto de jazz siguen pidiendo Take Five.

Con los tres que hoy publica, Dylan suma cinco discos de su proyecto descomunal. Sabios como son, los académicos suecos entendieron la jugada desde que la inició Dylan con la publicación de Together Through Life (a continuación pongo el link hacia la reseña que escribí sobre ese disco):

http://goo.gl/cyZnNR

no perdieron en ningún momento los académicos suecos los movimientos de ajedrez que continuó Dylan y por eso esgrimieron como argumento central de su fallo a favor: por crear nuevas formas de expresión poética dentro de la gran tradición lírica de Estados Unidos.

He ahí. Bob Dylan está rescribiendo. Como Prometeo, trae el fuego nuevo. Como André Malreux, predica: el arte es lo que la gente tiene pero ignora que lo tiene y es por eso que está rescatando canciones de la lírica gloriosa nacional de su país, como quedó evidente en su álbum Shadows in the Night (he aquí el vínculo a esa reseña:)

http://goo.gl/CoUX9n

el siguiente gambito ocurre este sábado primero de abril, con la aparición de Triplicate, luego del anuncio preñado de ironía que hizo Dylan hace pocos días, cuando decidió romper su habitual silencio y recordó, muerto de risa, cuando Frank Sinatra lo invitó a cenar y en el patio de la casa del crooner éste le espetó: tú tienes ojos azules, yo tengo ojos azules, nosotros pertenecemos allá arriba (señalando a las estrellas) y los demás güeyes son de aquí abajo y la frase conteniendo las carcajadas con la que remató Dylan: me quedé pensando que a la mejor Sinatra tenía razón. Fina ironía.

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Bob Dylan el 25 de abril de 2011, en el Bluefest, en AustraliaFoto Afp

En sus cinco recientes discos, Bob Dylan, de manera irónica, ha tomado canciones que cantaba Sinatra y que le eran atribuidas a él, sin que las hubiera escrito. Se ha cuidado Dylan de mostrar sus respetos al crooner, pero ha dicho que estos cinco discos nada tienen que ver con aquél.

Lo que hace, en consecuencia, es devolver esas canciones a quienes le pertenecen: a todos, empezando por los que no tenemos los ojos ni la sangre azules. Y para eso ha realizado una amorosa/cuidadosa/exhaustiva tarea de curaduría.

Pero hay un factor más hondo aún: estamos, con los cinco discos recientes de Bob Dylan, frente a un manifiesto político, social y cultural, más allá de Trump, más acá de la crisis que vive su país, hundido en la decadencia.

La poesía refleja a los hombres. La poesía documenta la historia de los pueblos. La poesía no es una colección de palabras bonitas. Esta conclusión llega luego de conversar, con mi colega Reyes Martínez, a propósito del significado de las palabras que se componen y forman la poesía.

Todas esas canciones de sus últimos cinco discos, incluyendo las que hoy salen al público, fueron escritas en los años 30 y 50, es decir, después de los dos episodios traumáticos de la nación donde pertenece: la Gran Depresión (la crisis del 29) y la Segunda Guerra Mundial.

¿Por qué las vuelve a la vida hoy Bob Dylan?

Muy sencillo y, claro y evidente: Estados Unidos está sumido en una nueva, profunda crisis cultural. He aquí, entonces, la protesta más enérgica, el comentario más agudo, la argumentación más fina y exquisita, de hecho premonitoria, de la era Trump. Insisto: sin siquiera nombrar a la bestia.

Fairy tales can come true
It can happen to you if
you’re young at heart
For it’s hard, you will find
To be narrow of mind if
you’re young at heart
You can go to extremes with
impossible schemes

Carolyn Leigh y Johnny Richards son los autores de los versos anteriores, los iniciales de Young at Heart, a su vez la obra inicial del hasta hoy más reciente disco de Bob Dylan, Fallen Angels, donde da vida, con su voz de rocas monumentales arrastradas por el río, a poesía de aliento, alegría, apapacho, esperanza, a un pueblo que, en el momento en que sufría los estragos de La Gran Depresión y de la posguerra, ansiaba sonrisas, el refugio del amor.

Es en los periodos de crisis cuando se producen las obras más interesantes, ricas, hondas, afortunadas en la historia del arte.

He aquí la estrategia del poeta, he aquí el trabajo que está realizando Bob Dylan. Pero no me hagan caso. Soy uno entre mil. Soy el idiota de la aldea. Soy el loco, el necio, el mentecato. Es decir, el que está dispuesto a escuchar con amor y esperanza lo que canta, con su voz de foca con gripa, el maestro Bob Dylan:

Los cuentos de hadas pueden
hacerse realidad
para ti, si es que logras que tu
corazón sea joven
porque no está padre, ya lo
verás
ser estrecho de entendederas
cuando eres joven de corazón
puedes entonces resultar ser
un extremista de esquemas utópicos

Helo ahí, al poeta, al aeda, al moderno Prometeo, chaparrito y chispeante como gnomo, encantador como duende, poderoso como el brujo que es, este peligrosísimo extremista de esquemas utópicos, como evidentemente se autorretrata en los versos que canta con su voz de rocas arrastradas por el río.

Salve, Robert Zimmerman.

[email protected]