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Para reducirla, debe incluirse a la sociedad: Rolando Cordera

Desigualdad social, principal desafío de democracias en AL
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El economista y profesor emérito de la UNAM Rolando Cordera dictó una conferencia magistral en la sede del Instituto Nacional Electoral. En la imagen, con el consejero Ciro MurayamaFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de abril de 2017, p. 16

Al impartir la conferencia magistral La democracia frente a la cuestión social en la sede del Instituto Nacional Electoral (INE), el investigador emérito Rolando Cordera Campos sostuvo que los indicadores en torno a América Latina revelan que en la región priva una recesión productiva, desazón social y descontento colectivo que va del capitalismo a la democracia. Subrayó que, como pocas veces, la desigualdad social se ha convertido en el signo de nuestro tiempo y en el principal desafío de las democracias.

Para Cordera Campos enfrentar esta desigualdad social debe colocarse inexcusablemente en el centro de las preocupaciones. Sin embargo, una política por la equidad dirigida a reducir la desigualdad será infructuosa y en el fondo incongruente mientras se pretenda excluir la participación organizada de la sociedad y, por su parte, las élites dirigentes permanezcan atadas a los prejuicios económicos que la miopía y el estigmatismo políticos les impiden dar curso a una política de redistribución del ingreso y la riqueza.

El también colaborador de La Jornada subrayó que en la actualidad hay un déficit de ciudadanía, porque la inmensa mayoría de la población no participa en los asuntos públicos y son muy pocos quienes se encuentran realmente organizados.

Para el economista, la reforma del Estado que se requiere en esta época debe tener como eje central una reforma social para centrarse en la reconstrucción de los tejidos sociales básicos.

Lograrlo implicaría, explicó, la redistribución del poder y el reacomodo radical de las relaciones y techos entre las esferas de la economía y en la asignación de los recursos y la distribución de los ingresos y de la riqueza.

Subrayó que, históricamente, la democracia no ha traído consigo la eliminación de la desigualdad social o de sus bases estructurales, pero propició su reducción al colocar la desigualdad social en el centro del debate político.

Para Cordera, las relaciones entre globalización económica y la democracia deben llevar ahora a revalorar al Estado en su sentido más amplio y buscar esquemas que permitan reducir los niveles de desigualdad social.