Opinión
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Apuntes postsoviéticos

Fin de las ilusiones

A

cuatro días de que comience la visita a Moscú del jefe de la diplomacia de Washington, Rex Tillerson, la relación bilateral no podía ser peor y, después del ataque con misiles crucero contra una base militar siria, quedó en entredicho la propuesta del candidato presidencial Donald Trump, muy diferente al actual inquilino de la Casa Blanca, de cooperar con Rusia en el combate al terrorismo.

Por lo pronto, en respuesta a lo que el Kremlin calificó de agresión a un Estado soberano que viola el derecho internacional, aparte de que usó un pretexto inventado, Rusia decidió suspender el intercambio de información para garantizar la seguridad de los vuelos en Siria que había acordado con la administración de Barack Obama, anterior presidente estadunidense.

El canciller Serguei Lavrov, desde Tashkent, donde se reunió con sus colegas del espacio postsoviético que forman parte de la llamada Comunidad de Estados Independientes, organización que existe por simple inercia, comparó el lanzamiento de los misiles contra el régimen del presidente Bashar al Assad, aliado de Moscú, con el comienzo de la agresión de Occidente contra Irak en 2003 y lamentó que ese insensato paso va a complicar mucho poder aunar esfuerzos en Siria.

La noticia tomó por sorpresa al Kremlin, que estaba convencido de que la Casa Blanca no se atrevería a lanzar un ataque contra el ejército sirio que apoya Rusia al grado de que, hace unos días, el vocero del presidente Vladimir Putin, Dimitri Peskov, afirmó que, de ocurrir, tendría consecuencias apocalípticas.

Quizás no se llegue al extremo de convertir la metáfora en devastadora guerra nuclear, pero es claro que los misiles crucero también impactaron en el proceso de negociación de un arreglo político iniciado en Astana, bajo el patrocinio de Moscú, Teherán y Ankara, entre el gobierno de Siria y una parte de los grupos opositores, acuerdo que puede darse por muerto.

Comienza un periodo de acusaciones recíprocas de quién fue el primero en violar el frágil entendimiento que se estaba tejiendo con tanta dificultad y de vetos en el Consejo de Seguridad de la ONU, mientras en el Kremlin vuelven a leer los tuits de Trump, como uno del 16 de junio de 2013, donde afirma que EU debe mantenerse lo más alejado posible de Siria, pues ahí son igualmente malos el régimen y los rebeldes, y qué gana EU por gastar miles de millones: NADA.

Ahora los estrategas del Kremlin se preguntan si valió la pena cultivar, mediante la entrega de generosos honorarios y hasta condecoraciones, la amistad con Michael Flynn y otros miembros del equipo de Trump, así como tratar de inmiscuirse en las elecciones para entorpecer el triunfo de Hillary Clinton, que aseguraban iba a ser peor que el actual presidente de EU.

El fin de las ilusiones sobre una pronta mejoría de la relación bilateral se produjo cuando los misiles crucero lanzados sobre Siria certificaron el divorcio de Moscú y Washington, cuyos intereses geopolíticos son incompatibles.