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La escritora Ana García Bergua se inspiró en una experiencia que sufrió en 1982

Fuego 20, historia fantástica a partir de un incendio que destruyó la Cineteca Nacional

Me interesaba explorar el disimulo, lo poco que sabemos sobre lo que pasa, señaló en entrevista

 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de abril de 2017, p. a11

El 24 de marzo de 1982 un incendio destruyó la Cineteca Nacional que se encontraba en Churubusco y Tlalpan, donde hoy se ubica el Centro Nacional de las Artes. Ese día, Ana García Bergua, quien trabajaba en el área de investigación de la Cineteca, tenía planeado asistir a una de las funciones que se ofrecía, sin embargo, su hermana le pidió que asistiera en su nombre a un concierto de jazz.

El jazz me salvó, recuerda en entrevista. Hoy, 35 años después, ese incendio abre su nueva novela Fuego 20, publicada por Era, que tiene a Saturnina y Arturo como personajes centrales, y en los que se exploran temas como la locura, la fantasía, convertirse en otro, la juventud…

El plan de escribir algo sobre la Cineteca lo tenía hace muchísimo tiempo, comenta la colaboradora de La Jornada Semanal. “En algún momento pensé hacer una especie de libro de entrevistas, el cual, según yo, me daría como resultado un perfil de lo que pudo haber pasado en el incendio de la Cineteca; luego se vino encima el aniversario, los documentales que salieron, y de repente dije: ‘bueno, es que en realidad no me interesa tanto investigar eso’. También quería hacer un Fausto, y de pronto ganó esa historia fáustica y no explicar lo que pasó en la Cineteca, sino algo que lo atestiguara. Yo trabajaba ahí cuando se quemó, también por eso había pensado el libro de entrevistas con los compañeros de aquellas épocas.

“No estuve en el incendio, pero después, como trabajadores, fuimos a rescatar nuestros poquitos materiales. Tengo los papeles que pude salvar de mi escritorio; vimos algunas bodegas de películas. Desde el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), adonde nos pasaron, veíamos la ruina que duró un montón, los perros, el olor, todo. Hay testimonios como el de Alfredo Joskowickz sobre el polvo amarillo que echaron sobre las ruinas, y otras cosas que veíamos en esas épocas, pues como sabrás, no había mucha información.

Me impresionaba mucho que fuera disminuyendo el número de muertos conforme pasaban los días, que primero se dijo que eran 50. Para esta novela me puse a investigar lo de la prensa, cuántos muertos se iban reportando, en qué hospitales estaban. Hice mi pequeña investigación, y era algo que yo quería hablar.

Foto
La autora, durante la charla con este diarioFoto Yazmín Ortega

Entonces, el personaje de Saturnina, joven que poco antes de cumplir 20 años decide que se cambiará el nombre para conocer una residencia puesta a la venta y que se encuentra en la calle Fuego, número 20, en el Pedregal. En esta historia Saturnina se transforma en Ángela y cambia por completo, pero algo modifica su destino y es cuando se encuentra con Arturo… Y aquí su historia se mezcla con el genero fantástico.

Al principio era un poco una novela que empezaba como una historia sobre la locura, pero la locura acabó convirtiéndose en novela fantástica.

–Saturnina que se convierte en Ángeles... es también lo que hace un escritor, se convierte en sus personajes

–Qué bien que me dices eso. Claro. Me gusta mucho lo que me dices, porque es cierto, que todos ejercemos esta especie de desdoblamiento, aunque cada quien a su manera. Sí hay muchos “y si fuera yo, ¿qué haría? Sí es algo que hacemos los escritores, a lo mejor es para escaparse de uno mismo, para vivir otras vidas, para probar hacer otra cosa y no lo había pensado así, pero me gusta que tenga que ver también con la escritura y con esta melancolía que te hace querer escapar hacia otras identidades, otros ámbitos y de esta realidad tan dura. No es que no quiera hablar de lo que pasa, desde luego que sí, pero lo hago en otro tipo de textos. En la ficción hablo de México y de la violencia, pero trato de buscar otros ambientes, caminos y épocas.

“Pensaba hace días que no soy una escritora que busca agarrarse de las cosas que están de moda, o del ambiente. Nunca he escrito narconovela ni soy particularmente política, sino que he hecho mi obra a partir de las cosas que me preocupan y me interesan. En Fuego 20 me interesaba explorar el disimulo, las dobles caras, lo poco que sabemos en realidad sobre todo lo que pasa.”