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Fue el primero en presentar creaciones en Nueva York; se le atribuye el rosa mexicano

Murió Ramón Valdiosera, historietista, diseñador y escenógrafo; dirigió Pepín

Hizo el vestuario usado en la película Tizoc; colaboró en la obra de teatro Yo, Colón, de Cantinflas

Foto
Ramón Valdiosera Berman (en imagen de 2007) falleció ayer a los 98 años de edad y con él se termina la época de oro de la historieta nacionalFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de abril de 2017, p. a10

Este martes murió Ramón Valdiosera Berman a los 98 años de edad, en Ciudad de México. Pionero del cómic nacional, promotor de la moda, escenógrafo, no hubo área de las artes gráficas en la que no destacara.

Valdiosera es leyenda desde su mismo nacimiento. Fue hijo del general zapatista Ramón Buenaventura Valdiosera Ruiz, quien murió cuando el dibujante tenía apenas un año de edad, en 1919. Dejó la escuela a los ocho años, pero tuvo una formación artística autodidacta. Fue cronista e ilustrador taurino, portadista de revistas y para la década de 1930 dirigió la revista de historietas Pepín, que publicaba medio millón de ejemplares diarios.

Valdiosera fue el primer diseñador mexicano que presentó sus vestidos en Nueva York (1949); se le atribuye crear el color rosa mexicano. Diseñó el vestuario de varias películas, entre ellas Tizoc (1957) y Zonga (primera versión de Rarotonga, 1958).

Incansable, en 2005 diseñó las estampillas postales con dibujos de Memín Pinguín –realizados por el no menos grande Sixto Valencia—, que causaron controversia en Estados Unidos, donde no entienden la condición del afrodescendiente tan amablemente como en México, y desde hace más de 10 años realizaba su cómic para niños Medio Litro: caballero de la mesa cuadrada.

Como escenógrafo, participó en los fondos de la obra Yo, Colón, con la que Cantinflas inauguró el Teatro de Insurgentes en 1953 y, entre otras muchas obras de investigación, publicó Secretos sexuales de los olmecas, Danzas mexicanas y La vida erótica de la Malinche.

Promotor de su propia leyenda, Valdiosera narraba haberse ido de indocumentado a Chicago, para buscar empleo de asistente de Harold Foster en la serie de historietas El príncipe Valiente. Indicaba que Foster lo rechazó amablemente, por tener completo a su equipo, y le regaló varios dibujos originales de la historieta, que al llegar de regreso a México recortó y regaló a sus colegas dibujantes. No sabía que de haber permanecido completos, esos dibujos habrían valido una fortuna.

Antonio Gutiérrez, el más importante historietista mexicano del siglo XX, lo consideraba uno de sus principales maestros. Gutiérrez llegó a la Ciudad de México procedente de su natal San Luis Potosí a los 13 años, y buscó a Valdiosera, quien le dijo que no tenía espacio para él en su estudio de dibujo, pero se quedaba a sus órdenes para cuanto necesitara. Toño replicó: Señor Valdiosera, hoy es cuando más lo necesito. Gracias y me quedo aquí.

El muchacho desenvolvió la cobija que le servía de maleta y empezó a trabajar con don Ramón. Ese chico hizo años después la revista Lágrimas y risas y se volvió inmortal con Rarotonga.

Con Valdiosera termina la era de oro de la historieta nacional; además, dejó aportes invaluables para la ilustración y el diseño mexicanos.