Opinión
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Pantalla Nómada

No soy tu negro

L

a actual polémica sobre el discurso con guiños supremacistas del mandatario Donald Trump ha suscitado que desde distintos ámbitos surjan posturas en desacuerdo con su alegato. La industria de Hollywood y muchos cineastas se han alineado en un frente contestatario. La pasada entrega de los premios Óscar, con varias postulaciones de filmes con temática racial, fue un claro ejemplo.

Entre los candidatos a mejor documental estuvo uno que ejemplifica esa causa. No soy tu negro (2016), de Raoul Peck, que se estrenará el 28 de abril, se abre como ventana al pensamiento de James Baldwin, novelista, ensayista y activista nacido en Harlem, quien siendo muy joven se mostró como talentoso escritor en Nueva York y luego arribó a París para impregnarse de ideas innovadoras. De vuelta a su país, fue pilar en la lucha de los derechos de la raza negra, manteniéndose ligado a líderes como Malcom X, Martin Luther King y Medgar Evers.

El realizador dedicó 10 años para hacerse de los derechos de escritos publicados e inéditos de Baldwin, como Remember this House. De esa manera es que todo el filme se caracteriza por el resonar del juicio libertario del autor, a veces de su viva voz (En América sólo era libre en la lucha) y otras en la voz de Samuel L. Jackson como narrador.

En 2001 Peck ganó el premio Irene Diamond, que reconoce la labor de quienes están comprometidos con los derechos humanos y el cine. Su cinta deja ver que su vocación humanista se compagina con su propósito de hacer cine: Hago películas combatientes, para la memoria.

Con su documental-homenaje, Peck va tras la estela de un héroe ideológico y consigue alumbrarnos con la luz del razonamiento legítimo de Baldwin, tan directo y desafiante como el de Jean Genet (Los negros, 1948), tan reivindicador y genuino como el de Frantz Fanon.

El título mismo, No soy tu negro, arrastra consigo la voz de la subversión. Supone una negación a lo concebido por quienes han ejercido el dominio sobre la raza negra. Como dice Fanon en Piel negra, máscaras blancas (1952), ha sido el blanco quien ha creado una idea y una imagen estereotipada de lo qué es ser una persona de color.

El pensador martiniqués aseguraba que aquello que comunmente se denomina el alma negra es una construcción del hombre blanco que se traduce en una imagen desviada del hombre negro: la del salvaje, la que representa lo feo, lo malo, lo bruto, lo irracional. Así, es en un sentido de negación que Fanon aseguraba que todo pueblo o cultura colonizada o sometida se encara en relación con la lengua de los que la dominan. No soy tu negro es, pues, una expresión de rechazo y emancipación.

De manera interesante, el filme de Peck muestra a Baldwin también como crítico y analista del modelo clásico de representación hollywoodense, que frecuentemente excluyó a los negros. A Baldwin le dio por deconstruir y así analizar las películas de Hollywood con las que Peck creció. El mismo cineasta ha reconocido que esas películas inicialmente fueron las que le dieron forma a su mundo, sin rostros negros o de negros vistos únicamente como salvajes.

La visión dominante del cine antiguo de Hollywood queda exhibida en este documental, pues Peck recurre a muchas imágenes de archivo de filmes sobre todo clásicos para ilustrar lo que Baldwin aseguraba: Ese cine está cargado de una ideología.

La presencia de No soy tu negro en las pantallas de cine llega con el impacto de un meteoro incandescente en la actualidad de la agenda política estadunidense, en la discusión acalorada de la que saltan chispas por las diferencias raciales. Es un filme más que oportuno que debe verse y meditarse, porque Raoul Peck recobra a James Baldwin como voz fundamental para entender el presente de Estados Unidos. Con respeto y admiración, lo relanza como promotor de una amplia mirada analítica del sistema y la historia de esa nación.

Twitter: @kromafilm