Opinión
Ver día anteriorLunes 24 de abril de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

México: economía famélica

Crecer al ritmo de Belice

Trump: ¿muro por TLCAN?

E

stimaciones van, estimaciones vienen, y la constante es que la economía mexicana de plano no levanta. De repente, los organismos financieros internacionales divulgan la buena nueva sobre un nuevo impulso económico global (una décima de punto porcentual, el más reciente), pero nuestro país siempre queda fuera de tal escenario, por raquítico que éste sea. En el mejor de los casos, y sólo en él, tales instancias mantienen sin cambios la famélica perspectiva nacional, siempre instalada en los últimos peldaños, pero con ganas de reducirla en la siguiente revisión.

En este contexto el Banco Mundial proyecta para México un crecimiento (hasta ahora, porque con el correr de los meses puede ser peor) de 1.8 por ciento en 2017, aunque las previsiones del gobierno peñanietista incluyen la no lejana posibilidad de que tal proporción se reduzca a 1.3 por ciento (con un techo por demás irreal de 2.3 por ciento), de tal forma que en cualquiera de los casos la oferta de EPN sobre el futuro promisorio para los habitantes de esta República de discursos se mantiene como asignatura pendiente, es decir, lo que ha sucedido a lo largo de los pasados 35 años.

El Banco Mundial prevé que en 2017 la disminución de la inversión en México, derivada de la incertidumbre política en Estados Unidos, tenga como consecuencia este año una desaceleración moderada del crecimiento, que se situará en 1.8 por ciento, de tal suerte que, de cumplirse tal expectativa, el gobierno de Enrique Peña Nieto cerraría su quinto año en Los Pinos con un promedio anual de avance de apenas 1.96 por ciento, con ganas de que tal proporción sea aún menor en los hechos.

Así, bajo la óptica del citado organismo financiero internacional, en 2017 (año para el que Peña Nieto y sus genios prometieron un crecimiento de 5 por ciento, producto de las gloriosas reformas estructurales) la economía mexicana se ubicaría en el peldaño número 19 (de 25 posibles) en el contexto latinoamericano y caribeño, de tal suerte que el navío de gran calado (Fox, Calderón y EPN dixit) avanzaría apenas por arriba de Belice (1.5 por ciento) y Uruguay (1.6), aunque ligeramente menos que El Salvador (1.9) y, en el mejor de los casos, compartiría escalón con la poderosísima economía de la isla caribeña de Santa Lucía (1.8).

En el contexto regional Panamá ocuparía el primer lugar en 2017, con un crecimiento económico de 5.4 por ciento, seguida de República Dominicana con 4.5 y Perú 4.2. En el sótano aparece Venezuela, con un desplome de 4.3 por ciento, aunque el propio Banco Mundial prevé que en 2018 y 2018 se revierta la caída –que se ha mantenido a lo largo del último cuatrienio, desde la muerte de Hugo Chávez– y se convierta en un ligero ascenso (0.5 y uno por ciento, respectivamente).

En otro tenor, contrario a lo que sucede con la alicaída economía mexicana, el monto de las remesas no deja de crecer, y el dinero por ellos remitido no sólo es un alivio para sus familias, sino un pilar para el mercado interno. De acuerdo con el más reciente reporte del Banco Mundial, en 2016 registró un incremento cercano a 9 por ciento, lo que (junto con Filipinas, con un aumento de alrededor de 5 por ciento) fue una excepción entre las naciones receptoras. El organismo financiero cita las caídas reportadas en este renglón por Bangladesh (-11.1 por ciento), Nigeria (-10) y Egipto (-9.5).

En su más reciente análisis sobre migración y desarrollo –divulgado ayer en el contexto de las reuniones de primavera del Banco Mundial– advierte que en 2016 las remesas a los países en desarrollo disminuyeron por segundo año consecutivo, tendencia que no se observaba desde hacía tres décadas. Ese año las remesas a las naciones en desarrollo oficialmente sumaron 429 mil millones de dólares, lo que representa una caída de 2.4 por ciento respecto de los 440 mil millones registrados en 2015. Las remesas mundiales, que incluyen los flujos destinados a países de ingreso alto, se contrajeron 1.2 por ciento, al pasar de 582 mil millones en 2015 a 575 mil millones en 2016.

La baja de los precios del petróleo y el escaso crecimiento económico en los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y la Federación Rusa repercuten negativamente en los flujos destinados a Asia meridional y Asia central, en tanto que el escaso crecimiento de Europa ha llevado a que se reduzcan los flujos enviados a la región del norte de África y África, al sur del Sahara. La caída de las remesas, cuando se valúa en dólares de Estados Unidos, se vio agravada por la pérdida de valor del euro, la libra esterlina y el rublo ruso frente a esa moneda.

Como resultado, muchos de los grandes países receptores de remesas registraron fuertes caídas de los flujos. India, si bien se mantuvo en el primer puesto como el mayor receptor mundial, lideró la caída, al recibir un flujo de 62 mil 700 millones el año pasado, lo que constituye una baja de 8.9 por ciento respecto de los 68 mil 900 millones recibidos en 2015.

De acuerdo con el Banco Mundial, en consonancia con una mejora de las perspectivas económicas mundiales, se espera que en 2017 el nivel de remesas a los países en desarrollo se recupere y aumente, según las estimaciones, 3.3 por ciento, hasta alcanzar 444 mil millones de dólares. En el primer trimestre de 2017 el costo global promedio que supone el envío de 200 dólares se mantuvo estable en 7.45 por ciento, aun cuando se trata de un valor considerablemente más alto que la meta de 3 por ciento establecida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El informe señala que varios países de ingreso alto que reciben a muchos migrantes consideran la posibilidad de cobrar impuestos a las remesas, en parte para recaudar ingresos y para desalentar a los migrantes indocumentados. No obstante, los impuestos a las remesas son difíciles de administrar y, en muchos casos, llevan a que las remesas se realicen de manera ilegal.

Las rebanadas del pastel

Dice el salvaje de la Casa Blanca que en las próximas semanas mi gobierno tomará decisiones importantes sobre qué hacer con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Bueno, pues ya dio un adelanto: México pagará de alguna forma el muro. Si EPN y el aprendiz quieren el tratado, que paguen la barda. Entonces, ¿con qué negociarán?

Twitter: @cafevega